Creo poder afirmar que es este uno de los edificios más bellos, de cuantos Centros tuve ocasión de conocer a lo largo y ancho de mis periplos profesionales.
Al ubicarse tradicionalmente el manicomio en este pueblo del sur de Madrid, sus habitantes siempre albergaron un irracional miedo a lo que entonces se conocía como "mal de ojo"...
De manera que existía la superstición de pensar que quienes habían de pasar junto a este edificio, para protegerse del mal, debían hacerlo mostrando la que popularmente se conocía como higa, esto es: cerrando el puño y dejando asomar el pulgar a través de los dedos índice y corazón.