La paciencia

Por Saludyotrascosasdecomer
Ya no nos queda otra que esperar. La paciencia como el más certero de los tratamientos. Después del relato de dolor, de las preguntas, de las respuestas calladas, de la intuición errada, de las palmas frías de las manos sobre el vientre febril, del orbicular contraído por la sospecha, del estudio de los fluídos, de las pruebas analíticas y, tal vez, si es necesario, de las radiológicas, de alguna confirmación y de varias dudas recién nacidas. Después de los consejos pedidos, de la fruta y del pescado sin sal, del paseo entre los chopos, de la sustancia que conquista los valles del estómago y se une a los receptores adecuados y desencadena un efecto similar en cuerpos tan distintos, una mejoría imperceptible, quizás, un fogonazo de placer, un vahído, la mirada perdida, las agujas de luz que someten la andorga, el desfile de lágrimas, el desasosiego y tras él nada, exactamente igual que antes, doctor, igual. Nada. Entonces no nos queda otra que esperar sentados y dejar que opine el tiempo. La paciencia, créame, la paciencia como el más certero de todos los tratamientos.