Los alimentos transgénicos no gozan de buena fama entre la población general. Esto es debido sobre todo a que la biotecnología aplicada es la manipulación genética. La información genética contenida en el ADN de la planta se manipula directamente. Lo que permite introducir en plantas genes de otras especies y también de hongos virus, bacterias, incluso de animales.
En realidad, hace tiempo que existen otros medicamentos y vacunas que también se obtienen mediante manipulación genética, pero no mantienen esta “mala fama”, quizás debido a que su aplicación está más clara en cuanto a los beneficios que provoca.
La confianza del consumidor respecto a la inocuidad de los alimentos elaborados mediante procesos transgénicos, se ha visto mermada por episodios que, aunque no tienen que ver con la manipulación genética (AGM), han producido grave alarma social en el terreno alimentario, como la crisis de las “vacas locas” o la contaminación por dioxinas de alimentos para animales.
Impacto ambiental negativo
El aumento de la demanda de alimentos durante el siglo veinte, impulsó el desarrollo de la agricultura y los avances técnicos, lo que dio lugar a la agricultura intensiva. Esto se tradujo en dos inconvenientes principales:
Progresivo uso de una gran cantidad de fertilizantes y pesticidas.
Necesidad de terrenos muy amplios y llanos con la consiguiente deforestación.
Objetivos de los cultivos transgénicos
En general, los programas de mejoramiento de las plantas y cultivos cuya base es la ingeniería genética, tienen tres propósitos fundamentales:
Aumentar el rendimiento de los cultivos.
Disminuir las pérdidas ocasionadas por las plagas.
Reducir costos de producción.
Una de sus consecuencias directas sería el abandono de pesticidas e insecticidas químicos.