El escaparate tiene que estar decorado de acuerdo con la arquitectura de la tienda y con la personalidad de la ciudad donde se ubica. Aquí han de estar presentes, la imaginación, la seducción y la sorpresa. Un buen escaparate debe captar en 20 segundos nuestra atención, trasmitir un mensaje e incitarnos a comprar.
Además, el escaparate va a estar condicionado por la marca que exhibe; esta es la responsable de dictar la filosofía del escaparate. El escaparatista debe lograr que una imagen perdure en la mente de los consumidores y, para hacerlo, el logotipo de la marca debe tener un lugar destacado.
Es "la ventana al alma de una tienda"; el escaparate tiene que demostrar armonía entre la arquitectura, el diseño, el espacio, el lugar concreto y el territorio donde se encuentra la tienda. Los consumidores somos cada vez más exigentes y reclamamos escaparates más novedosos y atractivos. Desde la calle convivimos con ellos, forman parte de nuestro paisaje cotidiano.