Me siento inicialmente asaltada por la sorpresa al recorrer Soy familia,la muestra de Denise Groesman en Big Sur. Lo que en primer lugar puede verse es una sucesión de muros blandos, un recorrido de ladrillos dibujados mediante bordados. En esas paredes aparecen también figuras que pueden identificarse como masculinas y femeninas pero son más bien de género incierto, asoman a través de contornos esbozados, incluso aquella que exhibe púdicamente sus “tetitas”, como ella las llama, en medio de ese raro laberinto mullido y tibiamente iluminado, como con luz de gruta.
En estas paredes blandas las representaciones aparecen de ambos lados. No se trata exactamente de bordados, lo que la artista realizó es la acción de dibujar a través de zurcidos, gruesas costuras de hilo sisal que marcan trazos planos sobre las telas. Éstas a su vez forran los muros del color de los ladrillos antes de que se revoquen o bien cuando, al pasar el tiempo, lo han perdido. Detrás de las paredes en sucesión aparecen pinturas que exhiben escenas varias, una carpa en un rincón que tiene dentro otras telas en semipenumbra y un video. Hay otro más pero éste encerrado entre dos de esas paredes, una simpática caricatura de un pato que habla de alegría y que aparece en el fondo de una de ellas, cuyo orificio invita a espiar. Todo contribuye a mirar cada rincón y a recorrerlo varias veces, cada pasada agrega información visual a un conjunto ciertamente raro en su modo de presentación que sigue una hilo lineal a las obras precedentes de Denise. Habiendo visto muchas otras antes, puedo decir que la sorpresa que me asaltó es que si bien es una continuación de los mismos temas, la vuelta a la infancia, la familia, el alrededor de situaciones que le son cercanas, parece haber encontrado el modo en el que todo manifiesta fácilmente un sentido que antes se encontraba de manera esquiva. En las figuras que utiliza como referentes hay paralelos en los que los espectadores puede encontrar su familiaridad.
Este modo de representación es simple pero también extraño, como es ella; la puesta puntualmente, se trata de una citación al artista francés Jean Dubuffet (1901-1985) cuyos temas, representados de madera sencilla fueron la gente común y la vida cotidiana. Denise toma a su vez a Ema, su madrina, una referente familiar con la que intercambia información de los aconteceres diarios. Las pinturas, -las que por su tratamiento aportan a rarear el resto- sin perspectivas, están basadas en fotografías digitales que Ema le transmite y en las que le cuenta sus novedades. Éstas son variopintas, el disfrute de un nieto, un festejo, una máscara cosmética casera. Estos temas amables sin embargo se ven como si Denise las viera a modo de escenas quietas a representar, las pinta luego a la manera de una naturaleza muerta, un estudio, como si la composición de esa cotidianeidad tuviese que hacerse de manera distanciada, perdiendo el enlace afectivo que les dio origen. Es una obra sobre asuntos pequeños y también enormes, el todos los días. Ella parece buscar el encuentro de ese esplendor esquivo y por eso los ofrece lastimados de luz, de una forma que iguala la paleta y potencia ese clima notable de lo que tiene brillo en sordina. Parece muy estudiado cierto descuidado en la ejecución, como de esbozo en las figuras, dónde prescinde a sabiendas de la minucia detallista y de la pincelada exhaustiva, una elección ventajosa muy favorecedora en ese claroscuro.
El fanzine de edición limitada publicado del mismo título de la exhibición, contiene textos que aclaran aun más las intencionalidades. No hace falta para el disfrute de la exhibición pero es recomendable, esbozos escritos de lo que puede verse y en los que dice, verbalmente, un poco más, pero lo mismo: “Fíjense que los muros apenas si difieren de los suelos, salvo en que los primeros son verticales. Funcionan para mí como superficie virgen abierta (…) el muro se me aparece como un extenso libro en el que poder escribir y leer”.
Hasta el 15 de julio en Big Sur. Carlos Calvo 637. Ciudad de Bueno Aires.