En el Hospital Garrahan, de Buenos Aires, ya se han impreso ocho corazones para simular cardiopatías congénitas que debían ser intervenidas quirúrgicamente. De esta manera, se ensayaron las maniobras antes de llegar al quirófano y se redujeron los tiempos de la cirugía. “Estamos en los inicios de la impresión 3D, pero planeamos extender el uso de esta tecnología para todos los casos complejos”, señala Marisa Di Santo, jefa de Cardiología del Garrahan y miembro de la SAC. “Somos el único hospital público que utiliza impresión 3D en Buenos Aires y queremos pasar de los materiales rígidos a los flexibles para imprimir”. Por su parte, la empresa Mirai 3D, de Buenos Aires, ya ha colaborado con cirujanos de la Fundación Favaloro y con el ICBA para imprimir estructuras del tórax y válvulas aórticas. “Nuestro emprendimiento apunta a tratar patologías cardiovasculares”, señala Matías Biancucci, uno de los tres estudiantes de Ingeniería que fundó la compañía. “Nos enfocamos en la simulación y trabajamos ahora en punción pericárdica de niños y adultos, entrenamiento médico y cateterismo”. Si bien se pueden construir impresoras en la Argentina, Biancucci recomienda trabajar con impresoras probadas y capaces de imprimir durante horas con total precisión. Como si tuvieran una manga de repostería, las impresoras FDM inyectan por medio de una especie de pico polímeros a altas temperaturas, que se solidifican al tomar contacto con el aire a temperatura ambiente. Biancucci trabaja tanto con PLA (poliácido láctico, de origen natural) como con ABS (un derivado del petróleo). “Lo único que necesitamos es que los médicos nos envíen las imágenes de un estudio de tomografía o resonancia. A partir de esto, segmentamos el área de interés y, mediante un software especial, obtenemos un modelo en 3D, que luego editamos e imprimimos en materiales rígidos o flexibles”, explica el futuro Ingeniero Industrial. “De esta manera, el médico puede obtener una réplica exacta de la estructura anatómica de un paciente y practicar antes de realizar una intervención”. El costo de cada modelo no supera los 10.000 pesos pero en la Argentina todavía las impresiones en 3D no son cubiertas por las obras sociales. No obstante, como estos modelos permiten reducir el tiempo de cirugía y mejorar los resultados, se estima que en el futuro se convertirán en estándar antes de hacer una cirugía cardiovascular de alta complejidad o ciertas intervenciones percutáneas, al menos en adultos. “Creo que la impresión en 3D va a tener un gran impacto en la producción de prótesis para traumatología infantil, pero será difícil que, con los materiales actuales, se aplique a la fabricación de válvulas permanentes para niños, ya que la limitación más grande es que los chicos crecen”, evalúa Di Santo. De todos modos, dice la cardióloga pediátrica, la posibilidad de imprimir en 3D será fundamental para un 30% de los casos de cardiopatías congénitas que llegan al Garrahan y que generan dudas sobre el mejor tratamiento posible. “Por el momento, estamos trabajando en base a resonancias magnéticas o tomografías multicorte, pero queremos evaluar si podemos utilizar ecocardiografía en 3D para imprimir modelos, ya que así evitaríamos tener que anestesiar a los más pequeños para obtener las imágenes”, agrega Di Santo. “Estoy convencida de que la impresión 3D ofrecerá beneficios en diagnóstico, planeamiento quirúrgico, entrenamiento de cirujanos jóvenes y cardiólogos, además de comunicación con los padres”, concluye la cardióloga de la SAC. Por Alejandra Folgarait. Leído en SAC
En el Hospital Garrahan, de Buenos Aires, ya se han impreso ocho corazones para simular cardiopatías congénitas que debían ser intervenidas quirúrgicamente. De esta manera, se ensayaron las maniobras antes de llegar al quirófano y se redujeron los tiempos de la cirugía. “Estamos en los inicios de la impresión 3D, pero planeamos extender el uso de esta tecnología para todos los casos complejos”, señala Marisa Di Santo, jefa de Cardiología del Garrahan y miembro de la SAC. “Somos el único hospital público que utiliza impresión 3D en Buenos Aires y queremos pasar de los materiales rígidos a los flexibles para imprimir”. Por su parte, la empresa Mirai 3D, de Buenos Aires, ya ha colaborado con cirujanos de la Fundación Favaloro y con el ICBA para imprimir estructuras del tórax y válvulas aórticas. “Nuestro emprendimiento apunta a tratar patologías cardiovasculares”, señala Matías Biancucci, uno de los tres estudiantes de Ingeniería que fundó la compañía. “Nos enfocamos en la simulación y trabajamos ahora en punción pericárdica de niños y adultos, entrenamiento médico y cateterismo”. Si bien se pueden construir impresoras en la Argentina, Biancucci recomienda trabajar con impresoras probadas y capaces de imprimir durante horas con total precisión. Como si tuvieran una manga de repostería, las impresoras FDM inyectan por medio de una especie de pico polímeros a altas temperaturas, que se solidifican al tomar contacto con el aire a temperatura ambiente. Biancucci trabaja tanto con PLA (poliácido láctico, de origen natural) como con ABS (un derivado del petróleo). “Lo único que necesitamos es que los médicos nos envíen las imágenes de un estudio de tomografía o resonancia. A partir de esto, segmentamos el área de interés y, mediante un software especial, obtenemos un modelo en 3D, que luego editamos e imprimimos en materiales rígidos o flexibles”, explica el futuro Ingeniero Industrial. “De esta manera, el médico puede obtener una réplica exacta de la estructura anatómica de un paciente y practicar antes de realizar una intervención”. El costo de cada modelo no supera los 10.000 pesos pero en la Argentina todavía las impresiones en 3D no son cubiertas por las obras sociales. No obstante, como estos modelos permiten reducir el tiempo de cirugía y mejorar los resultados, se estima que en el futuro se convertirán en estándar antes de hacer una cirugía cardiovascular de alta complejidad o ciertas intervenciones percutáneas, al menos en adultos. “Creo que la impresión en 3D va a tener un gran impacto en la producción de prótesis para traumatología infantil, pero será difícil que, con los materiales actuales, se aplique a la fabricación de válvulas permanentes para niños, ya que la limitación más grande es que los chicos crecen”, evalúa Di Santo. De todos modos, dice la cardióloga pediátrica, la posibilidad de imprimir en 3D será fundamental para un 30% de los casos de cardiopatías congénitas que llegan al Garrahan y que generan dudas sobre el mejor tratamiento posible. “Por el momento, estamos trabajando en base a resonancias magnéticas o tomografías multicorte, pero queremos evaluar si podemos utilizar ecocardiografía en 3D para imprimir modelos, ya que así evitaríamos tener que anestesiar a los más pequeños para obtener las imágenes”, agrega Di Santo. “Estoy convencida de que la impresión 3D ofrecerá beneficios en diagnóstico, planeamiento quirúrgico, entrenamiento de cirujanos jóvenes y cardiólogos, además de comunicación con los padres”, concluye la cardióloga de la SAC. Por Alejandra Folgarait. Leído en SAC