¡Esto es la gota que colma el vaso!
¿Qué pasa cuando decimos esto?
La gota que colma el vaso no es normalmente un acontecimiento muy importante, pero sí es determinante porque saca a relucir lo mucho que hemos aguantado situaciones que nos sobrepasan.
En nuestro día a día tratamos de resistir los embates que nos da la vida y tratamos de adaptarnos a los acontecimientos o mejor dicho tratamos de resistirlos sin cambiar nada, sino sumando en el depósito de tolerancia a la frustración, incomprensión, la desmotivación y así un largo etcétera.
Cuando nos pasamos la vida sometidos a presiones laborales, familiares, culturales o bien damos salida de modo controlado a estas presiones a su debido tiempo o acaban aplastándonos y ahí es cuando cualquier acontecimiento por pequeño que parezca resulta que hace estallar nuestro control y equilibrio haciendo que nos sintamos desbordados con las situaciones o las personas.
Todas las emociones que podamos sentir no son negativas ni positivas en su justa medida, pero si no las gestionamos adecuadamente cualquiera de ellas se convierte en un lastre difícil de soportar.
Sin ir más lejos el otro día una alumna me decía que el miedo le estaba atenazando al igual que la incertidumbre porque no era capaz de soportar su situación actual, pero tampoco era capaz de ponerse en marcha para realizar algunos cambios por miedo a que todo se desmoronara.
¿Cuántas veces el miedo nos impide gestionar aspectos de nuestra vida que nos están amargando?
Incluso cuando una situación laboral, familiar o sentimental es poco deseable, bajo la presión del miedo nos paralizamos y evitamos cambiar aquello que nos está resultando perjudicial.
Pues bien esta alumna después de un tiempo de participar en una formación de mindfulness que impartí, se dio cuenta que todos tenemos miedo, incluso los que a priori nos parecen más seguros, pero que lejos de ser personas sin miedo lo que sucede es que se dan permiso a tener miedo y también se saben lo suficientemente potentes como para superarlo.
La mayoría de las veces vivimos inmersos en el río de los pensamientos y éstos nos llevan de un extremo a otro, provocándonos sentimientos contradictorios y muy dispares.
Somos y nos sentimos lo que el pensamiento nos dice que seamos o pensemos.
Nos creemos lo que pasa por la mente; nos convertimos en esa marea de ideas, conceptos y descripciones, perdiendo nuestro equilibrio interior, nuestra armonía
Darnos cuenta que en la mayoría de las ocasiones este paisaje sombrío no es más que una mera representación generada por nuestra mente y con frecuencia alejada de la realidad es una de las estrategias para no sentirnos abrumados por los acontecimientos.
Pero aquí radica la dificultad
¿Cómo hacer para gestionar adecuadamente las emociones?
Puedes encontrar muchas técnicas para hacerlo pero yo te hablaré del Mindfulness.
¿Cómo nos ayuda el mindfulness en la gestión emocional?
Principalmente lo que nos permite la práctica es tomar consciencia de todo lo que está sucediendo en nuestra mente sin juzgarlo como bueno o malo sino dándole el espacio suficiente para que todo lo que suceda pueda hacerlo y darnos cuenta de como se producen sin cesar.
Es decir en la práctica de la meditación puedes observar todos los pensamientos que se producen y en lugar de reaccionar ante ellos en modo rechazo o apego lo que aprendemos es a dejar que igual que han venido los pensamientos, recuerdos, emociones y sensaciones se vayan sin quedar atrapados en ellos.
Esto es muy difícil de hacer!!!! seguro que pensarás.
Lo difícil es mantener la disciplina de la práctica sin poner escusas de falta de tiempo, o de ganas para hacerlo, ya que si te mantienes constante durante al menos 8 semanas la propia práctica genera una química cerebral diferente que te permite en tu día a día tener una mayor serenidad y una valoración de la realidad menos agresiva.
Pero sé que mantener la práctica constante cuando lo haces en solitario es difícil ya que surgirán innumerables dudas, la sensación de que esto no es para ti porque no consigues aquietar los pensamientos y por eso es recomendable que al menos una vez por semana puedas practicar en grupo.
¿Qué te aporta la práctica en grupo?
Lo primero es que no tendrás la sensación de que lo que estás sintiendo sólo te pasa a ti, porque en el grupo siempre comentamos cuáles han sido las dificultades que ha tenido la práctica durante la semana.
Lo segundo es que cuando te sientes entre personas que tienen las mismas preocupaciones o inquietudes que tú la motivación para mantener tu práctica crece y la semana se hace más fácil.
Lo tercero es que siempre estaré ahí para ayudarte porque seguramente muchas de las dificultades que te encuentres ya las he vivido y puedo indicarte como superarlas.
Si quieres aprender y practicar mindfulness en grupo puedes ver el programa que iniciamos en Enero aquí.Pero al final la decisión solo la puedes tomar tú de forma individual o esperar a que la gota que colme el vaso la tome por ti.