Me ha sorprendido (quizá no tanto) un post de El Confidencial sobre la geoingeniería como negándola y ridiculizando a quienes trabajan ese asunto. La geoingeniería es una “nueva” ciencia que estudia la manera de modificar el clima por medios técnicos. No por poco conocida deja de ser cierto que existe.
Además, el artículo me parece mal intencionado pues pese a que la principal fuente de información del mismo, la asociación Guardacielos, dice que prefiere hablar de geoingeniería mejor que del concepto “popularizado” de la misma, “chemtrails”, el autor de la información se empeña en titular con esta última palabra, que tiene un sentido peyorativo por las muchas cosas raras que se han escrito en su nombre.
Nos cuenta ese diario:
El pasado sábado 20 de diciembre, a petición de Izquierda Unida, Partido Popular y PSOE se sumaron a una iniciativa en el municipio de Castronuño, Valladolid, para expresar su rechazo a los chemtrails o, lo que es lo mismo, las estelas de vapor de agua que dejan los aviones a su paso”.
Pero en el documento de las mociones municipales la palabra “chemtrails” no aparece por ninguna parte, se trata siempre de geoingeniería, el nombre correcto del fenómeno. Las explicación de lo que son los denominados chemtrails es errónea a consciencia pues ese concepto surge tras la fusión de dos palabras anglosajonas como chemical y trails es una que significa algo así como trazos químicos, por las líneas que trazan en el cielo a base de nubes determinados aviones no se sabe bien con qué intención.
Si lo que pretendía el reportero era desinformar desde luego que entre profanos en la materia lo ha conseguido.
Observo también que de manera reiterada y desde el mismo titular se asocia la geoingeniería con una supuesta conspiración, término que ha degenerado para asociarse con todo lo que se desconoce o suena raro o puede poner en jaque a ciertos poderes. Todo lo que no nos guste podemos intentar descalificarlo etiquetándolo de “conspiración”.
La Universidad de Oxford ha creado una librería digital relacionada con este tema. Está en inglés y contiene mucha información reciente, desde artículos de prensa hasta estudios científicos. En esa página se explica qué es la geoingeniería. Éste es un concepto mucho más amplio que los conocidos como chemtrails, esto serían una parte, la nueva ingeniería sería el todo.
Para entender a qué me refiero es imprescindible que veáis el estudio científico que recoge con más detalles proyectos con la apariencia de lo que vemos en el cielo y otros muchos que tienen la intención de combatir el cambio climático con tecnologías de lo más “curiosas”. Es un trabajo de 944 páginas realizado por un extenso panel de científicos e investigadores denominado Policy Implications of Greenhouse Warming: Mitigation, Adaptation, and the Science Base (Implicaciones de la política del calentamiento por efecto invernadero, mitigación, adaptación y base científica).
Ante los informes que muestran el creciente caos climático, los promotores de la geoingeniería –entendida como manipulación intencional del clima a escala planetaria– han logrado incluso entrar en ámbitos globales de referencia, como el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
Intentan además revertir la moratoria contra la geoingeniería que existe en Naciones Unidas en el Convenio de Diversidad Biológica y legitimar técnicas de geoingeniería en las negociaciones de cambio climático. Es por tanto la geoingeniería uno de los temas científicos más candentes y polémicos (y menos transparentes para lo que hay en juego). De conspiración no tiene nada.
Hay un documental muy serio sobre a lo que nos exponemos con la geoingeniería que se titula What in the World Are They Spraying?, que puede traducirse como ¿Con qué están rociando el mundo? Este trabajo trata de documentar hasta dónde es posible que en la actualidad se estén creando nubes artificiales de compuestos químicos y metálicos que tendrían como objeto reflejar parte de los rayos del sol que llegan a la Tierra para reducir en algún grado la temperatura.
En los últimos años se han utilizado estas técnicas, aunque no son muy conocidas por la ciudadanía. Por ejemplo la compañía Planktos basa su negocio en verter toneladas de nanopartículas de hierro en los mares alegando que así puede capturarse el carbono emitido a la atmósfera. Y personajes como Bill Gates (presidente de Microsoft) financian proyectos para combatir el cambio climático por medios tecnológicos.
No sé con qué criterios periodísticos se escriben cosas como las que me han traído a escribir sobre este asunto pero yo si observara que tras un fenómeno sólo hubiera una panda de chalados NO le prestaría atención. Creo que lo sensato es investigar el asunto, tomar muestras de las tierras que la citada asociación dice que están contaminadas, ver si es cierto, buscar relaciones, comprobar los hechos, vaya. Y preocuparnos por la geoingeniería, ser escépticos con la misma pues la mejor manera de combatir el cambio climático es cambiar el actual modelo económico por uno ecológico.
¿Recordáis aquello de que cuando el filósofo señala a la luna el estúpido se queda mirando el dedo? Pues en este tema es claro que hay gente que cuando le señalas la geoingeniería se queda con la “conspiración de los chemtrails”.