La pintura comprometida de izquierdas siempre acaba asumiendo dos formas. O bien la del realismo socialista con sus cuadros heroicos, como una especie de Jacques-Louis David (el de “La coronación de Napoleón”) con testosterona. O bien los cuadros de protesta llenos de simbología tan ingenua como evidente.
El filipino Federico “Boy” (un filipino no es nadie sin un apodo) Domínguez practica ese segundo tipo de pintura. Lo descubrí gracias a un amigo filipino. Tengo que reconocer que, aunque no es un tipo de pintura que me atraiga demasiado, la de Boy me hace cierta gracia, aunque es cuando se pone menos ideológico cuando me gusta más.
Boy Domínguez nació en Davao en 1953. Entre sus antepasados hay indígenas de las etnias manobo y mandaya de Mindanao, así como tagalogs venidos de la isla de Luzón. Estudió arquitectura y Bellas Artes. Es miembro de Concerned Artists of the Philippines.
Boy Dominguez practica una pintura comprometida y repleta de elementos indígenas. Algunos de ellos me recuerdan a pintores nativistas centroamericanos. Para mí el mejor Boy Domínguez es el pintor nativista que consigue introducir en sus cuadros elementos de crítica social. El peor, es el que se pone panfletario.