Los expertos alertan de que si esa resistencia se extiende por el sureste asiático y se traslada al África subsahariana, donde se dan la mayoría de los casos de malaria, la situación sería grave, ya que se reducirían las posibilidades de curar la enfermedad.
La investigación, publicada en la revista médica The Lancet, señala que en la frontera entre Tailandia y Birmania el parásito plasmodium, que causa la malaria y se transmite a través de los mosquitos, ha incrementado su resistencia a los tratamientos de artemisinina, un medicamento recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y considerado como el mejor fármaco contra el paludismo.
Esta zona está a más de 800 kilómetros de otra, en Camboya, en la que también se ha detectado esa reducción de la efectividad del remedio, lo que indicaría que las cepas resistentes se están extendiendo.