El problema de salud pública originado por la Covid-19 es la justificación para (casi) cualquier decisión que se toma en materia sanitaria. Buscamos una «solución» rápida que «pare» al virus y así acabar cuanto antes con esta pesadilla. Una idea polémica es que toda la población se haga test de antígenos. La Comunidad de Madrid ha comprado cinco millones de test rápidos a la farmacéutica Abbott.
Si tienes sospecha diagnóstica tomas una muestra nasal, faríngea o de sangre y así puedes determinar si hay antígenos específicos del SARS-CoV-2 (si hay virus, vaya). Si hay antígenos del SARS-CoV-2 se produce una reacción contra estos anticuerpos específicos que generan la señal de «positivo». En otro caso dan la señal de «negativo». Visualmente aparece con una raya (valor de control) para negativo y dos rayas (la de control y la de infección) para el positivo, igual que en el test de embarazo.
Si da positiva es que el paciente es contagioso sin duda. Si da negativa, depende.
Puede que haya poca cantidad de virus en la muestra por lo que dé negativo aunque el paciente sea contagioso. Es decir, puede que dé falsos negativos.
Las pruebas de antígenos tienen sobre todo utilidad diagnóstica, sólo cuando se sospecha el diagnóstico en un paciente en los primeros días con síntomas.
Si nos olvidamos de esos falsos negativos que hemos comentado los test de antígenos son pruebas baratas, precisas y rápidas. El resultado se obtiene en 15 minutos y se están mejorando para que la muestra se pueda tomar de saliva y por el propio interesado, a utilizar como las típicas pruebas de embarazo. Su precio es de unos cinco euros (el precio es posible que se reduzca a la quinta parte).
Estos tests, empleados cuándo y cómo se debe, pues permiten el rápido diagnóstico y el aislamiento de los casos positivos, son pues una buena inversión pues se calcula que pueden ahorrar más de cien veces lo que cuestan (la PCR -Reacción en Cadena de Polimerasa- tiene un precio de 100 euros).
Un problema es que si no se hace bien además de falsos negativos puede ocurrir lo mismo con quienes dan positivo. La FDA, la agencia estadounidense de medicamentos y productos sanitarios, está alertando a los proveedores de atención médica que las pruebas rápidas de antígenos para el SARS-CoV-2 pueden producir resultados falsos positivos, especialmente cuando los usuarios no siguen las instrucciones de las pruebas.
La entidad enfatiza la importancia de almacenar los componentes de la prueba correctamente; por ejemplo, el cartucho no debe almacenarse al aire libre antes de su uso, ya que esto puede afectar a su rendimiento. Además, los resultados deben leerse sólo en el momento que especifiquen las instrucciones; leerlos demasiado pronto o demasiado tarde podría dar lugar a resultados inexactos.
También aconseja realizar una RT-PCR (una variante más específica de la popular prueba) antes de 48 horas para confirmar cualquier resultado positivo, especialmente en áreas geográficas con baja prevalencia de Covid-19 (el valor predictivo positivo de la prueba varía según la prevalencia local de COVID-19).
La FDA dice que hay que tener cuidado de evitar la contaminación cruzada entre las muestras de pacientes y que hay que limpiar el espacio de trabajo correctamente así como cambiar siempre los guantes entre pacientes.
Claro lo que pretenden distintas administraciones es emplear estas pruebas también en personas que no presentan síntomas de Covid-19. Pero si no hay ni síntomas, ni «contactos» de la persona presuntamente afectada ¿pueden servir para algo estas pruebas de antígenos? Existe un gran debate respecto a utilizar estas pruebas como «cribado» de la enfermedad en la población.
De hecho, el propio Colegio de Médicos de Madrid advirtió sobre graves inconvenientes de estas pruebas, sobre todo uno muy importante:
En mayo pasado el presidente de dicha institución rechazaba la oferta de hacerse una de esas pruebas y publicaron un interesante informe sobre las distintas pruebas diagnósticas de la enfermedad en las diferentes situaciones de la infección.
En un momento histórico como el actual ser marcado como «caso Covid-19 positivo» puede conllevar la estigmatización. No es poca cosa pues dicha persona enfrenta el seguimiento de sus contactos y una serie de cambios profundos en su vida y la de quienes a su alrededor den positivo.