Son las ocho y media de la mañana en Cotonú, la principal ciudad de Benín. Los seis quirófanos de la Esperanza de África, un buque-hospital que pertenece a la ONG Naves de la Esperanza (Mercy Ships), están funcionando a pleno rendimiento.
A bordo, ginecólogos, cirujanos maxilofaciales, oftalmólogos, cirujanos generales y enfermeros trabajan a destajo para mejorar las condiciones de vida de muchos de los habitantes de un país donde la infraestructura sanitaria pública dista enormemente de los mínimos deseables. El lleno también es total en las 78 camas que hay en la planta de hospitalización y en la UCI. En el servicio de Rayos-X tampoco cabe un alfiler y el trasiego es enorme en el laboratorio. A la Esperanza de África no le falta un detalle. Los equipos de telemedicina, como el Coolscope, también funcionan diariamente a todo gas: digitalizan secciones y las envían por internet a un laboratorio en Inglaterra que responde en 30 minutos con el diagnóstico de un tumor. Un lujo en África.
-Cirugías programadas
En el barco las cirugías están planificadas al menos con un año de antelación y lo habitual es que un buque se quede durante 10 meses atracado en un puerto para realizar las intervenciones que más necesita la gente del país. También está programada la colaboración voluntaria de los cien médicos que suelen cooperar a bordo. Lo cierto es que el buque es un hervidero de 450 voluntarios, entre médicos, profesionales sanitarios, ingenieros, profesores, cocineros, marineros, albañiles e informáticos, que pagan de media 100 euros al mes por su estancia en el barco. De proa a popa conviven más de 40 nacionalidades, aunque la presencia de españoles es testimonial. "Les frena el idioma, ya que en el barco se habla inglés", explica Ricardo Menzies, coordinador de la ONG en España.
En Cotonú coincidieron dos médicos patrios con un amplio historial de colaboración en ONG: José Uroz, jefe de Pediatría del Hospital de Las Palmas, y Carlos Teruel, jefe de servicio de Oftalmología del Hospital Josep Trueta de Gerona.
El cirujano maxilofacial Gary Parker ha hecho de Naves de la Esperanza su casa. Allí conoció a su mujer, con la que tiene 2 hijos que también viven a bordo
Uroz tiene 56 años y lleva casi 7 cooperando de la mano del Servicio Canario de Salud (SCS) y la Dirección General de Relaciones con África del gobierno de Canarias. En este tiempo ha recorrido infinidad de países que le han calado hondo, como Mauritania, donde abrió un hospital para niños. Pero a pesar de ciertos contratiempos -en Sudán le pegaron un tiro-, a este pediatra le sigue llenando de satisfacción curar a los más desfavorecidos. Tanto, que en Canarias, su tierra natal, apenas está veinte días al año. Calcula que en su paso por África, Afganistán y Cuba ha realizado más de 5.000 intervenciones quirúrgicas. "He llegado a operar 9 hernias inguinales seguidas en un día", dice. Conoce Mercy Ships desde hace tiempo. En 2008 estuvo en Liberia viviendo en el barco durante dos meses. Al año siguiente repitió en Cotonú. De su experiencia en esta ciudad habla maravillas. Allí separó a dos siamesas, que fueron las primeras en sobrevivir en África Occidental. Durante los 14 meses que estuvo en el barco también se dedicó a enseñar a los médicos de la zona a operar ciertas patologías. "Son los quirófanos más rentables del mundo. A veces, después de operar, he tenido que sacar al niño de la mesa y limpiarla, lavar el instrumental, ser el celador... No me ha importado".
El caso de Carlos Teruel, de 53 años, es parecido. Empezó a cooperar con ONG desde los 20 años, cuando todavía estudiaba Medicina, y desde entonces no ha parado. "Suelo cooperar 3 ó 4 semanas al año", dice. Su experiencia en el barco fue reveladora. "Están muy organizados, no como otras ONG con las que he cooperado. La estructura es la misma que la de un hospital norteamericano, horario incluido", explica. De su paso por Benín tiene mil anécdotas, pero lo que más le sorprendió fue ver columnas de ciegos llevadas por niños, como si fuesen perros lazarillos. "En Benín la tasa de ceguera es muy elevada, y su primera causa es la catarata. La visión es la vida y las posibilidades de subsistir sin ella son escasas".
Cotonú no es el único destino de Mercy Ships. La ONG, que nació en 1978 en Suiza, también ha recorrido las zonas más desfavorecidas de Asia y Sudamérica. Es fruto del altruismo de un matrimonio de millonarios norteamericanos, Don y Deyon Stephens, que durante años vivieron en el primer barco de la ONG, el Anastasis. A éste le siguieron dos naves más, que han sido reemplazadas por la nueva Esperanza de África, que tiene mayor capacidad que las anteriores juntas. Desde hace unos años y a la espera de que se construya una nueva nave, este barco se centra en los países más desfavorecidos de África Occidental, donde hay una mayor concentración de países necesitados según el índice de desarrollo de la OMS.
Según José Uroz, los quirófanos de esta ONG son los más rentables del mundo. A veces, después de operar, ha limpiado la mesa y el instrumental
La mayoría de los médicos suelen quedarse en el barco unas semanas, aunque algunos pueden prolongar su estancia durante meses e incluso años. Es el caso de Gary Parker, jefe de Cirugía del Esperanza de África, un cirujano maxilofacial que lleva más de dos décadas surcando los mares. Allí conoció a su mujer, con la que ha tenido dos hijos que también viven a bordo. "El barco es como una ciudad flotante. Hay una escuela con 40 niños, desde bebés de guardería hasta chavales que cursan el último año del instituto", dice Menzies. En 1986 Parker se embarcó en la primera nave, la Anastasis. "Lo mejor es ver cómo regresa la esperanza a los ojos de las personas", dice.
**Publicado en "Diario Médico"