Por ejemplo: a la cepa hay que podarla, de otra forma no advertirá sin más que su vida llega a la siguiente primavera. Y eso sería poco Fukuoka...Pero Bernardo, a partir de ahí, no interrumpe para nada el ciclo natural de la planta (eso sí es Fukuoka): no despunta ni deshoja. Algo más: Bernardo, en complicidad y constante intercambio de experiencias y aprendizaje con Sebio (¡gracias a él le conocí!) y ambos con André, el enólogo de Quinta Soalheiro, en Melgaço (Portugal), se ha convertido en un auténtico homeópata de los viñedos, gracias a la preparación y uso de unas superinfusiones hidroalcohólicas que hace con eucalipto, sauce, ajo, consolda, milenrama, etc. Mínimas dosis de estas infusiones multiplican los principios activos que contienen las plantas de origen y hacen que las plantas receptoras, las cepas y sus suelos, vivan a la perfección sin necesidad, por ejemplo, de azufre. Todo esto sería casi anecdótico, así de claro lo digo, si los vinos no estuvieran a la altura de un trabajo tan minucioso y concienzudo en el campo. ¡Pero lo están! La alianza entre Bernardo y Sebio (él es quien le ayuda en la vinificación de sus uvas) es de un potencial tremendo, explosiva. Lo que será Issué 2012 (guardan las botellas dos años por lo menos, así es que este vino saldrá al mercado a finales de 2014...: ahora se vende 2010 y muy pronto, 2011) sigue con la mejor tradición de Ribeiro (los vinos multivarietales) e incorpora un montón de uvas muy de la tierra (otra de las virtudes de estos dos hombres: el tesón y la fe en la recuperación de las variedades gallegas), treixadura, lado, alvilla, silveiriña, verdello antiguo, godello y loureira. Fragancia enorme, poder en nariz grande. Flor de tilo, heno. Humedad, frescura. Pimienta blanca. Mineral (granito). Muy largo. Albahaca, melisa (menta limonera). Creo que será un gran vino. Probé también su Mai 2012, ya en barrica. Un tinto hecho de uvas despalilladas a mano, una infusión muy ligera y una maceración semicarbónica con las castas brancellao, sousón, tinta amarella, caramuñeira, caíño da terra, ferrol y tinta roriz: un vino serio y con empaque, grosella negra, tinta azul, mirto y eucalipto, muy redondo en boca, tanino muy amable. Pasa como agua de río en el deshielo. Ante casos tan excepcionales (por todo lo que representa) como los de esta bodega y estos dos hombres, yo me quito el sombrero, bebo, disfruto y callo. Eso sí: cuanta más gente les conozca y les beba, mejor para todos, ¿verdad?
Por ejemplo: a la cepa hay que podarla, de otra forma no advertirá sin más que su vida llega a la siguiente primavera. Y eso sería poco Fukuoka...Pero Bernardo, a partir de ahí, no interrumpe para nada el ciclo natural de la planta (eso sí es Fukuoka): no despunta ni deshoja. Algo más: Bernardo, en complicidad y constante intercambio de experiencias y aprendizaje con Sebio (¡gracias a él le conocí!) y ambos con André, el enólogo de Quinta Soalheiro, en Melgaço (Portugal), se ha convertido en un auténtico homeópata de los viñedos, gracias a la preparación y uso de unas superinfusiones hidroalcohólicas que hace con eucalipto, sauce, ajo, consolda, milenrama, etc. Mínimas dosis de estas infusiones multiplican los principios activos que contienen las plantas de origen y hacen que las plantas receptoras, las cepas y sus suelos, vivan a la perfección sin necesidad, por ejemplo, de azufre. Todo esto sería casi anecdótico, así de claro lo digo, si los vinos no estuvieran a la altura de un trabajo tan minucioso y concienzudo en el campo. ¡Pero lo están! La alianza entre Bernardo y Sebio (él es quien le ayuda en la vinificación de sus uvas) es de un potencial tremendo, explosiva. Lo que será Issué 2012 (guardan las botellas dos años por lo menos, así es que este vino saldrá al mercado a finales de 2014...: ahora se vende 2010 y muy pronto, 2011) sigue con la mejor tradición de Ribeiro (los vinos multivarietales) e incorpora un montón de uvas muy de la tierra (otra de las virtudes de estos dos hombres: el tesón y la fe en la recuperación de las variedades gallegas), treixadura, lado, alvilla, silveiriña, verdello antiguo, godello y loureira. Fragancia enorme, poder en nariz grande. Flor de tilo, heno. Humedad, frescura. Pimienta blanca. Mineral (granito). Muy largo. Albahaca, melisa (menta limonera). Creo que será un gran vino. Probé también su Mai 2012, ya en barrica. Un tinto hecho de uvas despalilladas a mano, una infusión muy ligera y una maceración semicarbónica con las castas brancellao, sousón, tinta amarella, caramuñeira, caíño da terra, ferrol y tinta roriz: un vino serio y con empaque, grosella negra, tinta azul, mirto y eucalipto, muy redondo en boca, tanino muy amable. Pasa como agua de río en el deshielo. Ante casos tan excepcionales (por todo lo que representa) como los de esta bodega y estos dos hombres, yo me quito el sombrero, bebo, disfruto y callo. Eso sí: cuanta más gente les conozca y les beba, mejor para todos, ¿verdad?