La madera en la construcción de casas unifamiliares

Por Luissantalla

imagen: Rocamadera

La madera como material ha pasado de ser una parte esencial (estructuras y forjados) durante séculos de nuestras viviendas. Todavía a día de hoy hay costumbres que parece que no arraigan en la buena construcción, sobre todo cuando hablamos de nuestras propias viviendas, que son los lugares con mayores exigencias.

Cuando hablamos de construcción de casas unifamiliares hablamos de usos poco intensos (no como puede ser un pasillo de un centro comercial, que no hay casi ninguno en madera, por cierto) pero que son igual de exigentes, como por ejemplo, movimientos de muebles, juegos de niños, arenas en los zapatos, friegasuelos inapropiados…

Para ello, es vital conocer las tipologías de productos relacionados con las maderas, ya enunciadas en el blog en otras ocasiones, y también las pequeñas particularidades de cada material a la hora de su instalación. Para ello desglosamos los productos en tres grupos:

La madera natural

Cuando utilizamos la madera directamente aserrada y cepillada debemos de tener en cuenta sus tiempos de secado. Esto nos afecta a cómo irá evolucionando el material una vez puesto. Si no ha sido convenientemente secado se producirán alabeos a medida que el material vaya madurando. Esto va a depender también de la parte del tronco que ha sido utilizada para elaborar la sección que estemos utilizando.

Cuando estamos trabajando con materiales de poca sección, como las tablas, cuando realizamos un machiembrado debemos asegurarnos de que trabajamos con una madera perfectamente estable a nivel de movimientos internos.

Luego, claro está, como es un material “vivo” debemos dejar las juntas de separación oportunas para que pueda moverse con los cambios de humedad. Se trata también de un producto generalmente atacable por insectos xilófagos, que debilitan la sección y pueden propagarse a elementos del mobiliario y a otro tipo de productos, como los libros.

La madera laminada

Se trata de una buena opción cuando se busca una resistencia estructural, además de que por sus tratamientos y adhesivos, es poco “apetitosa” para xilófagos.  Con este sistema tenemos la posiblidad de tener mayores secciones de material y las garantías de un fabricante, que en el caso de las maderas naturales son más difíciles de conseguir.

Por su composición suele ser más estable que la madera natural, aunque los cambios de humedad le afectan igualmente. De esta manera hay que prever la ventilación de los apoyos, en el caso de vigas, y dejar unos márgenes suficientes contra otros elementos constructivos para que la madera se pueda mover.

Los contrachapados y otros tableros

Cuando la madera deja de tener una sección importante y pasa a ser una lámina o una viruta hablamos de elementos generalmente planos, tableros, tablas, molduras, etc. Su papel fundamental son los acabados. En el caso de los tableros contrachapados vamos a unos elementos altamente resistentes y con unos acabados nobles.  No así los tableros de algomerado (de virutas pequeñas) que generalmente se rechapan con melaminas. Estos dos tableros se diferencian sobre todo en su comportamiento en caso de humedad.

Los aglomerados sufren mucho con la humedad y dejan de servir si sobre ellos existen bisagras u otro tipo de anclajes. No así los tableros contrachapados, muy resistentes a la humedad y a los xilófagos, además de ser los mejores para asegurar cualquier elemento atornillado.

En un caso intermedio están los MDF, o DM, tableros de viruta muy fina, que son estables y perfectamente útiles en el caso de mobiliario, o de trasdosados (substituyendo por ejemplo a los paneles de cartónyeso), muy fáciles de pintar y de manipular.