La guerra de los libros de guerra

Por Víctor José Guindo Singh



“El sabio controla sin autoridad,...”
Tao-Te-King.
Todo se desató cuando los oficiales del sistema de contraespionaje encontraron en la casa de un supuesto espía enemigo agonizante un ejemplar de un a todas luces manual secreto con las seguramente también supuestas estrategias de la campaña enemiga que dichos sistemas de contraespionaje trataban de anticipar; no había mucho tiempo para descifrar el libro infiriendo el código de descifrado que revelaba su contenido por lo que torturaron al moribundo hasta que terminó por expirar antes de tiempo sin soltar siquiera un quejido... Atendiendo a lo insólito de las costumbres de esos anónimos seres, los oficiales desnudaron al muerto, buscando algún tatuaje con el código, desmontaron la casa por piezas y abrieron finalmente en canal  el cadáver... Nada... Investigaron todos los contactos del supuesto espía enemigo... y se investigaron a sí mismos como cuerpo de contraespionaje ya que los elementos de dichos sistemas de información terminan sirviendo a varios empleadores simultáneos, que es lo que sucede cuando se traba contacto con la información secreta; porque ahí, más que en cualquier otro caso, el poder es la información...

Enviaron el ejemplar a la oficina de información y recibieron el apremio de continuar la búsqueda del código de descifrado porque aquel documento estaba escrito en unos caracteres totalmente ilógicos que, además, estaban ordenados con un sistema nunca antes visto y mucho menos imaginado ya que no se correspondía con los ritmos matemáticos lógicos de los bloques de números o matrices aleatorias que se utilizan comúnmente para cifrar documentos... se comenzó a sospechar una maniobra diversionista o de distracción del enemigo para ganar tiempo... hasta que encontraron otro libro semejante al primero y descubrieron que posiblemente estuviera conformado por páginas secuenciadas al azar que debían faltarle al primero; pero, no se halló un término complementario entre ambos libros por lo que se supuso la existencia de otros libros semejantes y se enfrascaron aún más en una búsqueda frenética; de manera que fueron apareciendo, además de los dos primeros, dos más en un zulo, luego tres, en otro zulo; cinco en otro zulo... ocho en el siguiente... trece en el otro... y veinte y uno en otro zulo...; cada zulo era mayor que los anteriores, pero no mayor que la dimensión exacta para esconder en él la cantidad también exacta de libros correspondientes cada vez... Entonces se detuvieron los hallazgos de forma súbita... una semana después, los topógrafos del centro de contraespionaje sospecharon que la distribución espacial de los zulos estaba situada exactamente sobre una curva en forma de espiral...

- ¡Incapaces! bramó el jefe... 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21... es una secuencia de la Serie de Fibonacci con la que se construye una espiral a partir de arcos de circunferencias... les siguen los números 34, 55, 89, 144...y así, cada nuevo número es la suma de los dos anteriores... también que se supone el primer libro apareció entonces en el epicentro de la espiral... Continúen la búsqueda en ese sentido!... 

...pero no hubo resultado, no aparecieron nuevos zulos ni libros... entonces los encriptadores confirmaron los ritmos seriados de los caracteres dentro de cada libro de igual forma que en el caso de los zulos; pero había que deshojar los libros y acomodar las páginas de diferentes libros unas con otras según una coincidencia aleatoria; digamos, por ejemplo, que de un libro aparecido en el zulo 8 con alguno o algunos de los aparecidos en el zulo 21... 8 + 21 = 29  que reducido es 11, un número “perverso” en Numerología (en los sistemas numéricos de juegos ilegales llamados “cábalas” 111 significa “Muerte al nacer”)... Las espirales obtenidas de esa manera comenzaron a cortarse de forma exacta en puntos de intersección que eran en sí mismos puntos de otra espiral que a su vez se cortaba con otra que pasaba en sus inmediaciones reproduciendo el mismo ritmo espiral... Algunos de los analistas creyeron ver en ello, mediante la aplicación de técnicas de superposición cartográfica, un plan maestro de sabotaje o un plan de dislocación futura de tropas enemigas dentro del territorio nacional: una potencial invasión enemiga planeada hasta sus mínimos detalles... o un plan para la toma sistemática de enclaves estratégicos de la economía, los recursos naturales, las redes de infraestructura... El agotamiento comenzó a minar el espíritu científico del equipo, se detectaron unos a otros moviéndose en aparentes círculos que resultaron ser espirales; volvían a casa y terminaban lejos de la trayectoria habitual, completamente desorientados; les resultaba más fácil regresar a la base militar donde se encontraba el estado mayor de contraespionaje por lo que acordaron no salir más de la base hasta resolver el endiablado misterio... 

El tiempo fluía incontenible; las noticias relativas a la situación operativa de agentura se tornaron monótonas y desenfocadas... en algún momento no se percibía ya al enemigo como tal, ni física ni socialmente... 

Hasta otro determinado momento en el que ya ni el comandante ni los demás oficiales y soldados pudieron salir de la base, rodeada como estaba por un inextricable laberinto espiral de alambre de espino que nadie recordaba haber visto a alguien poner allí...