La ocultación del patrimonio. Paraísos fiscales

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Por su propia naturaleza los datos de los que se dispone no son precisos, por lo que es necesario recurrir a las estimaciones; en esta línea, para hacernos una idea, se supone que en estos paraísos el volumen de transacciones se cuantifica en más de un tercio del PIB mundial.

El 26 de mayo de 2011, hace cinco años, tuve la ocasión de participar en unas jornadas sobre Voluntariado de Cooperación al Desarrollo en la Universidad de León. De mi conferencia extraigo el siguiente artículo sobre los paraísos fiscales, asunto de rabiosa actualidad, aunque su origen tiene lugar muchos años atrás y, por desgracia, no se aprecia voluntad política de acabar con ellos tan pronto como desearíamos. Los medios de comunicación de masas van buscando, sencillamente, el sensacionalismo, sin entrar en el análisis, sin hacer pedagogía, sin valorar las graves consecuencias que tienen estas formas de evasión para el conjunto de los pobladores del planeta y, en particular, para los países en vías de desarrollo.

Los paraísos fiscales, conocidos también como enclave offshore o de baja retribución, enclave extraterritorial, oasis fiscal, tax havens (refugios de impuestos), etc., etc., son una lacra para la humanidad, constituyen un instrumento para fomentar la desigualdad entre unos y otros, para enriquecerse más y más de manera lícita o ilícita.

Comenzaremos por decir que los paraísos fiscales no son sólo las islas caribeñas, las islas del pacífico o los pequeños países. Aunque no hay un acuerdo, son del orden de 70 lugares, entre los que se encuentran Nueva York y Londres, quienes ofrecen reducción o eliminación de impuestos cuando se realizan ciertas operaciones financieras.

Hemos de señalar, en primer lugar, que las ventajas fiscales de estos lugares son sólo y exclusivamente para los extranjeros ya que la regulación legal para los residentes es diferente. Además, el dinero que reciben no tiene ninguna proyección sobre la actividad productiva del país, por el contrario su único destino es el mercado especulativo buscando exclusivamente la revalorización o la ocultación de patrimonio.

¿Quiénes son los que refugian su dinero en estos países? Fundamentalmente tres tipos de agentes: bancos, multinacionales y particulares con grandes patrimonios, entre los que se encuentran actores y actrices de éxito, deportistas, cantantes y otros tantos profesionales, esos que, con una doble moral, se hacen merecedores del aplauso por crear fundaciones y cooperar con los países en desarrollo. De los paraísos fiscales salen esos grandes volúmenes de dinero que cada día participan en esos entes "ocultos" que llaman mercados. Participan en las bolsas de valores, en la compra-venta de divisas, en la compraventa de metales preciosos, pero sobre todo, hoy día, se dedican a la compra de deuda pública, provocando grandes desequilibrios entre unos estados y otros, haciendo variar eso que llaman prima de riesgo para asfixiar, como estamos observando, a los estados europeos ribereños que se ven obligados a llevar a cabo reformas y recortes en detrimento de las clases menos favorecidas.

Intentaremos analizar la presión que estas injustas formas de enriquecimiento ejercen, fundamentalmente, sobre los países en desarrollo.

Para encontrar algunos datos necesarios para el análisis, nos apoyaremos en ciertos informes elaborados por entidades públicas, entre los que destaca un Informe noruego publicado en 2009, elaborado por una comisión de expertos por encargo del propio gobierno, y cuyo principal objetivo es el de "evaluar los efectos dañinos que los paraísos fiscales están causando en los países en desarrollo". También lo haremos en otro más conocido, elaborado por el departamento político de Oxfam de Gran Bretaña.

Las pérdidas económicas de los países en desarrollo relacionadas con actividades extraterritoriales son incalculables. Como en otros casos, debido a la opacidad de los paraísos fiscales, no se puede precisar el dinero que fluye hacia ellos procedente de los países pobres o en vías de desarrollo. La valoración más optimista estima que el dinero que sale es el mismo que lo que supone la ayuda que prestan los países ricos. Global Financial Integrity en un informe emitido recientemente dice que se estima que el importe que sale es diez veces superior a la ayuda oficial al desarrollo destinada a países necesitados.

Estas son las tres principales maneras de cómo perjudican los centros extraterritoriales los intereses de los países pobres: competencia fiscal y elusión de impuestos, blanqueo de dinero e inestabilidad económica.

a) Por un lado, la competencia fiscal hace que los ricos de los países en desarrollo desvíen sus capitales hacia los países extraterritoriales; por otro lado, esa misma competencia fiscal obliga a los gobiernos a bajar las tasas impositivas sobre sociedades a inversores extranjeros. En la actualidad pocos países en desarrollo aplican tasas impositivas superiores al 20%. Los fondos que se pierden por agujeros negros fiscales, y entran en centros financieros extraterritoriales, se podrían utilizar para financiar inversiones básicas en sanidad y educación.

b) El mundo extraterritorial es un paraíso seguro para prácticas como la corrupción política o el tráfico de armas, diamantes y drogas. Los paraísos facilitan a élites corruptas de los países pobres el saqueo de fondos públicos, lo que puede ser la mayor barrera para el desarrollo económico y social. Se ha calculado que en Nigeria, durante la dictadura de Abacha, fueron robados de los fondos públicos 55 mil millones de dólares americanos. Los países del norte presionan a los del sur para que adopten sistemas presupuestarios más claros y transparentes; sin embargo, potencian la corrupción al no tratar con eficacia la eliminación de los paraísos fiscales.

c) El sistema extraterritorial contribuye a la creciente incidencia de crisis económicas que han destruido el sistema de subsistencia de países pequeños. Los paraísos fiscales se han convertido en imprescindibles para el funcionamiento de los mercados financieros. Tanto antes como ahora, la inestabilidad de divisas y las subidas y bajadas de los movimientos de capitales en todo el mundo se han convertido en rasgos característicos del sistema financiero mundial. Las crisis que asolaron el oriente asiático fue, por lo menos en parte, el resultado de la volatilidad de los mercados. Arrastrada por la crisis asiática, la economía de Indonesia sufrió una grave contracción, y el número de personas que viven ahora bajo el umbral de pobreza se multiplicó por dos, alcanzando los 40 millones. En Tailandia, años atrás, el presupuesto de sanidad se recortó casi en un tercio. Tanto en un caso como en el otro la deuda pública contraída no les permite ahora levantar cabeza.

¿Puede ser que algún día, tal vez no muy lejano, los países del sur de la UE se vean abocados a situaciones semejantes a las de estos otros países en vías de desarrollo?, ¿es posible que la creciente deuda pública de estos países ribereños llegue a estrangular sus economías hasta el punto de no poder cancelarla nunca?

Los paraísos fiscales, y aquellos que los alimentan, juegan un papel primordial en este proceso de empobrecimiento paulatino al que están siendo sometidos países como el nuestro.