La innovadora propuesta de BASF Arena: claves de iluminación que acompañan el ciclo circadiano

Por Pallares
  • Arquitectura
  • BASF
  • BASF Arena
  • biofilia
  • certificación
  • iluminacion
  • LEED
  • Lyte
  • obras
  • oficinas
  • proyecto
  • tendencias
  • WELL

No es novedad que el paso de la pandemia por el mundo reconfiguró absolutamente la dinámica laboral de las empresas. Hay un antes y un después en las formas de trabajo, la conexión y el vínculo entre los actores que integran una compañía, lo que impacta de forma directa en la configuración de los espacios donde se desenvuelven estas comunidades.

Sin embargo, las repercusiones de este impacto no han sido lineales en ningún lugar del planeta. Mientras que algunas multinacionales se convirtieron al teletrabajo, prescindiendo de sus oficinas físicas, otras no paran de invertir en metros cuadrados de innovación para renovar el compromiso con sus colaboradores y potenciar la cultura organizacional.

Qué es innovador para una organización resulta un concepto amplísimo, que a su vez se acota dentro de ciertos márgenes que no solamente están vinculados al factor tecnológico. Tiene que ver con crear espacios creativos en los que la tecnología dialogue con el confort, el diseño, la productividad y hasta la sustentabilidad, entre otros.

BASF Arena es un ejemplo reciente y concreto de todos estos conceptos. El espacio que inauguró la multinacional química instalada en Uruguay desde hace varias décadas, abrió las puertas de un nuevo espacio hace exactamente un año en el anexo de la torre 4 de World Trade Center.

El proyecto de diseño del nuevo edificio estuvo a cargo del estudio LGD Arquitectos e incluye ocho plantas de estructuras y sistemas que se alinean con los estándares de certificación LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés), destacándose por ejemplo el uso de paneles solares que abastecen de energía a las oficinas y un diseño de iluminación que regula por sí mismo la intensidad de la luz mientras pasa transcurre el día.

Específicamente, en canto a lo que refiere a iluminación, el proyecto lumínico fue suministrado por Lyte, se trabajó con Fabra en el diseño y con la empresa griega Bright como proveedor de luminarias.

La mayor particularidad de este sistema lumínico es que las luminarias van cambiando de color acompañando el ritmo de la iluminación natural, lo que se traduce en importantes beneficios para los trabajadores, ya que se acompaña el ciclo circadiano, además de suponer grandes ventajas para la vegetación natural en los espacios interiores.

En una recorrida por las instalaciones de BASF Arena, Ministerio de Diseño conversó con el equipo de arquitectos de LGD sobre las claves de diseño y eficiencia que comienzan a modular el futuro del trabajo.

¿En qué contexto se da la creación de este nuevo espacio?

Hace dos años y medio que empezamos con esta idea, éramos 450 personas distribuidas en ocho pisos. Con la pandemia y el trabajo híbrido, empezamos a tener esa discusión de cómo crecer. Entendíamos que no era lineal, que no era replicar ocho pisos más. El híbrido ya venía para quedarse y nos dimos cuenta que cada vez que se venía a la oficina no era para meterse en una call y estar tipeando, sino más bien para tener reuniones de equipo. También empezamos a tener equipos mucho más grandes. Antes eran en promedio de 12 personas y ahora algunos llegan a las 30, por lo que no entraban en una sala convencional. Nos pasábamos alquilando espacios más grandes, ya sea dentro de la misma torre o en el hotel de en frente.

¿Esa escalabilidad de los equipos tiene que ver con que trabajan para otros países?

Nosotros 100% trabajamos para afuera. Somos un centro de servicios globales que damos servicios a todas las compañías BASF de América. Hacemos la parte de contabilidad, logística y recursos humanos.

Surge entonces la necesidad de adaptarse a estas nuevas configuraciones de trabajo que dejó la pandemia…

Así es. Empezamos a ver la necesidad de crecer, no en puestos individuales de trabajo, sino en espacios que potencien la colaboración y la integración. El punto de partida fue preguntarnos cómo potenciar la cultura de la organización, incentivando que los colaboradores se crucen e interactúen. Sabíamos, por ejemplo, que queríamos un comedor más grande que no se usara únicamente de 12 a 14 horas, sino que oficiara de punto de encuentro. Todo esto se lo íbamos transmitiendo a los estudios que participaban de la licitación. A grandes rasgos los requerimientos eran: generar áreas de hasta 200 personas, salas para equipos más grandes, y que tanto la tecnología como la innovación y la sustentabilidad empezaran a formar parte de la cotidianidad. El resultado es este gran espacio de 700 metros cuadrados, con estaciones alternadas y una configuración que muta todo el tiempo porque los muebles son movibles.

¿Cómo se resolvió el tema iluminación?

Lo que más destaca es un sistema de control centralizado por WiFi y luminarias que acompañan el circuito del sol en cuanto a la temperatura de la luz. Es decir, se sigue el circuito circadiano. Reforzando este concepto las cortinas están motorizadas para poder tener el control y hacer más eficiente la iluminación dentro del edificio.

¿Cuál fue el desafío más grande para obtener la certificación LEED?

Que estamos operando en un edificio existente y los puntajes de LEED en general tienen mucho que ver con XX (toda esta parte de diálogo no la entiendo, habla con muchos tecnicismos y no pude sacar la idea, sumado a que hay palabras que no se escuchan porque empiezan a caminar). Después, desde el punto de vista de consumo por iluminación y agua, son pocas las intervenciones que se tienen que hacer. En rigor, si uno quisiera ir a certificaciones de tipo Platinum en LEED hay varios puntos adicionales, por ejemplo, la mitad de las tomas eléctricas tendría que estar asociada a sensores de movimiento que detecten si hay personas o no, si hay iluminación exterior o no. Son sistemas un poco más complejos. Una desventaja que tuvimos al momento de tomar la decisión de certificarnos tiene que ver con la huella de carbono que se genera a nivel de construcción. Si bien esta fue una obra súper ordenada, que podría haber aplicado, al hacerlo a descuento, los puntos LEED, que básicamente son control de deshechos, no pudieron computar. Por otra parte, hay otros aspectos que forman parte de la cultura de BASF a nivel de diseño, que sumaron naturalmente, como el uso de materiales reciclados, vegetación natural, calidad de aire, etcétera.

Todas esas certificaciones implican costos adicionales que repercuten en la inversión inicial, ¿estaban contemplados como parte de este proceso?

Nosotros nunca tomamos la certificación como un objetivo en sí mismo. La sustentabilidad es parte de nuestra estrategia corporativa y queríamos que el nuevo edificio estuviera alineado con esa filosofía. Después, nos dimos cuenta que todo ese compromiso con el medio ambiente era muy difícil de reflejar. Más allá de que sabíamos que muchas cosas nos podían jugar en contra, nos pareció que estaba bueno tener el certificado y demostrar que estamos comprometidos con esta estrategia. Pero fue más que nada una oportunidad.

¿Ya tienen implementada la certificación en otras oficinas del mundo?

En Brasil sí, pero son sitios productivos más que oficinas. No es que sea una política que las oficinas tienen que ser certificadas LEED. Sí hay para los sitios productivos estrategias y políticas a nivel de impacto. Por eso no era un requerimiento nuestro per se, sino que formó parte una estrategia que estuvimos conversando, conociendo y aprovechando.

¿De ese proceso se encargaron ustedes?  

No, lo hicimos con la ayuda de una empresa argentina especializada, que también nos asesoró en la certificación Well (chequear, está confuso). El asesor estuvo desde el día uno porque las planillas son eternas. Rescatamos todos los requerimientos que se pudieron. Desde el punto de vista de movilidad, por ejemplo, incluimos la estación de carga de monopatines; en cuanto a lo que refiere a diseño, apostamos a la innovación y la ergonomía, incluyendo sillas con tres o cuatro tipologías de alturas que garantiza el confort y mejora la postura. También está toda la parte de biofilia, que tiene mucho peso. Esto no solo tiene que ver con incluir vegetación en el diseño, sino con evocar a la naturaleza a través de él. Optamos entonces por formas sinuosas y colores que formen parte del paisaje natural. Otra cuestión es la clasificación de basura, para lo que tenemos contratada una empresa que asegura la gestión consciente de residuos durante toda la cadena.

La innovación en el diseño es uno de los puntos de LEED. A nivel de materiales y técnicas, ¿cuáles dirías son los highlights?

Creo que lo más innovador es toda la tecnología aplicada a la vegetación. Porque el equipamiento es innovador pero no deja de ser de línea, resulta innovador en cómo lo utilizamos. Diría, entonces, que lo más distintivo tiene que ver con generar toda una atmósfera que incluye hasta sonido ambiental., incorporando materiales reciclados, atendiendo cuestiones de ergonomía, sin que todo junto pareciera un cambalache. Los espacios se intervinieron contemplando la diversidad y la necesidad como estímulo. Todos somos distintos, todos reaccionamos distinto a los estímulos, entonces sabemos que hay gente que puede venir acá y pasarla bárbaro y otros que necesitan concentrarse y tener su sala.

¿Creés que la tendencia tiende al intercambio de personas y funciones o más bien a la reducción de funciones y por ende de personas?

Es una mezcla. Puntualmente, nosotros tenemos una estructura pero no sabemos si el año que viene vamos a mantenernos igual porque la dinámica es muy cambiante. Ahora estamos con el trabajo de todas las oficinas de América centralizado acá, de manera que en cierto sentido crecimos pero también bajamos un poco. Además, se viene otro proyecto totalmente distinto, con otra estrategia corporativa, que seguramente nos hará crecer un por más de tres años. Estamos en permanente evaluación de qué servicios se amerita traer y eso hace que hasta la estructura de cada equipo sea variable.

¿Cómo comenzaron con la puesta en marcha del proyecto?

Empezamos en noviembre de 2020 y el espacio lo alquilamos en julio de 2021. Todo comenzó a nivel interno. Intentamos volver a entender nuestra forma de trabajo, en base a percepciones, ya que poco se conocía del trabajo híbrido. No había un estudio empírico de como funcionaría esta nueva modalidad. De a poco, habiendo pasado un año y medio, vamos confirmando algunas percepciones aunque es realmente ahora que empieza la evaluación. ¿Esto necesitan los equipos? ¿Debemos generar más salas de reuniones y menos puestos individuales? ¿Se necesitan espacios aún más abiertos? ¿Hay que agregar o quitar pisos? ¿Se debe venir más a la oficina o menos?

¿Y cómo auditan todas esas cuestiones?

Mediante encuestas internas, focus group… El proceso más difícil es el de filtrado porque la gente tiene una idea de lo que quiere, pero en general no está basado en la realidad. Hay mucho de aspiracional. Así que sin dudas el desafío es seguir transitando un terreno que nadie conoce y que va a seguir cambiando. Encontrar la ecuación que permita adaptarte a medida que recorrés el camino. Los últimos estudios internacionales hablan mucho del exceso de estos espacios y de una posible consecuente pérdida de la productividad. Porque, en algún punto, la gente necesita una estructura. Resulta clave entender que todas las personas somos distintas y los espacios deben contemplar la necesidad de cada grupo.

Créditos fotográficos: Santiago Chaer

  • Arquitectura
  • BASF
  • BASF Arena
  • biofilia
  • certificación
  • iluminacion
  • LEED
  • Lyte
  • obras
  • oficinas
  • proyecto
  • tendencias
  • WELL
Compartí en las redes