La imagen que he construido de mí.

Por Psicoabreu Psicólogos Málaga Psicoabreu @psicoabreu

La imagen que he construido de mí

Aquello que pensamos sobre nosotr@s mismos es algo que nos va marcando en todo el ciclo vital a la hora de relacionarnos tanto con los demás como con nosotr@s mism@s. Hoy vemos cómo formamos esta imagen, qué consecuencias puede tener y cómo podemos mejorarla. Hablamos sobre el autoconcepto.

Autoconcepto, ¿Qué es y cómo se forma?

El autoconcepto se trata de la idea, imagen o creencias que tenemos sobre nosotr@s mism@s en cada situación.

Lo hemos ido construyendo desde los primeros años de nuestra vida, siendo la adolescencia una etapa clave, a partir de experiencias, relaciones con los demás, éxitos y fracasos y lo que hemos visto en otr@s.

Entre las distintas variables que lo forman, se encuentra especialmente marcado por las interacciones que tenemos con las personas importantes de nuestra vida.

Cuando somos pequeños, los adultos nos apoyan una parte que vamos convirtiendo en lo que somos y nos penalizan otra que vamos  convirtiendo en lo que negamos ser, de este modo se construye la identidad, lo que “soy” y lo que “no soy”.

Aunque el autoconcepto es dinámico, es decir, puede ir cambiando a lo largo de la vida conforme la persona va creciendo a causa de nuevas experiencias y madurez, suele ser algo bastante estable. Tiene que ver con el rol que desempeñamos en la vida.

Cuando nos identificamos con una forma de ser, nos comportamos de un modo que se pueda ajustar a esa forma, pase lo que pase, y esta forma tan inflexible puede acarrear dificultades.

También es importante tener en cuenta que el autoconcepto se trata de cómo se ve uno mismo, pero eso no significa que coincida con la forma en la que los demás te ven.

Imagen formada por opuestos

El mundo está compuesto por un continuo de polaridades, conocemos la noche porque sabemos del día,  no podemos saber del sueño sin conciencia de la vigilia, ni de la capacidad de memoria sin el olvido, la derecha sin la izquierda no existiría… la luz no puede existir sin la oscuridad… y si no experimentamos una no somos capaces de apreciar la existencia de la otra. Algo así sucede también con el autoconcepto.

Como hemos nombrado, se trata de la selección de algunos aspectos de nuestra personalidad, con los que nos identificamos, mostrándonos así ante el mundo.  Es una forma de decir “Yo soy esto” pero de este modo también estamos diciendo “No soy lo otro”. Cuando nos identificamos con este ideal del yo, desaprobamos  de nosotros mismos todo lo contrario a lo que creemos ser. De este modo tenemos la costumbre de identificarnos solo con ciertos aspectos dentro de un amplio espectro, lo cual nos priva y restringe a la hora de movernos, pensar, sentir y ser.

Cada parte de nosotr@s tiene su opuesto correspondiente o complementario. Se podría decir que las personas somos una secuencia de polaridades interminables, todas están y forman parte de nosotros apareciendo y desapareciendo en diferentes momentos de nuestras vidas y/o cristalizándose y quedándose fijas.

Dificultades del autoconcepto: Soy vs No soy

Tendemos a juzgar, como incompatible, la existencia en una misma persona de características opuestas, de este modo nos auto limitamos. Esto sucede cuando nos identificamos tanto con una parte de nosotros que no nos aceptamos si hacemos, sentimos o pensamos algo que nos aleja de esa parte, rechazando o negándonos el opuesto, hasta el punto de que no solemos situar nuestro autoconcepto en el punto intermedio o centro de estas polaridades, lo que sería mucho más sano para nosotros. A continuación podemos ver algunos ejemplos.

  • Ejemplo 1: Una persona que se percibe a sí misma como alegre, puede rechazar una imagen de sí misma relacionada con la tristeza, y por tanto, no se permitirá sentirla ni mostrarla.  ¿Es bueno estar alegre?  Sí, está bien, pero no podemos ser SIEMPRE alegres, por lo que las personas que se autodefinen así pueden entrar en conflicto en diversas ocasiones de la vida. Por ejemplo puede resultar angustioso estar reunido con amig@s en momentos si no se sienten con las ganas de mostrarse alegres, pensando que no pueden relacionarse de otro modo. Una cosa es lo que soy y otra como estoy. Que te sientas triste o alegre, no implica que seas ni una cosa ni la otra, si no que dependiendo del momento de vida en el que te encuentres, puedes sentirte y mostrarte de una forma u otra, no siendo estas absolutas.

El poder movernos en este espectro sin irnos a un extremo u otro, nos da calidad de vida y nos hace poder ser más auténticos.

  • Ejemplo 2: Por otro lado, encontramos a alguien que tiene un autoconcepto de sí misma como muy generosa, no es capaz de concebirse como tacaña. Esto es muy limitante y produce sufrimiento, ya que nos identificamos con características llegando a creer que nosotros somos eso, somos así y no de otro modo. Negamos y nos negamos la posibilidad de ser de otra forma, ya que esto sale de nuestros esquemas.

Alguien que se percibe a sí misma como generosa, puede tener dificultades a la hora de decir que no, y esto a su vez le puede acarrear ciertos problemas en la vida. “No estoy bien económicamente pero mi prima me pide para su hija un regalo carísimo de cumpleaños, y yo, como soy generosa, y no soy una tacaña, se lo compro, a pesar de que me viene fatal y de que ese dinero jamás lo gastaría en eso.”

  • Ejemplo 3: Una persona que se percibe como alguien muy trabajadora, puede llegar a sentirse mal si tiene que coger una baja porque está enferma, o si durante una temporada no tiene ganas de trabajar, pensando que esto va en contra de lo que es y sintiendo miedo a estar convirtiéndose en una vaga o una irresponsable.

Comportarse de una determinada manera está bien, ser siempre de esa manera, nos puede dañar. La capacidad de poder cambiar y ser, en función de cómo te sientas y de las circunstancias es una de las claves para respetarnos y vivir en consonancia con nosotras mismas.

Integrar los opuestos

Al ser capaces de integrar rasgos opuestos en nosotros mismos, nos completamos y nos proporcionamos la capacidad para adaptarnos a lo externo e interno que acontece.

A nivel emocional, el polo rechazado, que puede ser cualquiera de los sentimientos que se consideran “negativos” frente a los “positivos” o socialmente aceptados deja de estar disponible para la persona cuando le haga falta y además dificulta la vivencia plena de la emoción opuesta.

  • Por ejemplo: Alguien que rechaza en sí mismo la tristeza, no mostrándose nunca ni percibiéndola en sí mismo, tendrá dificultades para sentirla y expresarla cuando está sea necesaria en su vida, como en el momento de afrontar la pérdida de un ser querido. Por otro lado, al tener bloqueado en sí esta polaridad, también se bloquea el opuesto, la alegría, de modo que tampoco sentirá está plenamente.

Listado de polaridades

Cada persona puede ver como polaridad una característica diferente, algunas polaridades típicas entre las que se encuentran las personas son:

  • Tierna/Dura
  • Segura/Insegura
  • Débil/ Fuerte
  • Dudoso/ Decidido
  • Responsable/ Alocado
  • Trabajador/Vago
  • Controlada/ Espontánea
  • Tímido/Extrovertido
  • Ahorrador/Derrochador
  • Princesa/ Guerrera
  • Infantil/ Maduro
  • Intensa/ Aburrida
  • Discreto/ Escandaloso

Lo interesante y sanador es vivencia que no tenemos que ser una cosa u otra, que podemos estar en un término medio según el momento de vida interno y externo y necesidades.

¿Y la autoestima, qué tiene que ver con esto?

Cuando hablamos de autoestima hacemos referencia a la valoración positiva o negativa que tenemos sobre este autoconcepto, se trata de la evaluación propia.

¿Cómo mejoro mi autoconcepto?

Para ello es importante un trabajo profundo de autoconocimiento. Poder ver de dónde vienen estas creencias sobre uno mismo y cómo se ponen en juego en el día a día es indispensable. Identificar qué te aportan y que te restan así como la conciencia que se tiene de las mismas.

Para mejorar el autoconcepto suele ser importante además, cambiar hábitos de pensamientos, adecuar el diálogo interno y el sistema de creencias y trabajar en la aceptación.

La terapia juega una parte indispensable en todo esto, ya que te ayuda a ponerte frente aquellas partes de ti mismo que te niegas y de este modo, aceptarlas e integrarlas para poder hacer uso de esas capacidades cuando sean necesarias sin demonizarte ni sentirte mal contigo mismo.