En lo personal, sigo adaptándome, ahora que soy una abuela que ve crecer a su nieto de cuatro mientras aún tengo una hija menor en la escuela, un hijo mayor aún en el nido familiar, un esposo con todo lo que eso lleva consigo....y sigo adaptándome a todo ello y sus propios cambios.Después de pasar por la menopausia y sus estragos, entre ellos los calores que aún no me dejaron del todo pero que, gracias a Dios, no me visitan tanto, he sufrido mi parte y para aminorar los daños he realizado muchos cambios en mis hábitos y hasta en mi comportamiento. Sin embargo, para seguir en este escenario cambiante si morir en el intento, reconozco que he debido desarrollar una cualidad en proporciones gigantescas: la paciencia.
Sí, y para situaciones diversas y a veces contrarias.
A veces trato de mantenerme con firmeza en una postura y otras prefiero ceder el paso y seguir mi camino sin alterarme, todo con una cuota extra de paciencia. ¿Cuándo insisto y cuando cedo? Como decía mi suegra, “¡Sábelo Dios!”. Sólo sé que en ocasiones tengo más energía para resistir y en otras sólo quiero mantener mi hogar en paz y mi salud mental en niveles moderadamente aceptables y soy capaz de dejar pasar un ciclón sin que se me levante una ceja.