Antes de venir a Polonia pensaba que en un país tan católico, tan profundamente religioso, la vida debía ser un remanso de paz.
En Londres fui una vez a una iglesia polaca con mi novia, ahora mi mujer, y me impresionó tanto la cantidad de gente que había, como la edad media de los asistentes, que debía rondar los treinta años.
A la salida de aquella iglesia conocí a una chica de unos dieciocho años que, cada sábado por la noche iba a la discoteca y cada domingo a misa. No me cuadraba. La gente que va todos los sábados a la discoteca no es la misma que va todos los domingos a la iglesia. Le pregunté para qué iba a misa cada semana y me miró como si le estuviera haciendo la pregunta más estúpida del mundo. Tanto, que ni siquiera tenía una respuesta.
Debía haberme olido algo porque pronto me dí cuenta de que muchos de los polacos que conocía hacían lo mismo, muchos vivían en pareja sin estar casados o, en algunos casos, incluso se dedicaban a actividades ilegales. Eso sí, la mayoría iba a misa regularmente. Yo pensaba que quizás era porque se habían adaptado al modo de vida occidental y seguía pensando que este país sería un remanso de paz. Algo así como el Tibet europeo. Estaba muy equivocado.
La familia de mi mujer es muy religiosa y yo, como soy muy bien quedado, iba a misa cada domingo que pasábamos en el pueblo. Solemos ir una vez al mes. El caso es que las misas en España duran una media hora y aquí tres cuartos. Se hace muy largo. Pero lo peor es entender lo que dicen. Estar en misa y escuchar el mensaje fanático, apocalíptico de los curas me resulta insoportable.
Una vez convencí a mi mujer de que entráramos, nos quedáramos unos minutos, para que se sintiera más tranquila ya que ella sí es católica y nos fuéramos. Cuando llegamos a casa, la abuela, que no había ido por estar enferma, nos preguntó porqué habíamos salido de misa antes de tiempo.
Estaba claro que la señora tenía sus espías que la mantenían informada de todo.
La semana siguiente me negué a seguir yendo a misa pero la abuela montó una tragedia griega tal que parecía que se fuera a morirse allí del disgusto. La señora tiene noventa años y yo no quería ser responsable de su muerte así que no me quedaba más remedio que ir y escuchar cosas como.
“Polonia es la reserva espiritual de Europa”.
“Un buen polaco solo puede serlo si es a la vez un buen católico”.
“El satanismo lo traen el yoga, la meditación, el pintarse las uñas de negro, el pensamiento positivo…”
“La señora X que tiene tantos gatos y perros y que vive en la calle tal, que haga el favor de encerrarlos el día del Via Crucis porque es un escándalo”.
Y le pregunté al chico, – ¿para qué te confiesas hijo? A lo que contestó. -Porque tengo esa necesidad padre-. Pues yo le dije a ese chico que cuando yo tengo una necesidad voy al váter, a confesarse no se va porque se tenga una necesidad.
Las dos primeras las he oído mucho en versiones diferentes. A los que tienen algunos años o conocen bien la historia reciente de España les sonarán mucho. La de veces que lo dijo Franco. No creo que sea una coincidencia. El papa Wojtyla, al que los polacos le tienen merecida adoración, también encumbró al Opus Dei en el Vaticano y el mensaje de la Obra llega ahora a todas las parroquias del mundo.
Uno podría pensar que el efecto de toda esa retórica en esa masa de polacos que asisten cada domingo a misa es el de convertirles e una nación con una moral medieval. Pero eso es muy erróneo.
En cuanto a la criminalidad Polonia no es ni más ni menos seguro que otros países de la UE: http://www.nationmaster.com/country/pl-poland/cri-crime
En cuanto a la vida sexual, que es el pecado mortal por excelencia,la verdadera obsesión de la iglesia católica, me resultaría difícil decir en que medida los curas influyen en la gente. Las costumbres de los jóvenes no se diferencian en mucho de las de alemanes, franceses o españoles. Las de los mayores es más fácil demostrar en qué medida se ven afectadas por los datos estadísticos.
La tasa de nacimientos es una de las más bajas del mundo: http://www.nationmaster.com/graph/hea_bir_rat_cru_per_1000_peo-crude-per-1-000-people
Las mujeres polacas tienen su primer hijo como media a los 24 años: http://www.nationmaster.com/graph/hea_age_of_wom_at_fir_chi-health-age-women-first-childbirth
Ese tipo de datos demuestran que, contra los dictámenes del catecismo, los anticonceptivos son usados masivamente, sin ningún remordimiento de conciencia.
MONUMENTO AL POLACO QUE INVENTÓ EL PESERVATIVO
Seguro que alguien pensará que en las grandes ciudades la gente vive de otra forma, que en los pueblos la influencia de la Iglesia no depende de la deuda histórica.
Como ejemplo de lo equivocado que puede llegar a ser ese punto de vista relataré el escándalo ocurrido hace poco en la pueblecito de Otorowo, en la que en el día de la mujer (el de la mujer trabajadora en los países que no gobernó el comunismo), se celebró en un edificio público un espectáculo de estriptis masculino. El escándalo no se debía a que un grupo de mujeres asistiera a un evento de ese tipo sino porque lo había organizado la asociación de padres de alumnos de la escuela en la que se reunieron sólo las madres, para, en teoría, conseguir dinero para la escuela, unos 100 euros es lo que recolectaron. Seguro que el chico se llevó más en el tanga.
Vale, se preguntará el lector, entonces,¿qué pinta la Iglesia en la vida polaca?.
La respuesta, obvia, está en la historia. Todos la conocemos. Karol Wojtyla fue, básicamente, el líder que catalizó la caída del comunismo en Polonia, algo por lo que la deuda de los polacos con la Iglesia es inconmensurable. Debe ser difícil ir todos los domingos asistir a misa y dejar la mente en blanco durante casi una hora pero los polacos parecen haber dominado ese arte con maestría. Mi impresión cuando estoy en misa es la de que hay un cura en el púlpito predicando para una enorme sala repleta de… carcasas, cuerpos inertes que hibernan durante ese tiempo, un mar de cabezas vacías que están allí, no para comulgar con Dios sino con una deuda histórica.
La relación de la sociedad polaca con la Iglesia es como un matrimonio mal avenido en que la mujer no se va de casa porque el marido no para de decirle que ella se lo debe todo. No es difícil imaginar como una relación así se termina. El marido o la Iglesia en este caso, un día se encuentra con que la mujer, los polacos, han hecho las maletas y se han largado como ya lo han hecho la mayoría de los europeos y de Polonia como reserva espiritual de Europa quedará lo mismo que aquella de la que Franco con tanto orgullo hablaba.