Un estudio realizado por
investigadores de OHSU en Portland, Oregón, estableció un vínculo entre la
inflamación en mujeres embarazadas y la forma en que el cerebro del recién
nacido se organiza en redes. Los resultados, publicados hoy en la revista Nature Neuroscience, pueden
proporcionar vías prometedoras para explorar tratamientos con potencial para
cambiar estos impactos negativos en la función cerebral del recién nacido. El
equipo recolectó muestras de sangre de mujeres embarazadas en cada trimestre
de embarazo. Las muestras se midieron para los niveles de la citoquina
interleuquina-6, o IL-6, un marcador inflamatorio que se sabe que desempeña un
papel en el desarrollo del cerebro del feto. Cuatro semanas después del
nacimiento, los patrones de conectividad cerebral de la descendencia se
evaluaron mediante imágenes de resonancia magnética funcional. A la edad de 2
años, los niños también fueron evaluados para determinar el rendimiento de la
memoria de trabajo, una habilidad clave que respalda el rendimiento académico y
que a menudo se ve comprometida en los trastornos de salud mental. Los datos de
muestran que las diferencias en los niveles de marcadores inflamatorios se
asocian directamente con las diferencias en la comunicación cerebral del recién
nacido y más tarde con los puntajes de la memoria de trabajo a los 2 años. Los
niveles más altos del marcador durante el embarazo tienden a producir menos
memoria de trabajo en el niño. La inflamación es una respuesta normal del
cuerpo a las infecciones, el estrés o la
obesidad. En las mujeres embarazadas, aumenta
el riesgo de enfermedad mental o problemas de desarrollo cerebral en los niños.