Desde los días previos a fin de año se observa que las personas intentan adecuar el comienzo del año entrante a una serie de estrategias, muchas dentro del mundo mágico, para así intentar que el nuevo camino a desarrollar durante el año entrante sea positivo. Cada año nos trazamos nuevas metas, curioso, esperamos a fin de año como fecha solemne que nos ayude a acabar con una mala racha y comenzar con una nueva vida. Es como si el resto del año vivido no hubiera existido, y bueno me dejo llevar hasta que ese nuevo año me depare un futuro mejor, igual de incierto que el anterior, pero mejor. Para ello, acudimos al pensamiento mágico nos vestimos con algo nuevo, nuestra ropa interior debe de ser roja, y si podemos encender velas de distintas tonalidades aún mejor, comenzaremos así el año con buen pie. Y analizando todo esto, me planteo, que triste ¿no?, dejar todo en las manos de rituales paganos ancestrales, y yo ¿qué papel juego en mi futuro?. si todo va a depender de que me coma las uvas sobre el pie derecho, ¿para qué me muevo a conseguir y planificar logros?. Y el problema es que todo esto se repite cada diciembre y se mantiene vivo todo el mes de enero, sin darnos cuentas que atentamos contra nosotros mismos, contra nuestras propias capacidades. Es verdad, que hace unos meses la matemática probaba la existencia del factor suerte, pero dejarlo todo en manos del mismo, no se cuestiona la base del potencial humano.
Las expectactivas son siempre positivas en nuestra vida, entrarían dentro de la perspectiva de futuro como posibilidad de potenciar el cambio a través de las metas, siempre y cuando la metas sean concretas y facilmente alcanzables. Cosa normalmente irreal en las expectativas de cambio planteadas cada comienzo de año, ya que planteamos grandes logros, como dejar de fumar, o como conseguir un trabajo en épocas de crisis socio-económica.
Centrándonos concretamente en el tema que nos ocupa, es decir, en el papel que juegan las expectativas y a posteriori, la motivación en la planificación y generación de metas vitales que potencien el bienestar personal, podríamos entonces definir la expectativa como la evaluación subjetiva de la probabilidad de alcanzar una meta concreta, esto nos va a permitir el poder predecir la probabilidad mediante la experiencia previa de predecir la consecusión de una determinada meta en función de nuestra historia de vida. Por lo tanto, cada expectativa se forma a partir de nuestra percepción para proyectarnos en el futuro y predecir la probabilidad de poder conseguir una determinada meta a la hora de realizar una tarea, evidentemente, es fundamental para nuestras predicciones como las emociones positivas o negativas anticipan nuestras predicciones. Por lo tanto, cuando afrontamos una determinada actividad en primer lugar realizamos una evaluación subjetiva del nivel de dificultad del procedimiento y de los conocimientos y destrezas que poseemos para llevarlo a cabo. Dichas evaluaciones que convertimos en predicciones nos permiten hacernos una idea que nos plantea la posibilidad de conseguir esa meta, bajo esos juicios predictivos tomamos la decisión de llevar a cabo dicho plan para intentar conseguir sus metas.
En estos juicios predictivos, no solo juegan un papel importante nuestra experiencia previa, además juegan un papel importante nuestras creencias y nuestras emociones, además de la posibilidad de tener una capacidad desarrollada de proyectarnos positivamente en nuestro futuro. Este último elemento juega un papel esencial en nuestro bienestar psicológico.
Efectivamente, es crucial conocer las metas que nos planteamos, pues si entendemos que si nos planteamos metas irrealizables o de gran dificultad, por muchas expectativas de éxito que tengamos, será difícil que la consigamos,pero de la misma forma esta no consecución de una meta, nos generará emociones negativas, lo que nos hará disminuir nuestras expectativas positivas, ya que como hemos visto con anterioridad, las expectativas se generan por nuestra historia de éxitos principalmente. Por lo tanto, el plan de estructurar una meta, y que estén acorde con nuestras expectativas positivas, nos plantea separar una gran meta en pequeñas submetas que nos ayuden a vivir emociones positivas tras la concesión de las diferentes pequeñas metas, lo que hará que nuestras expectativas de éxito suban, pero no solo que queda ahí la cuestión, sino que al mismo tiempo y como planteamos en otros artículos: "la felicidad se encuentra en la antesala de la felicidad" como plantea
Eduardo Punset. por lo tanto tendremos más procesos de logro que nos harán dar conseguir una vida con sentido, es decir, podremos adornos nuestra vida.
Y por último si esas metas nos permiten realizar tareas que nos hagan experimentar la sensación de flujo, es decir, experimentar el disfrute, pues entonces, bajo esas características rellenaremos las tres formas de vida que potencian el bienestar personal y generar felicidad, es decir, viviremos emociones positivas, además encontremos la vida comprometida con una determinada actividad, dicha actividad si esta relacionada con nuestras metas, nos hará experimentar al sensación de disfrute personal.
Para finalizar, los diferentes procesos de consecución de metas hará que experimentemos la vida con sentido, principalmente estos tres aspectos están bajo el control de nuestra voluntad, todo ello nos plantea únicamente, el generar expectativas positivas, y motivarnos positivamente para conseguir diferentes metas. En ese sentido, como conclusión las expectativas positivas favorecen nuestro bienestar, ya que nos proyectan en el futuro positivo, lo que nos genera felicidad.
Jose J. Rivero
Psicólogo
Experto en formación
Terapeuta.
Coaching emocional.