Lo absurdo de una guerra
Por estos días me encuentro sorprendido por una serie de acontecimientos
que han desencadenado un conflicto más en el mundo actual, no sé cómo
comenzar mi relato. Lo primero que se me ocurre es presentarme, soy
judío, nacido en Uruguay hace cincuenta y cuatro años. Nunca milité en
política ni uruguaya ni israelí y no he tenido una participación
dentro de mi colectividad como para calificarme de activo judío
involucrado en la cuestión israelí. Tengo tres hijas que no son
judías, ya que la madre es lo que nos hereda la religión y lo cual nos
lleva a entender que ser judío no es opción jamás. Asistí a Escuela y
Liceo judío y viajé como muchos por un año en la adolescencia a un
Kibutz en Israel. Mi contacto más reciente fue la visita a mi hermano
que vive desde hace 30 años en suelo Israelí más precisamente en la
ciudad de Eilat. Mario tiene tres hijos de los cuales dos han hecho la
Tzaba, que es como se dice en hebreo el ejército obligatorio. Uno de
mis sobrinos hoy está en Gaza como un soldado más que defiende a su
territorio, de la amenaza externa que pueda violar la seguridad de los
habitantes de un país. Dado lo secreto que es toda acción militar
desconozco qué lugar ocupa y en qué posición se encuentra. Yo,
Jacobo, desde Uruguay, no veo con buenos ojos toda la situación de
Gaza y menos lo que puede ser la muerte de ciudadanos Palestinos e
Israelíes que no son tenidos en cuenta a la hora de eliminar las
lanzaderas de misiles, los posibles túneles y lugares que pueden estar
escondidas autoridades que quieren la guerra en forma de terrorismo o
recibir bombardeos para eliminar al enemigo. No me alcanza la llamada
de alerta, no me alcanza el daño colateral y mucho menos entiendo la
muerte de niños que me informan juegan al fútbol en una playa o
personas que miraban un partido del mundial. O un país en alerta
permanente. Ni siquiera tolero que se mezcle religión, política y
nacionalismo. Si hoy tendría que manifestarme en público o por las
redes sociales pediría el diálogo, no nuevo, solo continuarlo como se
inició hace pocos días entre el Vaticano, la Autoridad Palestina e
Israel. Eso que me puso la piel de gallina cuando aterrizó el
helicóptero militar de Palestina en Ben Gurión hoy vetado por las
Aerolíneas Americanas por las continua caída de misiles y ante una
nueva absurda como patética caída de un avión de inocentes como
sucedió lamentablemente en territorio en conflicto con armas por la
lucha de una soberanía nueva o cambiar de gobierno de apoyo. Las
soberanías son derechos y los regímenes democráticos tienen sus
respuestas para los casos y en Gaza hoy gobierna Hamas que es
territorio de Palestina y en Ramalah gobierna la Autoridad Palestina
también territorio Palestino y en Hebron es territorio que gobierna
Israel y viven muchos palestinos. Es fácil escribir que no sé quién
debe dar la primera reflexión y quién tiene la razón. Son tres
ciudades con tres gobiernos y tres visiones del conflicto. Mi posición
es la de diálogo y que las víctimas del conflicto entiendan que es la
democracia, que es sacrificar su vida, y que la prosperidad de una
nación pasa por la felicidad de caminar por las calles sin odios ni
rencores. Dando la vida como regalo de hacer lo que queríamos y en
donde tenemos derecho a vivir. Todo esto lo tenía pensado hasta hoy 22
de julio a las 15.25 donde recibí una llamada de mi hermano Mario, no
es habitual que llame y menos que lo haga entre semana. Un frio
invernal con lluvia mojaba mi rostro y por dentro los miedos de
relatos que llegan a la mente de las malas noticias. Mario es un ser
que nunca lo sentí quejarse, trabaja con pasión y siempre dice que
mejor es lujo por lo que desde hace días solo le escucho decir que
todo va mal. Me tranquiliza, y me pide un favor muy especial, algo que
no esperaba jamás. Me pide con mucha emoción que acuda al cementerio
donde está enterrada mi mamá. Por primera vez recordé que los judíos
tienen eterna sepultura y que este pedido es algo que un padre
desesperado le pida a su hermano que haga plegarias y rezos para que
la abuela Fanny cuide a su nieto en este absurdo encuentro de la vida
y la muerte. Mis lágrimas de emoción empezaron a sentir algo que nunca
entendí, por qué la gente va a la guerra y más a una guerra totalmente
absurda.
No puedo dejar de entender que siempre la razón prima sobre la emoción
y que todos debemos empezar a reflexionar que la vida es lo más
hermoso para todos. No siempre morimos en vano y cada una de las
pérdidas de ambos lados deja dolor a muchos. La vida humana se ha
desvalorizado tanto hasta que hoy en muchas regiones del mundo es más
fácil morir de una acción violenta que de una enfermedad.
Invito a todos los que me lean a que por un momento pensemos que la
paz es la ausencia de guerra y que la vida es la ausencia de la
muerte. No más muertes por no entendernos y menos conflictos por
causas que pueden tener mejores posibilidades de futuro que recordar
los rencores del pasado. Si logramos esto el presente será
maravilloso.
Jacobo Marcos Malowany Buchalter.