La importancia de las vitaminas que necesitamos en un régimen cotidiano puede estar dada por distintos factores. La vitamina P, por ejemplo, es especialmente útil por los beneficios que aporta para combatir infecciones, mejorar la circulación sanguínea y favorecer la absorción de otros nutrientes (especialmente de vitamina C). Esta vitamina, también conocida como bioflavonoides, está formada por moléculas hidrosolubles. Entre sus componentes se cuentan sustancias como la rutina, la hesperidina, la naranjina, flavones y flavonales.
Las mejores fuentes de vitamina P son frutas como las uvas, las ciruelas, los pomelos, las cerezas, las grosellas, la zarzamora y el trigo. Al participar en la correcta absorción de vitamina C, los bioflavonoides ayudan a mantener la mejor calidad de colágeno para la piel, incrementando notablemente su elasticidad. La vitamina P también es uno de los mejores antioxidantes, dado que detiene el envejecimiento celular en distintas partes del cuerpo.
Está comprobado que la vitamina P es una gran aliada a la hora de proteger al organismo de la contracción de infecciones (actúa como una barrera natural). Los bioflavonoides, al mismo tiempo, son especialmente útiles a la hora de detener hemorragias y acelerar la reparación de tejido conectivo y capilares rotos. La vitamina P es utilizada como complemento natural de tratamientos de pacientes con úlceras, enfermedades auditivas, asma, abortos espontáneos y enfermedades ginecológicas. Los bioflavonoides también parecen estar implicados en el estado anímico (se les recomienda a los pacientes con depresión).
No existe ningún tipo de riesgo de sobredosificación con vitamina P, dado que las cantidades excedentes se eliminan naturalmente a través de la orina. Hay que destacar que las personas que padezcan de un déficit de vitamina P pueden ser más propensas a formar moretones y a sangrar de forma profusa ante eventuales golpes o heridas.