La patata transgénica como mejora potencial de la competitividad del sector

Por F.guiral - S.pérez

Mertxe de Renobales Scheifler*

Jornadas Técnicas de Patata

Cooperativas Agro-Alimentarias

Escuela Agraria de Arkaute Itsasmendikoi-Arkaute (Alava)

Según se recoge en el programa de las Jornadas, en este momento de crisis “el Consejo Sectorial de Patata de Cooperativas Agroalimentarias ha decidido dedicar sus jornadas técnicas anuales a reflexionar sobre las vías de salida de esta situación, siendo el momento de hablar de soluciones“. Los asistentes a las Jornadas fueron en su mayoría, personas relacionadas con el sector procedentes de toda la geografía española.

Me habían encargado que explicara a grandes rasgos qué son los cultivos transgénicos, cómo se hacen, y en qué consiste la patata Amflora. Debo decir que pocas veces he visto un público tan atento e interesado.

Comencé explicando la tecnología transgénica, una de las últimas que se ha desarrollado y que nos permite mejorar las características de los cultivos, diferenciandola de otras tecnologías denominadas comúnmente como convencionales. Recordé cuáles son y expliqué esquemáticamente cómo se hace una planta transgénica y cómo se va probando desde el laboratorio al invernadero y posteriormente en campo abierto para seleccionar las mejores.

Después expuse cómo se modifica inintencionadamente el genoma de las plantas según la tecnología que hemos utilizado para su mejora. Quedó muy claro que las plantas mejoradas mediante mutagénesis inducida por irradiación tienen modificaciones más extensas que las transgénicas, lo que sorprendió bastante, ya que las primeras son clasificadas como convencionales. Así, quedó claro que aunque no hayamos sido conscientes de ello hasta hace relativamente poco, hemos modificado los genes de todas las plantas que cultivamos desde hace mucho.

Con ayuda del mapa del ISAAA, comprobamos que los países en desarrollo van aceptando los cultivos transgénicos al mismo ritmo o quizá un poco mayor en los últimos años que en los países industrializados. Este mapa es muy llamativo porque queda claro que Europa está prácticamente al nivel de África y Oriente Medio. Además, es posible comprobar la diversidad de cultivos transgénicos que existen y, como muestra, una larga lista de los que están en diversas fases de desarrollo. Queda bastante claro sin tener que decirlo expresamente, que la tecnología transgénica está aquí para quedarse.

Pasamos a la cuestión de si son buenos o malos para los consumidores o dicho de otro modo la evaluación de la inocuidad. Es relevante mencionar que los cultivos convencionales no se han evaluado nunca, aun teniendo que retirar algunos porque se vio que eran tóxicos después de su comercialización. A alguno de los mayores le sonaba  la patata Lenape. Les sorprende saber que los cultivos transgénicos que ya están aprobados son tan seguros como los convencionales, excepto el maíz resistente al taladro (el que se cultiva en España) que es mucho más seguro que el convencional.

Las ventajas que pueden tener para el medio ambiente también hace levantar las cejas a más de uno, pero todos entienden muy bien la reducción del uso de insecticidas, del número de aplicaciones de herbicidas (con el consiguiente ahorro de gasoil y disminución de las emisiones de CO2), el aumento de productividad por el sencillo método de reducir las pérdidas (cultivos resistentes a insectos, virus y enfermedades), la mayor facilidad para utilizar técnicas de bajo laboreo, etc. Las personas que han venido de Andalucía son particularmente sensibles al caso del algodón Bt de India. También queda claro que los posibles problemas resultantes del abuso del glifosato se pueden atajar mediante una gestión adecuada de las prácticas agronómicas, y que la sostenibilidad de la agricultura va de la mano de las mejoras tecnológicas.

Hablamos de las características de la patata Amflora, de la evaluación de la EFSA, y de otras patatas mejoradas por tecnología transgénica que se están desarrollando en la actualidad.

En el coloquio la primera pregunta es sobre las posibilidades de producir patata de siembra (por lo que Álava se ha destacado, aunque en la actualidad el cultivo de la patata aquí está en recesión) como una alternativa para revitalizar el sector. Les recuerdo el ejemplo que les he puesto del maíz que se cultiva en España: la patente del MON 810 la tiene Monsanto, pero hay otra serie de empresas de diferente tamaño que ofrecen a los agricultores hasta más de 130 variedades de maíz con esa característica, por lo que queda la puerta abierta para explorar esta posibilidad.

Quiero resaltar que al contrario de la experiencia que ha relatado JM Mulet, quedó patente la necesidad del auditorio de buscar soluciones a los problemas que tiene planteados el sector. Entendieron que los cultivos transgénicos, aunque no son ninguna panacea (pues no existen en este mundo), son una herramienta muy útil para resolver muchos problemas.

*Mertxe de Renobales Scheifler Bioquímica y Biología Molecular Facultad de Farmacia Euskal Herriko Universidad del País Vasco