Ahora bien, ¿comunicamos de la mejor manera posible…? ¿Nos damos cuenta de con qué estamos cargando nuestras palabras? ¿Escogemos las más adecuadas para nuestros propósitos? Preguntas como éstas responde Pere en su vídeo, pero no se conforma sólo con esto: nos presenta al lenguaje como un líquido revelador de esas creencias limitantes, que debido a su gran presencia en nuestra sociedad se tornan invisibles, como el agua para el pez.
Frases como “yo tengo un hijo”, “tengo hambre”, “¿qué hora tienes?”, “soy camionero”, “no tengo saldo”… se convierten en auténticas pistas de lo que nos está limitando en la vida. Pere, desde su experiencia personal, nos dice cómo podemos empezar a utilizar estas pistas para ir sintiéndonos creadores de nuestra propia vida.
Al final de la filmación, nos sorprende sacando a su adolescente interior, y mostrándonos su fuerza y su indignación ante la impasibilidad de ciertos grupos de poder. Su dedo acusa, pero su corazón modera, en una verdadera danza de la búsqueda del equilibrio. Como despedida, vuelva a la sabiduría de su anciano y a la inocencia de su niño, plasmándolo todo con un beso que nos regala como un adiós, queriendo decir justamente lo contrario.
Os invito a poneros cómodos y a disfrutar de esta creación de Pere Ardevol, quien confiesa que a este otro lado de la cámara el corazón le late más deprisa.
EL PODER DE LA PALABRA - 1 - MIZAR from MIZAR-PETRUS on Vimeo.