Morir es un vicio interminable que, a veces, depende exactamente del Clima pero cuando toca morir de una forma profesional, como aquella, no iba a depender de ningún factor como el tiempo atmosférico porque aquella faena es activa, ininterrumpida, orientada a un fin; independiente de las condiciones climáticas... sin embargo, ese día había buen tiempo, lo recuerdo; aunque Las Tres Hermanas estaban De Copas en el Tarot y eso seguramente lo echaría a perder todo... o quizás trastrocaron de nuevo la elección y me tomaron directo del Tótem del Gato mientras El Cuervo sobrevolaba alto y El Mono dormía fuera, en un Árbol de Baobab... encontraron La Casa prácticamente deshabitada... Me correspondía el Nº 24, pero no por día sino de Grupo y se quedó en suspenso algún almanaque diferente del giro habitual en este planeta; se traspapelaron los expedientes, las órdenes, los meridianos... y el agobio de la jornada me devolvió a la estación esa donde ya no pasa un tren que te lleve al Oeste porque en ese mapa coincide con un tramo de vía muerta... y El Sol, al final, no se pone ese día...
... sí, había buen clima y era también Verano aunque Diciembre porque Sur; y, aunque 11, no Domingo, como yo creía...; para colmo, La Muerte había llegado demasiado temprano Ese Año y, de nuevo, me tocó llegar tarde a La Cita...
(Short Story, Autor: Víctor José Guindo Singh.)