La pluma, la espada y la indiferencia

Por Arquitectamos
Todos estamos consternados estos días porque unos analfabestias han asesinado a unos dibujantes groseros que hacían chistes y bromas sobre Mahoma y el Corán. Bueno, los hacían también sobre Jesucristo y sobre cualquier religión o convicción. Y sobre cualquier cosa que se moviera. O que no. Algunos de esos chistes son muy buenos, pero otros son un mero eructo sin gracia alguna. Pero eso ahora es lo de menos. La gente civilizada cuando lee un chiste que no le hace gracia lo dice, pero no mata a nadie.

Ha habido una reacción emocionante en todo el mundo ante este atentado. Muchos dibujantes han hecho sus homenajes particulares a los asesinados (en mi opinión con dibujos muy superiores a los de la revista asaltada, y de los que he seleccionado una muestra para ilustrar esta entrada), y se ha suscitado la eterna pregunta de si la pluma es más fuerte y noble que la espada. (Pregunta que se hace el mismo Cervantes en el Quijote y que, curiosamente, resuelve a favor de la espada. Cervantes mira con nostalgia sus años de soldado y siente que ser escritor es un mal sucedáneo, un pobre refugio de impotentes).

Ese debate fue muy fecundo en los siglos del Renacimiento y del Barroco, pero hoy parece totalmente superado. La gente civilizada cree en la pluma, y en que, aunque los bestias de la espada siempre ganan en el cuerpo a cuerpo, en las distancias largas el mundo es de los pacíficos y de los cultos. La inteligencia vence a la fuerza: Eso es lo que quisiéramos creer.

Por otra parte, también estos días ha salido a la luz un dato del CIS que dice que el 35% de los españoles no lee nunca o casi nunca. Vamos, que las tres palabras (cuatro a lo sumo) que trae el titular de la portada del MARCA es su límite. O sea, que les das un libro y no saben por dónde se abre.

Desde hace años, con la escolarización universal y la Enseñanza Secundaria Obligatoria se supone que el nivel cultural y formativo de los españoles ha subido. Pero la realidad es que cada vez se lee menos y cada vez importa todo menos.
(Importa si Rosaura y Penélope, que son dos concursantes de Gran Hermano que me acabo de inventar, se han peleado porque Penélope se quiere zumbar a Yuyo y Rosaura es una lagartona zorrona. Pero poco más. La vida sigue plácidamente y el rascado de escroto se realiza en todo momento y a completa satisfacción).

Dos ejemplos, vistos con mis propios ojos y escuchados con mis propios oídos, de la alta formación de la juventud española, de esta rozagante "generación mejor preparada de la historia":
1.- En el programa Lo sabe, no lo sabe, de la cadena cuatro de televisión la concursante tiene que conseguir que un viandante que ella elija sepa qué mar baña Almería. Elije a un joven de unos veinte años que pasa por allí. El presentador le hace la pregunta: "¿Qué mar baña Almería?" El muchacho lo piensa unos segundos y contesta: "El Ebro".
2.- La cadena Telecinco emite un programa concurso vergonzoso y zafio que se llama Mujeres y hombres y viceversa. El nivel es tan ínfimo que un ingenioso tuitero escribe: "Estoy seguro de que ningún espectador de 'Mujeres y hombres y viceversa' sabe lo que significa viceversa". Un lector del tuit, ofendido, contesta: "Yo soy espectador de ese programa y lo sé: significa bisexual". (Miro el TL de este mamífero, me pasmo ante otros tuits que ha escrito y deduzco que no escribió eso de coña).

O sea, que ante el "hecho cultural" tenemos mucha gente que reacciona con intolerancia y con violencia y otra mucha gente que no reacciona en absoluto y se disuelve en la indiferencia. No sé qué me da más miedo.



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