La Filocalia. El Silencio en la voz del corazón

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Cuando se espera, la eternidad pesa en el corazón. Esto significa que el tiempo, invento del ser humano para resguardar su miedo frente al misterio de la eternidad y sobre todo al terror de inspeccionar su interior día a día, lo lleva a conducirse a través de horas, minutos y calendarios los cuales de cierta manera lo extravían en ayeres y mañanas que le evitan o distraen del instante, no del hoy, o del presente, porque este no existe, sino del aquí, del ahora, de ese intervalo el cual al ser captado lleva a cada persona a comprenderse como parte de la totalidad, más allá de si cree o no en Dios. Los seres humanos somos espirituales, no religiosos, porque la religión es un concepto desarrollado conforme la cultura, la tradición, etc.

La espiritualidad es la carne de los sentidos, de los instintos, de la sexualidad y de la razón, y al igual que el cuerpo siente su diversidad, la espiritualidad los asimila de manera distinta, ayudando al ser humano a comprenderse y crecer en totalidad, permitir que crezcan desproporcionados hace personas duras y extremas, desconocidas de sí mismas, por ello, así como la razón necesita de libros para acrecentar el intelecto, los instintos necesitan de la naturaleza, la sexualidad de la castidad, los sentidos del arte y del silencio y en conjunto cada una requiere oración y meditación, precisa de ambas porque cada una nos trasfiere hacia diferentes partes de nuestro exterior e interior.

Al orar, el yo, el alma, el espíritu, la razón, el cuerpo, reflexionan hacia el interior, todo lo que nos conforma se dispone a dialogar, para encontrarse, escucharse, y sobre todo para reconciliar cada parte y fecundar paz interior, serenidad, paciencia y misericordia.

Cuando se medita, el yo, el alma, el espíritu, la razón, el cuerpo, se liberan, se desgranan hacia el exterior y se desperdigan en busca de Silencio, rasgan las puertas del yo para reencontrarse con la nada.

Sin relacionar la fe con el ateísmo, es significativo aprender a orar y a meditar, para entrar y salir de uno mismo teniendo claro que este doble andar conduce paralelamente a comprender la eternidad, es decir, el conocimiento de uno mismo, liberándonos de ilusiones - sufrimientos para el hinduismo-budismo, ataduras - pasiones para el judaísmo y cristianismo, Jihad o guerra santa para el islam.

Este modo de encontrarse con la propia vida, se complica al vivir en una ciudad o cuando las preocupaciones, la rapidez, la seducción de lo material, la tecnología y todo lo que está a nuestro alrededor nos pierde en ese tiempo creado para sostenernos, o cuando la palabra Dios se confunde o se enlaza con doctrinas-dogmas y religiones.

Orar y meditar tienen como tónica guiar a la persona en su transitar interior y expanden la libertad para volar en el exterior, porque quien dialoga consigo mismo se esparce en el cielo del Silencio, así quien sabe convivir consigo mismo entiende que la soledad es inexistente.

Este interés por enseñar al ser humano a encaminarse a sí mismo, fundamenta la , originada en las Iglesias de Oriente y en la Iglesia Ortodoxa rusa, la Filocalia es una práctica espiritual, es la oración del corazón.

Se comenzó a practicar en la mitad del siglo XIV, con san Sergio, en el siglo XV en los monasterios del Sinaí, pero fue con Paisius Velichkovsky en el siglo XVIII que es difundida y tiempo después popularizada a partir del libro Los relatos de un peregrino Ruso.

Para comprenderla mejor se necesita conocer la tradición de los Padres del desierto: Macrio, Evagrio, san Arsenio, san Agathón y a los Padres griegos bizantinos: Simeón el Nuevo Teólogo, Máximo el Confesor, Diádoco de Fótice, Gregorio Palamas, Niceforo el Solitario, entre otros.

Esta oración del corazón enseña a orar sin interrupción, aclaro, no me refiero a encerrarse en un lugar y dedicarse a orar, porque la oración del corazón se realiza en la cotidianidad, debe de estar en la mente, en el cuerpo, en las sensaciones y en las emociones, debe mezclarse con el latido del corazón, debe revelarse como un mantra acompañante de la conciencia y del inconsciente, debe ser el hogar del cuerpo, el templo del alma.

Esta oración fundamenta la espiritualidad oriental, se podría decir, es la esencia del misticismo ortodoxo.

En su origen se basaba en invocar el nombre de Jesús, con el paso del tiempo se enseña a crear una frase breve y fija, que se convertirá en oración personal, sólo quien la crea debe saberla, esta frase será el mantra en la cotidianidad de cada persona.

Después de creada, el siguiente paso es reconocer y escuchar el latido del propio corazón en su tranquilidad, así cada palabra se pronunciará a ese ritmo sintiendo el Silencio entre cada latido y la expansión de éste entre cada vocablo, de esta manera, cada palabra pronunciada con la voz del corazón, salvará, es decir, ofrecerá tranquilidad a la rapidez y eliminará el cansancio de la cotidianidad.

La oración del corazón se fundamenta en repetir esta frase. La repetición tranquilizará y regresará al corazón a su latido natural y por ende todo en la persona tornará a la serenidad. Esta práctica en relación a otras tradiciones tiene su analogía en el om mani padme hum del hinduismo-budismo, el Balsama del islam " Al Basmalah, rahman, rahim, en el nombre de Allah, el Misericordioso, el compasivo", El Rosario, en el Cristianismo, los Salmos para el Judaísmo.

Esta monología, por llamarlo de cierta manera, concentra al ser en el corazón, y a través del ritmo propio y natural, lo retorna a ese sonido y Silencio que otorga vida al ser humano.

Después de tener la frase breve y reconocer la voz y el ritmo del corazón se repite en voz alta, poco a poco esta frase se hará murmullo, se revelará en el Silencio exterior y se convertirá en una voz interior que sostenga. Su apoyo central es la respiración, es decir, se inhala, se pronuncia la frase, se exhala, se da un silencio, la repetición curará lentamente. Esta manera de: inhalar-exhalar, pronunciar-guardar silencio, interiorizar-exteriorizar, es un apoyo espiritual dentro de la cotidianidad para regresar a la propia naturaleza, porque retirarse a un lugar lejano y solitario ayuda a relajarse, pero, ¿qué pasa cuando se sale de ese ambiente?, la rapidez de la vida retorna y el aislamiento se pierde, pero, la oración del corazón otorga paz espiritual al ser humano en cualquier lugar en el que se encuentre.

Obtener paz espiritual es importante porque el ser humano se desenvolverá ante sus semejantes a partir de lo que lleva en su interior, de ahí que Jesús mencione, la circuncisión debe ser del corazón.

En su origen, el Staetz o guía espiritual, conducía a la persona hacia su corazón, pero, con el paso del tiempo se enseña que son las propias palabras las que retornan a la persona hacia él, y de este a Dios para el creyente y hacia sí mismo o al universo para el no creyente.

La respiración, en la Filocalia, es un símbolo espiritual, es lo esencial para la vida del organismo, se revela en la circulación de la sangre, considerada cuerpo del alma. La respiración y la sangre, llegan al corazón quien a partir de su ritmo distribuye y otorga vida al cuerpo, así cuando las palabras y el Silencio encuentran reposo en el ritmo de la respiración, el espíritu se calma, se llena de paz exterior e interior. La oración del corazón traslada al hombre hacia su simplicidad, no en sentido despectivo, sino al contrario, hacia ese origen de no dependencia, es decir, a la propia naturaleza para ser feliz y vivir en paz. Esta oración entrega Silencio dentro del ruido, primero a los órganos, al cuerpo, para después expandirse hacia la mente, la sexualidad, las emociones, las sensaciones.

La Filocalia, enseña que repetir oraciones escritas desde la experiencia de otro, no relaja al propio corazón porque las palabras llevan otra experiencia de vida.

La mística ortodoxa dice:

El corazón es una dimensión espiritual, donde el cuerpo tanto como el alma entremezclan sus raíces.

Para oriente, escribe Gregorio Palamas, el corazón, es el centro del ser humano, la raíz de las facultades activas del intelecto y de la voluntad. Por ello, para el Levante, los puntos cardinales son cinco: norte, sur, este, oeste y el espacio, siendo este el hogar del corazón.

Esta oración-meditación ayuda a sentir a Dios, a la naturaleza, al universo desde la nada, desde ese principio de nuestra humanidad, alejando las deliberaciones intelectuales.

Respirar cada instante, así el tiempo deja de marcar la vida, y la energía de Dios o del universo se distribuye en la razón y en el cuerpo. A esto el misticismo oriental llama Iluminación, porque el espíritu y el corazón, el alma y el cuerpo se reconcilian, escribe Teófanes el Recluso. Esta iluminación, son las llamadas energías divinas, similares a los rayos del sol que traen luz y calor, de ahí que Jesucristo, Mitra, Apolo, Ra, Osiris, entre un sinfín de dioses se relacionen con el sol, porque cada uno de sus rayos otorgan luz a todo lo que forma al ser humano interior y exteriormente.

La Filocalia, conduce a la sobriedad, es decir, al ayuno del alma, engendrando a la vigilia y ésta al despertar, además de desarrollar la acción y la contemplación, fundamentos de la experiencia espiritual, porque la acción es la purificación de las pasiones (ira, avaricia, soberbia, mentira, lujuria, pereza, envidia) que dañan la virtud, por ello Hesiquio dice:

Agregad la sobriedad del espíritu.

Practicar la Filocalia, adentra en el conocimiento de la propia espiritualidad, nos reencuentra con lo que lo somos, aleja las distracciones al hacer de cada acción un acto de conocimiento y nos lleva a nuestra sabiduría. La oración del corazón enseña que al ser la voz interior nuestro mejor aliado y guía debe de construirse en la paz y en la bondad, para revelarse amor y misericordia, sólo así las palabras podrán sanar y el Silencio fortalecer.

La oración del corazón enseña que todos somos capaces de sanar a otros a partir del ritmo de nuestras palabras siempre y cuando se digan al ritmo del latido del propio corazón, porque la tranquilidad de cada vocablo otorga paz a quien se siente angustiado o con miedo, nos dice que somos capaces de sanar a través del Silencio nacido del espacio entre cada latido, porque este intervalo nos enseñar a escuchar.

La Filocalia u oración del corazón es un grado místico oriental, se fundamenta en explicar que la voz y el Silencio del corazón son el remedio para sanar y sanarnos de cualquier mal, porque todo lo que enferma al cuerpo un paso atrás ha envenenado al alma a través de esa cicuta del mundo llamada ruido que nos ensordece, aleja y priva del latido de nuestro corazón, el cual es eco de latido de nuestros semejantes.