La noche de los lobos, de Federico Volpini

Por Eltiramilla

El príncipe Baldwyn, el único heredero al trono del reino, ha desaparecido. Parece haber sido raptado en extrañas circunstancias por un barco de piratas vikingos. Unos piratas que, por cierto, no tienen mucha suerte, porque en plena noche después de uno de sus saqueos, los atacan. No muy lejos de allí, en la isla de Ith, una pareja muy peculiar formada por una niña llamada Iva y un fantasma apodado Ozias, discute acaloradamente por culpa de un objeto mágico que se ha deslizado hasta el fondo de un pozo. Mientras tanto, Dama Bibiana, una experta pacificadora, discute de negocios con un senescal y unos condes que le piden su ayuda para encontrar al joven príncipe desaparecido. Ella aceptará, siempre y cuando reciba una valiosa recompensa…

La noche de los lobos es una novela muy viva y ligera que emite destellos clásicos. Su autor, que escribe con un tono quijotesco, parodia los tópicos más trillados de la fantasía épica clásica, describiendo escenas disparatadas con un puntillo humorista muy bienvenido por el lector. Por otra parte, los personajes que crea Volpini son pocos y, en general, están esbozados levemente: tenemos, por ejemplo, a Iva, la joven protagonista, una chica que se suele meter en muchos problemas y cuyo valeroso corazón logra salvarle el pellejo en más de una ocasión; y luego también tenemos al fantasma, un personaje que está en todas partes pero a la vez en ninguna y que susurra consejos al oído de nuestra joven guerrera cual Pepito Grillo. Ellos son las principales voces narrativas, pero también encontramos alguna secundaria interesante, como la del joven buhonero Rowan Balder o la de la “verdadera gente” que vive en el Pantano Amarillo. Si profundizamos en la geografía de este reino ficticio, Federico Volpini escatima en descripciones pero no en imaginación: valiéndose sólo de algunas palabras clave recrea un universo rico y conocido. Sin embargo, aunque la ambientación me ha parecido fabulosa, no ocurre lo mismo con la estructura de la novela: si bien la pluma ágil del escritor abre una historia interesante que respeta las costumbres de la época y recrea con gran realismo las relaciones entre los personajes, de repente se vuelve caótica y nos regala escenas inconexas y confusas que se salen de la línea argumental. Esto, en realidad, son flashbacks ciertamente originales, pero también muy incómodos y chocantes a los que me costó acostumbrarme. A este desconcierto le sumo el regusto amargo por el desenlace, precipitado y cubierto de algunas muertes un tanto melodramáticas.

Puede que La noche de los lobos no sea una lectura inolvidable, pero la verdad es que se agradece el intento del autor de escribir una fantasía más pura y menos comercial. Además, como libro autoconclusivo se ajusta bien a su propósito y es fiel a sus ideales hasta el final, y eso, queridos amigos, es algo que cada día valoro más.