La Kika Taberna ¿gastroqueeee?

Por Amoras
Se define como gastrotaberna pero de gastro tiene lo que yo de dragqueen. La Kika Taberna está en pleno Chueca y solo por eso queríamos hacer la entrada. No por el restaurante en si, que fue un espanto. Sino por la ubicación, por Chueca, una zona de Madrid que siempre ha sido famosa por ser la zona gay por excelencia y un barrio con mucha marcha pero que ahora, cada vez más, también es un barrio para salir de cañas o a cenar, a tomar copas tranquilas o a comer bien. Cualquier noche con buen tiempo pasear por sus calles recuerda a otras zonas cosmopolitas como El Borne barcelonés o, salvando las distancias, el Soho londinense. Cada vez hay más locales, es imposible reservar en muchas de sus tabernas sino lo haces con días de antelación. Hasta Chicote tiene su Yakitoro en la frontera de este barrio con la Gran Vía (Calle Reina)
Y eso es lo que nos pasó, íbamos al teatro, intentamos reservar en los más conocidos y no había sitio en ninguno... llegamos a este... era el más vacío de la zona (ahora sabemos porqué) y como tenía pinta de modernillo decidimos entrar a probarlo.
El servicio fue muy correcto y la chica que nos atendió fue muy amable, educada y profesional en todo momento. Tenía un control muy bueno de los ritmos y de los platos en las mesas. Pero falló la cocina... no fue para nada decente; empezó mal el tema cuando se les oía discutir desde nuestra mesa, escuchábamos quejas mientras intentábamos tragar alguna de las cosas que nos habían servido. Nos sentíamos como Chicote en Pesadilla en la Cocina.
Pedimos como tapita una piruleta de pollo que no estaba del todo mal pero era algo insípida

También unas milhojas de salmón con gulas. Quizá era porque esperábamos algo más original pero nos decepcionó, lo que nos sirvieron fue salmón ahumado con gulas y otro trozo de salmón ahumado encima. Acompañado de ensalada, eso sí, con vinagre de módena y plato cuadrado. Algo que nunca puede faltar en un sitio "moderno"

El siguiente plato fue una sepia y aquí empezó el desastre. Dura era poco. Tenías que tener mandíbula de acero para poder morderla. Servida también con su plato cuadrado y su ensalada con aceite de módena. No se salvaba ni la salsa.

El último plato fue un Revuelto de bacalao dorado (á Brás). Tampoco lo pudimos comer de lo salado y seco que estaba. Lo salado, en un bacalao, se perdona. El problema era lo seco seco que estaba, denotando mala cocina ya que podían haber hecho menos el huevo para dejar el conjunto más meloso.

He de decir que nosotros nunca devolvemos un plato a la cocina. Lo probamos, decimos si nos gusta o no y ya está pero, llegados a este punto, la camarera debió ver que no comíamos y nos pregunto si iba algo mal. Le dijimos que la sepia estaba dura y que el revuelto seco y se ofreció a retirarlo y no cobrárnoslo. La primera vez que nos pasaba algo así.
Al final, como teníamos prisa le dijimos que si, que lo retirara, que no nos lo cambiaran por otra cosa y, sin pedir postre, pagamos y nos fuimos. La cuenta sin el revuelto, dos vinos, una Coca-cola y un agua rondó los 40 euros.
Viendo la competencia que tienen cerca, por mucho que sea Chueca y que siempre haya gente, creo que o cambian su comida o poco durarán. Al poco descubrimos que en Groupon ofrecen cupones descuento para comer en este sitio lo que indica que no triunfan demasiado.