Para la mayoría de las personas, tener relaciones sexuales por primera vez es un rito de iniciación significativo y memorable. Pero esta experiencia también tiene impactos duraderos en el deseo sexual de una mujer heterosexual más adelante en la vida. La sabiduría convencional nos dice que las mujeres tienen un impulso sexual más débil que los hombres, que la brecha de la libido es grande y estable a lo largo de la vida porque las mujeres están programadas para querer sexo fundamentalmente menos que los hombres.
Un estudio de la Universidad de Toronto Mississauga publicado en el Journal of Sex Research incluyó a 838 adultos heterosexuales y encontró que las mujeres solo diferían de los hombres en su deseo de sexo en pareja si su primera experiencia sexual no era placentera, es decir, si su primera vez le falto el orgasmo. Esto sugiere que, si las primeras experiencias son lecciones poderosas, la primera relación sexual no es una excepción.
El estudio también encontró que la primera experiencia sexual de los hombres no tuvo ningún efecto aparente en sus niveles actuales de deseo sexual. Investigaciones anteriores han demostrado que los hombres son más propensos que las mujeres a sufrir problemas de alto deseo sexual, mientras que las mujeres tienen más probabilidades de tener problemas de bajo deseo sexual, y que la brecha de deseo entre hombres y mujeres sanos persiste durante la edad adulta: perpetuando el mito de que las mujeres tienen un impulso sexual naturalmente más débil que los hombres. Sin embargo el estudio, demuestra que el menor deseo sexual entre las mujeres puede deberse a una diferencia experiencial más que a una diferencia de género.
Esta investigación también tiene implicaciones importantes para la educación sexual, que a menudo se enfoca en la salud sexual y en la promoción del sexo saludable ya que ilustra que la experiencia de la primera relación sexual en sí misma podría ser una fuente de educación sexual.