La línea, reina en las joyas de Alexander Calder

Publicado el 14 agosto 2012 por Clarisaralton

Podían ser bisabuelas de las wire-bijoux, preanunciar el brutalismo o la tendencia tribal tan en onda. Ahora mismo también, podrían entrar en las categorías más altas de lo que se llama "joyería de autor". Pero las joyas de este originalísimo escultor, fascinado por la pintura abstracta de Mondrian y de Miró, parecen casi de juguete: un alambre se enrolla sobre sí o se desenrolla, viborea y antes de morir muerde su cola; o se tuerce hacia adentro y afuera enlazando a otra línea más ancha a fuerza de curvas; o visibles remaches y martillo lo fijan en un cruce con otros alambres aplanados para un funcional empalizado.

 Línea va línea viene, crecen las formas, los volúmenes, las piezas. Jamás son inocentes.

Aunque comenzó de niño, regalando a su familia animalitos hechos en alambre, las joyas de Alexander no fueron un garabateo de latón dentro de su obra: 1800 joyas no se hacen para distraerse.

Anillo
Casi todas, al principio, fueron para su mujer Louisa James, a quien conoció en 1929 y para quien primero realizó un anillo de oro que la novia usaría para su compromiso. Luego comenzó a exponerlas y comercializarlas.

Otra pieza de sus inicios en joyería es este collar regalado a su madre. Hecho en alambre de latón, trozos de cerámica antigua hallada durante un viaje a Córcega y trozos de cuerda, 
alrededor de 1930.  
Broche "Flor". 1938
Con lata y algún que otro trozo de madera, cerámica, vidrio no engarzados sino atados... a lo sumo con un poco de oro o plata pero ningún otro valor agregado a ese concienzudo estudio de la línea con el que este escultor-dibujante-ingeniero fue capaz de establecer siluetas, planos, volúmenes y movimiento.

Brazalete
Podría decirse que la línea fue la reina de su obra y que sus joyas fueron otro campo de experimentación político y logrado.
Alexander Rower, presidente de la Fundación Calder, explicaba que “el uso de materiales simples era intencional, ya que Calder pretendía poner de manifiesto que cualquiera puede adornarse con hermosos objetos, no tienen que ser piezas con incrustaciones de diamantes o ser valiosos (sic.)
Broche de alambre de acero galvanizado martillado y vidrio atado.
Desde ésta perspectiva, Calder creó la mayor parte de sus collares, broches y colgantes en materiales no preciosos -hilo de latón (aleación de cobre y cinc) martilleado en cintas o en hilos, o labrado en arabescos, en anillas entrelazadas, en espirales, rulos e hileras y volutas… formas puras de gran sensibilidad estética que aún hoy son vanguardia.

Un collar en plata, cuerda y cinta de 1943. Se notan los contornos y superficies ligeramente irregulares y cierto tipo de tratamiento "brutal" de la pieza, posiblemente influencia del primitivismo vigente en los círculos artísticos que frecuentó Calder en París.  
Brazalete "oval", con alambre de latón y de cobre martillado y remachado
Para Alexander Calder el verdadero valor de una joya estaba en su proceso creativo, cuyo diseño intelectual y manufactura se influyen de tal modo que son interdependientes. Tanto que jamás aceptó su reproducción en serie. Cada una fué tan única que hasta llegó a diseñar las cajas de  madera en que irían guardadas.

Algunas de sus joyas, como los pendientes de los que se ufanaba Peggy Gugenheim (foto), integran elementos que recuerdan a sus "móbile", nombre con que Marcel Duchamp bautizara sus esculturas colgantes, integradas por partes que parecen flotar con cierto equilibrio.
En su joyería Calder se mostró mucho más libre para combinar motivos geométricos y figurativos que en sus esculturas, así como para integrar elementos de culturas autóctonas de Perú o Brasil, por ejemplo los broches tipo pájaro de Nazca.

Esta muñequera y este cuello recuerdan los usados por las tribus amazónicas.

Las peinetas son un capítulo muy prolífico en su joyería, igual que sus broches, que solían llevar las iniciales de sus portadoras.



Broche de 1946, realizado para su mujer, donde puede adivinarse su nombre: L U I S A
Hacia 1960 Calder deja de hacer joyas pues comienza a interesarle mucho más el formato grande y sus creaciones viran de la línea hacia la intersección de planos. No obstante hay un grupo especial de collares gigantes en alambre de latón martillado, de 35x40 cm. creados hacia 1940. "Arpas", "Corazón" y "El marido celoso" son los destacados de este grupo.
"El marido celoso", uno de sus más famosos y reproducidos collares.
La modelo es Angélica Houston, posando para el New York Times Magazine
del 17 de octubre de 1976.Luego de ver este collar, es imposible obviar a Calder como un precursor de la bijoutería actual.

 Collar "Corazón"
por Clarisa Ralton