La muerte de Josu reabre el debate de las antenas de telefonía cerca de colegios

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Vuelve la polémica por las antenas de telefonía móvil situadas cerca de colegios. En el instituto Solokoetxe de Bilbao ha fallecido un chico que desarrolló leucemia mientras cursaba allí sus estudios. El centro educativo está rodeado por trece antenas que emiten niveles de radiación muy altos.

Josu, que así se llamaba el alumno, es uno de los tres chicos que contrajeron leucemia siendo niños y estudiando en el IES Solokoetxe. Las instituciones públicas responsables no han protegido la salud del alumnado ante los constatados riesgos, asociados a la exposición a radiaciones electromagnéticas procedentes de un mástil de antenas de telefonía próximo al centro escolar, según narran las familias afectadas.

Las niñas y niños de Solokoetxe están expuestos a niveles de radiación cientos de veces superiores a los máximos de exposición recomendados desde la Resolución 1815 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, texto al que se han adherido los parlamentos navarro y vasco y ayuntamientos como el de Donostia-San Sebastián, Vitoria-Gasteiz u Hospitalet del Llobregat.

Se da la circunstancia de que la normativa bilbaína está anticuada en lo que respecta a la protección de la salud y esos niveles son legales.

Los padres y madres del colegio piden que se tomen medidas preventivas como el apantallado de la escuela. Incluso han denunciado que en enero pasado el Parlamento Vasco aprobó una partida de dinero en ese concepto sin que se haya tenido noticias al respecto. Una decena de familias han sacado a sus hijos del colegio.

Lo que ocurre en Solokoetxe recuerda el caso cuatro alumnos enfermos de cáncer en 2001 en el colegio de primaria García Quintana de Valladolid, con 61 antenas de telefonía en sus inmediaciones. El trágico desenlace se cobró la vida de Carla, que
con siete años se les fue a unos padres atónitos ante tanta desgracia y “casualidad” juntas. El mástil de antenas fue desmantelado por orden judicial y desde entonces tan solo se ha dado un caso de cáncer entre el alumnado (en el año 2003).

Las alertas están basadas en un creciente cuerpo de investigaciones científicas que reportan graves daños para la salud de este tipo de tecnologías, recogidas en el Informe Bioinitiative. Esto condujo en 2011 al Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) a clasificar a las radiaciones electromagnéticas de las líneas de alta tensión y transformadores eléctricos, además de todo el espectro de las radiofrecuencias como “posible carcinogénico en humanos”.

Investigaciones más recientes lo califican como “carcinógeno humano conocido” (al igual que el tabaco y el amianto) como indica la actualización de 2014 del citado Informe BioInitiative.

Las comunicaciones inalámbricas forman parte de nuestra vida cotidiana hoy y no se trata de renunciar a ellas tanto como de regularlas para que su impacto ambiental sea cero a ser posible y si no mínimo. En todo caso han de primar el derecho fundamental a la información sobre salud y el principio de precaución.