Con una evidente relación de conjunto se erige una estructura de cristal, madera y hormigón. Amplias aberturas dan luz natural, llenando los pasillos y las habitaciones. El arquitectoJosef Hohensinn a creado esta majestuosa prisión. Una carcel de la ciudad austriaca de Leoben bajo el concepto de diseño: “Máxima seguridad exterior – Máxima libertad interior”.
La arquitectura penitenciaria se ha desarrollado unida a la percepción social del concepto de punición, un debate abierto entre los favorables a la reinserción y los que consideran las cárceles demasiado confortables.
Muchos critican el lujo de las instalaciones, a lo que Hohensinn sostiene que: “la cultura de un país se expresa también en el trato que se da a los grupos sociales más marginales”
“Toda persona privada de libertad será tratada humanamente y con respeto a la dignidad inherente de la persona humana.” esta es la leyenda que aparece a lo largo de la prisión, un muro de hormigón que contiene el texto del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Todo bajo control, tanto en el interior como en el exterior. El diseño interior está cuidado y se han estudiado hasta los colores que se utilizaron. Tanto las celdas como las salas de visita cuentan con una luminosidad poco frecuente en las cárceles.
No ha sido el único proyecto que contempla el diseño y la estética, la arquitecta Blanca Lleó junto con Emilio Muñón y Javier Maroto, formó en los ochenta el grupo de arquitectos recién licenciados a los que el Ministerio de Obras Públicas encargó revisar los modelos de cárceles a tenor de la primera Ley de Régimen Penitenciario de la democracia española. Así abrieron las penitenciarías “a las características de una arquitectura digna, higiénica, saludable”, donde los presos disfrutan del -“derecho al trabajo remunerado, a un economato. En definitiva, a una vida digna”.
Pero como versa una cancion popilar mexicana “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”.