La Medicalización y no enfermedad, Tu Opinión Importa

Por Hilari

Obra de Carlos Martorell 2012

1º OPINIÓN,Carlos Gener Galbis :
«En los países desarrollados la obsesión por una salud perfecta se ha convertido en el factor patógeno predominante». Ante la obsesión de una salud perfecta, que padece nuestra sociedad, son palabras cuyo valor persiste hace más de 25 años.

La perspectiva interactiva de Goffman esta especialmente dirigida a los procesos de institucionalización y estigmatización. El 'estigma' de Goffman se basa en los conceptos sociológicos de 'etiquetado' y 'desviación'. 

El etiquetado es un proceso de importancia entre los interaccionistas, que ha tenido amplio desarrollo en la literatura crítica sobre la “enfermedad mental”.Las decisiones de 'etiquetado' de algo como patológico o que precisa una intervención terapéutica y la variabilidad del umbral a partir del cual los individuos pasan a ser considerados pacientes de una determinada condición, han mostrado su utilidad en la comprensión de otros aspectos preocupantes de la práctica sanitaria, como es la generalizada variabilidad en las decisiones clínicas.Turner distingue entre los niveles individual (experiencia de salud y enfermedad), social (dinámica institucional y regulación de los procesos mediante el etiquetado y la noción de desviación) y societal (estructuras sistémicas que moldean los patrones de los dispositivos asistenciales).

El concepto de enfermedad resulta huidizo una vez se renuncia a considerar su existencia objetiva y se acepta su carácter de 'constructo social', un paso difícil, pero necesario adoptando perspectivas históricas, antropológicas o sociológicas. La definición de un proceso como enfermedad puede hacerse desde una instancia exterior (la mirada externa del profesional 'el paciente ante mi'), o desde una interna (la auto percepción 'yo ante mi la enfermedad'). Pero el descrédito de la primera como legitimación de la enfermedad no se refleja en una desmedicalización, puesto que la otra perspectiva interioriza los valores y discursos de la primera, conformando una peculiar mirada médica aplicada por legos.

Hoy en día la definición de enfermedad va ligada cada vez más al desarrollo tecnológico. La tecnología contribuye al conocimiento médico de diferentes maneras. Por un lado establece los signos, marcadores y resultados que definen las enfermedades. Igualmente influye poderosamente sobre los modelos explicativos de la enfermedad, así como en el modo en que se organizan el conocimiento médico, su clasificación. En conjunto, el incremento de capacidades tecnológicas aumentan la sensibilidad de la identificación de enfermedades y disminuye el umbral a partir del cual se deben tratar, aumentando así la incidencia de las estas.

Así, el problema que resulta consiste en definir qué es y qué no es enfermedad. 
Incluso las situaciones 'pre' se han socializado y ya se habla de prediabetes, prehipertensión, preosteoporosis, prepsicosis etc. 
Según los expertos, esto es el paso previo a la mercantilización de la enfermedad y a la Medicalización de la vida. Resultado de todo ello es la medicalización de la sociedad. La medicalización de las no enfermedades, la medicalización de los fenómenos sociales (vejez, soledad, infelicidad, etc.). Como fondo, la práctica medicalización de la sociedad en su conjunto. Seguramente un factor que en el futuro será decisivo para la desmedicalización es recuperar la ahora diluida relación médico-paciente basada en una situación de confianza y respeto mutuos, con la participación activa del paciente en la toma de una decisión final. Esta relación nunca debió perderse o viciarse.
La 'no enfermedad' se define como «un problema humano catalogado desde alguna instancia como una condición médica para el que se obtendrían mejores resultados si no fuera considerado y tratado así». Esto requiere aceptar que no todo sufrimiento es una enfermedad. Así, la orfandad es un proceso doloroso, aunque es preferible a la alternativa posible (morir antes que los progenitores), pero abocado a medicalización si hay una inadecuada elaboración del duelo.
Las discrepancias entre profesionales y usuarios sobre la consideración de algunos fenómenos como enfermedades están ampliamente documentadas. Cuando se consultó a tres grupos con diferente formación sobre el carácter patológico de una serie de procesos, algunos, como la senilidad y la resaca eran vistos como no enfermedad de manera congruente tanto por los profesionales sanitarios como por los estudiantes de secundaria y los universitarios no médicos. En cambio se apreciaban importantes discrepancias entre el primero y los últimos grupos sobre la insolación, el codo de tenista o la sobredosis de barbitúricos.
2ª OPINIÓN, Richard Gray:“Por qué los fármacos sí sirven para la salud mental”A menudo se dice que la psicoterapia -los llamados tratamientos "hablados"- es la mejor forma de ayudar a la gente con problemas de salud mental.
Pero el profesor Richard Gray, experto en atención y cuidado de enfermos, cree que en ocasiones los fármacos son la mejor alternativa.
La depresión y la ansiedad pueden afectar a personas en algún momento de su vida y es una de las principales razones por las que la gente es dada de baja en el trabajo o pierde su empleo.Los tratamientos psicológicos, como la terapia cognitivo conductual (TCC) y los medicamentos antidepresivos son formas muy efectivas de tratar estas enfermedades.Sin embargo, cuando se le da a elegir a la gente muchos prefieren las terapias habladas a los fármacos.No es claro porqué los pacientes optan por un tratamiento psicológico, pero quizás se debe a las historias negativas que escuchamos en los medios de comunicación y al estigma asociado a tomar pastillas para las enfermedades mentales. "Buscando ayuda en otra parte"
En muchos países, el acceso a tratamientos psicológicos está muy limitado debido al número muy bajo de terapeutas calificados que pueden ofrecer estas terapias.Para mejorar esta situación, en el Reino Unido se lanzó un programa en 2007 para hacer más accesibles los tratamientos psicológicos para muchos más pacientes. Se invirtieron unos 275 millones para ayudar a los pacientes económicamente inactivos a regresar al trabajo.Pero para cuando finalizó el primer año del llamado "Programa para Mejorar el Acceso a las Terapias Psicológicas" (IAPT) se encontró que los pacientes sólo habían recibido, en promedio, tres sesiones de tratamientos, en lugar de las 20 que recomendaban los expertos para que la terapia fuera efectiva para la depresión y la ansiedad.Además se vio que muchos pacientes suspendían las terapias antes de que éstas dieran frutos. Sin duda, esto refleja algo sobre la calidad del tratamiento o sobre la forma en la que se está ofreciendo.La mejora del acceso a los tratamientos psicológicos es uno de los principales fines de muchas organizaciones de ayuda para la salud mental.Y los políticos suelen centrar sus estrategias de salud mental en cómo mejorar el acceso a las terapias psicológicas.¿Acaso no es hora de cuestionarse por qué esta obsesión con los tratamientos hablados?
"Herejía"
Aunque hoy en día parece una herejía sugerirlo, quiero defender el muy importante papel que los medicamentos pueden jugar en el tratamiento de las enfermedades mentales.Los antidepresivos son muy efectivos para tratar depresión moderada a severa, alivian rápidamente los síntomas de angustia y discapacidad en cerca de siete de cada 10 pacientes.Sí, los fármacos pueden tener efectos secundarios, pero también las terapias psicológicas.
Según Richard Grey, hay muchos pacientes con los que ha trabajo que sienten apasionadamente que los antidepresivos, literalmente, les han salvado la vida.A diferencia de las terapias habladas, la prescripción de un medicamento garantiza que los pacientes tendrán la dosis completa del tratamiento.Cuando se trata de una enfermedad mental severa, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, Richard Grey cree que es incluso más importante defender a los medicamentos y deben ser vistos como el fundamento de un tratamiento efectivo."Recientemente me quedé atónito al escuchar a varios colegas psiquiatras experimentados promoviendo las terapias psicológicas como su alternativa preferida para tratar a pacientes con estas enfermedades".Ésta es una consecuencia problemática y peligrosa de nuestra obsesión por los tratamientos hablados.

La TCC puede ayudar para tratar la esquizofrenia y el trastorno bipolar (pero no la manía), pero requiere que los pacientes primero tomen fármacos.Tanto las terapias psicológicas como la medicación juegan un papel en ayudar a la gente a continuar con su vida y recuperarse de una enfermedad mental.Creo que enfrentamos un enorme desafío para garantizar que los pacientes obtengan la calidad de tratamientos hablados que necesitan, y esto no significa una terapia cognitivo conductual para las masas.El consumo de fármacos significa que los pacientes obtienen un tratamiento que ha demostrado ser efectivo para tratar sus síntomas.


3ª OPINIÓN, Richard P. Bental:MEDICALIZAR LA MENTE¿Sirven de algo los tratamientos psiquiátricos? Se pregunta el psicólogoRichard P. Bental en su obraMedicalizar la menteEl argumento principal de su libro es que “la psiquiatría convencional no ha tenido rigor científico ni tampoco éxito a la hora de ayudar a algunas de las personas más vulnerables y que más sufren de nuestra sociedad”. Esta afirmación provoca duras reacciones, incluso entre los psiquiatras más abiertos. “Este tipo de respuesta, reconoce el autor, refleja una comprensible dificultad a la hora de distinguir entre serantipsiquiatríay estar en contra de lospsiquiatras¨.

Durante las décadas de los años sesenta y setenta , cuenta Bental, fueron los psiquiatras disidentes como Thomas Szasz y Ronald Laing quienes formaron el núcleo de lo que se conoció como movimiento antipsiquiátrico, el cual, quizás debido a que estaba en sintonía con el espíritu antiautoritario de la época, disfrutó de un apoyo entre los intelectuales. Lo cierto es, también, que la psiquiatría ha sido única en cuanto a que genera tanto fascinación como desconfianza entre las personas inteligentes. Esto ocurre a lo mejor, reflexiona el autor, porque, a diferencia del resto de especialidades médicas, no hay otra que tenga la facultad de poder obligar a las personas a recibir tratamiento, y porque algunos de estos que se han infligido a los enfermos mentales parecen más aterradores que la misma locura. “O quizás también sea porque las ciencias humanas de la psicología y la sociología dan la impresión de ofrecer una clara alternativa a la forma de pensar de la medicina respecto al sufrimiento humano, lo cual hace sospechar que, en este campo, mucho de lo que pasa por la ciencia médica le debe más a Frankenstein que a Louis Pasteur o a Alexander Fleming”.
Una diferencia importante entre los años setenta y la actualidad es que ahora se sabe mucho más sobre los trastornos psiquiátricos. Lejos de reforzar el enfoque médico, lo que demuestra la investigación científica reciente es que éste tiene muchísimos defectos. Como consecuencia de ello, ha empezado a dibujarse un nuevo panorama para las enfermedades mentales, afirmar el autor.
¿Existe alguna prueba de que la psiquiatría haya tenido un impacto radicalmente positivo en el bienestar de los seres humanos?
Sorprendentemente, según el destacado psicólogo Richard P. Bentall, parece que la respuesta es negativa. Mientras que la historia reciente de la medicina somática ha estado marcada por grandes y espectaculares avances que han conducido a un aumento significativo de las probabilidades de supervivencia en casos de enfermedades potencialmente mortales, no existen pruebas de similares avances en la capacidad para tratar un trastorno mental grave.
En su libro anterior, Madness Explained: Psychosis and Human Nature, Richard Bental tuvo como objetivo demostrar como la investigación moderna nos estaba conduciendo a la comprensión coherente de la locura, explicando lo que consideraba incorrecto de algunas teorías sobre las enfermedades mentales aceptadas de forma generalizada y que él argumenta a través de pruebas relevantes meticulosamente documentadas.
En Medicalizar la mente, nos revela la cruda realidad que se halla tras los sistemas de atención a la salud mental en Occidente, donde según la OMS los pacientes se recuperan con mayor dificultad que en los países en vías de desarrollo. Dado que la atención psiquiátrica se construye con frecuencia sobre la base de mitos y confusiones sobre la locura, los pacientes de este sistema, especialmente vulnerables, no tardan en descubrir la fuerte dependencia que la psiquiatría tiene de los fármacos.
Bentall aboga fervientemente por una nueva forma de atención al paciente, una atención que considere a cada persona individualmente y establezca un intercambio comunicativo con ella, replanteando así la forma de entender los trastornos mentales y su tratamiento en el siglo XXI.”Irónicamente, aunque quizás no sorprenda a muchas personas ajenas a la psiquiatría, las pruebas resultantes de los estudios demuestran que una relación cálida y colaborativa, no solo no es prescindible, sino que es la clave del éxito de la atención psiquiátrica. Por lo tanto, si se pretende que los servicios psiquiátricos lleguen a ser terapéuticos de forma genuina y ayuden a las personas en lugar de simplemente “tratar” sus problemas, será necesario redescubrir el arte de relacionarse con los pacientes con calidez, amabilidad y empatía.”El autor sostiene, además, que la participación de los pacientes en el diseño y desarrollo de los servicios médicos es lo que puede hacer que tengamos más probabilidades de conseguir unas mejorías duraderas.
4ª OPINIÓN: Irving Kirsch(Vídeo facilitado por César de "Saltando los Muros"):
El poderoso efecto placebo y la industria farmacéutica