Aunque aparezca en los medios oficiales como una dimisión, resulta palmario que ha sido cesada y en relación a los asuntos de corrupción en los que se ha visto envuelta y en vísperas del anuncio gubernamental de una serie de iniciativas para el control y posible erradicación de la corrupción política. El señor Rajoy no puede presentarse ante el Parlamento a hablar de corrupción justo cuando un juez investigador señala a la ministra como beneficiaria de bienes y servicios procedentes de la mafia del entramado llamado “Gurtel”. El tema es complejo y aparentemente la señora Mato no viene a ser más que el chivo expiatorio del momento.
No es tarea de este blog adentrarse en la vorágine de la actual situación política de España en particular y el mundo que nos rodea en general. Pero si lamentar, una vez más, cómo los niños pueden verse envueltos en las actuaciones ilícitas de los irresponsables responsables de su cuidado. Que el motivo número 32 del cese de la ministra tenga que ver con el dinero sucio empleado en las fiestas del cumpleaños de sus hijos y unas facturas burdas de “confetti”, de alguna forma pesará sobre esos hijos y, quizá, muchos otros que igual se preguntarán quien ha pagado por el confetti en las fiestas de sus amiguitos. Mientras, la salud de muchos otros niños, del ámbito que era competencia de la ministra, se han visto privados de servicios o prestaciones por la mala gestión ministerial.
Ni los niños ni nosotros vamos a perdonar que un personaje tan lamentable como Ana Mato haya formado, de alguna manera, parte de nuestras vidas. Ni tampoco a los que la han apoyado y mantenido a sabiendas de su trayectoria corrupta y su innegable incompetencia.
La Pediatría social se ejerce desde dondequiera que haya niños con problemas que afecten a su salud y, además tengan raíces y consecuencias en la situación en que se encuentran en la sociedad. Los niños están en la calle, los parques, las vías de comunicación, las escuelas, ocasionalmente en los centros sanitarios, en los lugares de ocio y en sus casas. Que esos espacios sean adecuados, suficientes, inocuos, y provechosos para su salud y desarrollo es una competencia que afecta a muchos ámbitos e instituciones. El ministerio de Sanidad, si existe para algo, es para garantizarlo y además ejercer la vigilancia sobre las instituciones a las que algunas de las funciones se hayan delegado. Los niños comen, juegan, aprenden, hacen deporte, actividades lúdicas o descansan. Que tengan acceso a una alimentación sana y nutritiva, que no tengan límites a su actividad, que se diviertan para desarrollarse y que estén debidamente protegidos, también es una competencia de muchos. Pero un ministerio de Sanidad que sirva para algo debe promover políticas y legislación que contribuya a garantizar adecuadamente todo lo dicho.
Lo recordamos porque los pediatras sociales no dejaremos de exigirlo.
X. Allué (Editor)