El estudio, publicado en el International Journal of Epidemiology, encontró que aquellas personas que padecían obesidad desde la infancia, tenían más del doble de riesgo de dificultades con esas tareas que aquellos que no fueron obesos de niños.
Además, los autores del estudio concluyeron que las personas que eran obesas desde hace más tiempo también tenían más probabilidades de tener un IMC más alto a los 50 años.
De ahí la importancia de prevenir y retrasar el inicio de la obesidad para mitigar el riesgo de un funcionamiento físico deficiente en la mediana edad. La obesidad afecta a la salud en cualquier caso, pero cuanto más tiempo se vive con obesidad peores son sus efectos para la salud pero también para el funcionamiento físico.
¿Y qué se entiende por funcionamiento físico?
El funcionamiento físico se evaluó con un cuestionario validado que preguntaba a los participantes cómo de capaces eran para realizar las tareas físicas del día a ía, como llevar de compras, agacharse, arrodillarse, subir escaleras y caminar distancias moderadas.
La mitad de los participantes clasificados con mal funcionamiento físico informaron que tenían problemas para arrodillarse o agacharse y poco más de una cuarta parte tenían dificultades para bañarse o vestirse.
Afortunadamente hoy exisen numerosas opciones para tratar la obesidad y mejorar algunas de las enfermedades asociadas a la obesidad como diabetes tipo 2, hipertensión etc... pero a pesar de ello es importante concienciar sobre el daño que la enfermedad causa hasta que se decide llevar a cabo un procedimiento.