Miguel Ángel Rodríguez Chuliá nos descubre en la novela "La filosofía del agua" una historia fascinante y reflexiva, proponiéndonos a través de su narrativa una meditación profunda y accesible respecto a aspectos de la vida cotidiana que, aunque están ahí, no son examinados de la manera que merecen debido, en su mayor parte, a la propia inercia existencial.
Jostein Gaarder nos hablaba en
La filosofía del agua no es una novela destinada a eruditos. En primera persona, el argumento se centra en un joven desorientado que, con ayuda de un desconocido, va a recorrer el camino de la vida dirigiendo sus pasos hacia nuevas rutas, bajo el principio de Einstein acerca de que para buscar resultados diferentes, es primordial variar el comportamiento. De este modo, moldeará su forma de actuar respecto a su familia y allegados, topándose con un mundo de posibilidades nuevas y diversas.
Reflexiones como "había aprendido a soportar el hambre, pero no a amarla. Nadie lo consigue nunca", "solo los ricos pueden elegir. Los pobres no podemos", o "el azar de la batalla te obliga a moverte rápido y a fluir como el agua" nos presentan a través de los ojos del muchacho una narración que supone un canto a la ruptura del camino marcado, una huída de la zona de confort y una exaltación de la iniciativa como elementos indispensables para alcanzar la verdadera libertad, aquella que le permite al hombre, como ser individual, ser dueño de sus propias decisiones.
En la filosofía del agua el lector va a encontrar, en lo técnico, una narrativa potente y directa, sin florituras ni cultismos, y en lo íntimo, que para mí es sinónimo de literario, una profunda reflexión sobre nuestro sistema y su miel envenenada.Entrevista en Nou Horta
Nos encontramos con una novela corta pero diferente ya al resto en varios aspectos, para empezar el protagonista no tiene nombre, es un joven estudiante a la que la sociedad o sus padres le han inculcado que tiene que estudiar una materia al que a él no le agrada mucho, tiene una pareja que quiere y unos amigos con los que comparte piso, ¿pero es lo que realmente él quiere?