La magia del cuarto oscuro II

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Bañado por la luz roja del laboratorio, mientras la ampliadora proyecta la imagen negativa sobre el papel, yo me quedé pensando que, a pesar de que actualmente hay un grupo creciente de gente que se anima a explorar en la fotografía analógica, la gran mayoría sólo llega a tomar las fotografías y revelar el rollo.

Somos pocos los que continuamos realizando nuestras copias en papel en el cuarto oscuro, que es, en mi opinión, donde podemos ser testigos de la magia de registrar una imagen.

La aguja del timer retrocede lentamente, la imagen continúa proyectándose...

Esa magia empieza cuando la luz de la ampliadora se enciende, y pasa a través de los condensadores, convirtiéndola en luz colimada. Esos rayos, ahora paralelos, atraviesan el negativo y luego los lentes del objetivo, para proyectar ingenuamente la imagen sobre el papel sensible. Y así quedará inmutable por un tiempo, segundos, minutos, hasta que en algún momento, la aguja del timer llegará a cero y la luz de la ampliadora se apagará. En ese punto, todo parecerá igual que en el instante previo a iniciar la proyección.

Pero algo habrá cambiado. Ese papel, que seguirá igual de blanco que al comienzo, ahora guardará celoso una imagen latente.

Cuando levante el marco del marginador ya no habrá posibilidad de arrepentirse. Si intentase luego continuar exponiendo el papel, puede que éste se haya movido, y sólo lograría que la imagen aparezca doble, con una especie de fantasma. Tomaré esa hoja de papel y la sumergiré delicadamente en la cubeta con revelador. Durante los primeros segundos no pasará nada, al menos no en forma visible. Luego, la maravilla.

Unas tenues sombras comenzarán a esbozarse en el papel. Ante nuestra vista incrédula, la imagen irá cobrando vida, cambiando segundo a segundo. Las sombras se irán haciendo cada vez más profundas, las formas empezarán a reconocerse, cada vez mejor definidas. En las zonas claras comenzarán a aparecer detalles. Poco a poco la fotografía irá tomando cuerpo, enriqueciendo sus tonos, tomando un aspecto cada vez más...

La aguja del timer llegó finalmente a cero y la luz de la ampliadora se apagó con un sordo chasquido que me distrae de estas elucubraciones.

Levanto el marco del marginador, tomo la hoja del papel ya expuesto y la sumerjo en la cubeta con revelador, aguardando presenciar, una vez más, la maravilla de ver aparecer la imagen, esa magia que nos regala el cuarto oscuro.

La magia del cuarto oscuro

Ariel Till

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