Es impactante leer el obituario de una persona en la que todo lo que se dice es mentira y en la que se ensalzan virtudes que el finado ni de lejos conoció. Y lo es saber que esa persona que llevaba una doble vida, que se creía muy importante, que te miraba por encima del hombro y jugaba con la vida de los demás, ahora está muerta y le dedican palabras tan falsas como su vida.
Esa persona ha muerto pero los frutos del mal que ha hecho permanecen. No es tan fácil arrepentirse en el último momento y ya está. La vida continua después de la muerte, aunque antes de morir tenemos muchas oportunidades para cambiar.
Si se entra en la inercia del mal y la corrupción, llegará un momento en que moriremos y entonces , por muchos obituarios bonitos que nos hagan, nos enfrentaremos con la Verdad y no podremos seguir mintiendo.
La muerte nos hace iguales a todos, pero al malo no le transforma en bueno.