La quinta del 62

Por Peterpank @castguer

Los grandes títulos que pusieron letra a un año prodigioso

Los que acabo de poner son el título  y el subtítulo de una encuesta, reportaje o lo que sea publicado por El Cultural del 18-24 del presente mes de mayo  Me pregunto de quién habrá sido la luminosa idea. Tratan de decir  doña Blanca Berasátegui y sus leales que aquél fue un año inaugural y dorado para la novela, por causa de la publicación de El siglo de las luces, de Alejo Carpentier; Bomarzo, de Múgica Laínez  Dos días de Septiembre de José Manuel Caballero Bonald  –tres magníficas novelas, sin duda, admitimos los  fieras–; Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, libro importante pero mala novela; La plaza del diamante, sólo discreta narración, que habrán buscado con lupa para completar el juego, y Las Ratas –¡horreur!–, de Miguel Delibes, la obra más cateta del castellano viejo de la boina, el chuzo y la escopeta –tres símbolos de la bestialidad nacional–, que en ella no sólo volvía a  condenar el progreso, sino que le oponía, en el lenguaje castizo que tanto ha gustado siempre a los críticos patrios, la “sana” y rica vida de un fulano que come ratas, “con una pinta de vinagre”, analfabeto, con los dientes podridos y que se limpia el culo con un canto rodado.

Para hacer crítica literaria, para sentenciar sobre la importancia de una época o simplemente de un año, si se dedica uno a menesteres culturales y publica en un suplemento literario que se pretende riguroso, lo primero que hay que hacer es conocer la historia de la novela durante esa época o ese año. Estos de El Cultural ansonianobesatareguiano están obligados a rectificar, por lo que diremos luego, o, por lo menos, demostrar que por fin se han enterado. Porque, si no, no me queda otro remedio que decirles, empleando el lenguaje inaugurado recientemente por don José Luis Sampedro (quien, por cierto, publicó su mejor obra en 1962) que son ustedes unas/nos hijas/jos de puta y unas/nos mal nacidas/dos, que silencian lo que no es de su agrado o es de sus enemigos literarios. Empezando por doña Blanca, la paridora sin duda de la idea abortiva, una niñata bien de Neguri que no tiene ni el bachillerato y se ha impuesto la misión de tener contentos a los editores que le dan publicidad para sus partes de guerra sucia; siguiendo por la meritoria y chica-para-todo Nuria Azancot, crecida periodísticamente bajo las faldas de la matrona antes nombrada, dicho sea en el mejor sentido de la metáfora, pues no es nuestro estilo salirnos de la mesura que nos inculcaron las monjas irlandesas.  Después los mamones Santos Sanz Villanueva, Darío Villanueva y José Carlos Mainer, que hace poco no sólo silenciaban un capítulo importante de la historia de la novela española en libros, artículos y recensiones, sino que se jactaban de haberlo hecho, pues así funciona la casa de putas/tos que es el ámbito de la actual literatura de España-no-hay-más-que-una. Estos pesebristas de la crítica literaria sólo se ocupan de los libros cuyos editores les pagan a unos céntimos la línea y, si no hay oferta de momento, se ofrecen como rameras en las esquinas de la calle Miguel Yuste o del José María Ansar bulevard.

Porque resulta que, y es a lo que iba, en 1962 ocurrió algo importante en el ámbito de la novela en español, que nada tiene que ver con el gazpacho urdido por los osados ignorantes, con Múgica Laínez y Carpentier por un lado, y Delibes y Rodoreda por otro. Ocurrió nada menos que el relevo de la novela costumbrista, aldeana, castizales y sin ideas por una novela puesta a la hora de Europa y del mundo, intelectual, rica en pensamiento y literariedad, y con nuevas formas y nuevas técnicas, entroncada con la gran novela europea y americana del siglo XX.

Esto es así y negarlo u olvidarlo adrede, por quienes quisieran seguir leyendo sobre los regüeldos de Cela, el machismo paleto de Umbral, las diarreas de Delibes y las florituras idiomáticas vacías de todos es, como diría la madre de Hamlet, “impía terquedad”. Por mucho que les pese a doña Blanca y a  doña Nuria, a don Mainer y don Villanueva, llamados El Buey y el Rana por sus alumnos, y al cobarde y apocado señor  Senabre, que se ha cuidado muy mucho de no ocuparse de ello cuando ha podido hacerlo, está sobradamente documentado. En cualquier caso, quien no quiera ser una ladrona y/o un ladrón, una miserable o un miserable habitante de la pobre Españeta, como la llama Carlos Rojas, la mísera España zaragatera y triste de Machado, puede consultar las bibliotecas, las hemerotecas o los cuadernos del INLE de aquel tiempo.

Desde la posguerra, con muy pocas excepciones, la novela española navegó por el fango, con arreglo al clima político reinante, de la mediocridad costumbrista. En un cierto momento, entre los 40 y los50, se apoderó de ella el llamado Realismo Social, teorizado, potenciado y apoyado por el crítico catalán José María Castellet y la editorial Seix Barral, según se supo después, por las Memorias de Carlos Barral, patrocinados por el Partido Comunista de la Unión Soviética. Durante años –los críticos progres; no ciertamente Antonio Valencia, Manuel Cerezales, Juan Ramón Masoliver, Ángel Marsá, Segado del Olmo, Florencio Martínez Ruíz, Pérez Minik, Horno Liria, Emilio del Río y algún otro—no tuvieron ojos para otra cosa. Hasta que el propio José María Castellet, justamente en 1962, en un libro titulado La hora del lector, reconoció el fracaso del intento que, “a pesar de las buenas intenciones políticas, había quedado esterilizado literariamente. Y se pasó con todo su talento y sus ganas de figurar al esteticismo apolítico del nouveau roman, dejando a los Ferres, Salinas, López Pacheco, Sueiro y epígonos en la cuneta, enterrados en su propia mierda (de Castellet), con el trasero a la intemperie.

Esto es historia. Como lo es que 1962 fue también el año en que Manuel García Viñó, en su polémico Novela Española Actual (Madrid, Guadarrama, 1967) señaló como el de la irrupción de la que se llamó “nueva novela” o “novela metafísica”, detectada por él en media docena de novelas que, sin ponerse de acuerdo los autores, que eran escritores independientes, ofrecían una serie se características comunes entre las que se encontraban el universalismo, el intelectualismo y la experiencia con la forma. Dichas novelas eran:

En los años siguientes y fijándose más en la tendencia que en las fechas, algunos de los críticos independientes antes nombrados y el propio García Viñó fueron agregando los nombres de Antonio Prieto, Antonio Risco, Alfonso Albalá, Juan Ignacio Ferreras, Claudio Bassols al movimiento, que influyó con el peso de sus ideas filosóficas, políticas y estéticas en los novelistas posteriores.

Aparte y por su cuenta, estuvo siempre, como ejemplo en este país de novelista europeo, universal, intelectual y con ideas, Juan Goytisolo.

Ahí, en 1962 o un poco antes, surgió una novela española culta, universalista, cosmopolita, de ideas, estética, novedosa en la forma, no con  La verdad sobre el caso Savolta —novela menor– ni con las pamplinas autistas del ágrafo Javier Marías, que parece cachondeo que se sostenga esto.

Independientemente de la valoración que se haga de las obras, lo que no es discutible es la historia. Lo que digo, insisto, está documentado. Las cosas han sido como han sido, no como las cuentan las putillas literarias, vendidas a los industriales de la edición, las cochinas y cochinos marca El Cultural, ABC de las Letras (ay, don Fernando, usted que, según su mamá, era seriecito), Babelia ¡el colmo!, con sus Rosas  Moras, Marías Luisas Blanco, Ángeles Garcías, Ayalas Dipes,  Ignacios Echevarrias y la madre que los parió a todos los miserables, alquilados, realquilados, vendidos, incompetentes, injustos, pedantes y mentirosos, amamantados por el holding capitalista Prisa. Que son el retrato al natural de la clase política y económico–corrupta que las personas decentes padecemos: mentirosos, avariciosos, codiciosos, enmerdados y acerdados. Terminarán arruinando la literatura como ellos han arruinado la economía.

Una mención siquiera merecen quienes, quizá engañados –sobre todo por su ignorancia y falta de honradez intelectual–, como Belén Gopegui y Luis Antonio de Villena, han contribuido a que un delito de lesa literatura y de lesa historia se cometa. No hay que estar a por todas, pequeños y pequeñas. Hay que informarse antes de creer en los rebuznos.

También quiero recordar que, en un artículo publicado en El País, Juan Goytisolo se preguntaba por qué, entre otras cosas, se ignoraba el movimiento de la novela metafísica. Le escribí a Marraquech: “porque estamos en España, don Juan”, donde los envidiosos hijos de puta catetos y horteras no tienes cura.

Algunos libros y ensayos en los que se puede aprender lo que ocurrió verdaderamente en la novela española en 1962:

LIBROS

García Viñó, M., Novela española actual, Guadarrama, Madrid, 1967; 2ªed., 1975; 3ª ed. 1986.

Rojas, Carlos, Problemas de la nueva novela española, en el tomo colectivo La nueva novela europea, Guada­rrama, Madrid, 1968.

García Viñó, M., La nueva novela española entre el documento y la metafísica, ibid.

Sobejano, Gonzalo, Novela española de nuestro tiempo, Prensa Españo­la, Madrid, 1970.

Esteban Soler, Hipólito, Narradores españoles del medio siglo, Misce­Láanea di Studi Ispanici, Pisa, 1971.

García Viñó, Manuel, Novela española de posguerra, Publicaciones Españolas, Madrid, 1971.

Río, Emilio del, Novela Intelectual, Prensa Española, Madrid, 1971.

Sanz Villanueva, Santos, Tendencias de la novela española actual, Ed.Cuadernos Para el Diálogo, Madrid, 1972.

Martínez Cachero, José María, La novela española entre 1939 y 1969 Historia de una aventura, Castalia, Madrid, 1973.

García Viñó, M., Papeles sobre la “nueva novela” española, Eunsa, Pamplona, 1975.

Domingo, José, La novela española del siglo XX. De la posguerra a nuestros días, Ed. Labor, Barcelona, 1973.

Bosch, Andrés y García Viñó, M., El realismo y la novela actual, Publicaciones de la Universidad, Sevilla, 1973.

Ynduráin, Domingo, Historia y Crítica de la Literatura Española:Epoca Contemporánea: 1939-1980, Editorial Crítica, Barcelona,    1981.

Soldevila, Ignacio, La novela desde 1936, Editorial Alhambra, Madrid, 1982.

Díez Borque, José María, Historia de la Literatura Española. Siglo XX, Taurus Ediciones, Madrid, 1982.

García Viñó, M., Guía de la novela española contemporánea, Ibérico Europea de Ediciones, Madrid, 1985.

García Viñó, M. La novela española del siglo XX, Endimión, Madrid. 2004

Fernández Heliodoro, Antonio, La novela española dentro de España,Heliodoro Ediciones, Madrid, 1987.

García Viñó, M., La novela española desde 1939. Historia de una impostura, Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1994.

Lerena, Juan Francisco, La novela metafísica de Manuel García Viñó, Libertarias/Prodhufi, Madrid, 1995.

ENSAYOS EN REVISTAS ESPECIALIZADAS

García Viñó, M., Ultima hora de la novela española, “Nuestro Tiempo”, nº 137, Pamplona, noviembre, 1965.

Martínez Ruíz, Florencio, El manifiesto de la “nueva novela” españo­la, “El Español”, nº 172, Madrid, 29 de enero de 1966.

Werrie, Paul, La “nouvelle vague” espagnole, “La Table Ronde”, París, octubre, 1966.

Cavaterra, Emilio, Dove va la letteratura ibérica, “Il Gazzetino”,Venecia, 28 de mayo de 1966.

Horia, Vintila, La nueva ola de la novela española, “Punta Europa”, nº 117, Madrid, enero, 1967.

Conte, Rafael, Un sector de la novela española actual, “Informa­ciones”, Madrid, 17 de junio de 1967.

Asís, María Dolores de, Nueva novela en España, YA, Madrid, 29 de julio de 1967.

Valencia, Antonio, La novela extravagante o “la otra” novela, “Arri­ba”, Madrid, 3 de setiembre de 1967.

Calvo Hernando, Manuel, La nueva novela, “Indice”, nº 225, Madrid, noviembre, 1967.

Valencia, Antonio, Un gran ejemplo de nueva novela, “Arriba”, Madrid, 1968.

Werrie, Paul, Du roman metaphisique, “La Table Ronde”, París, marzo, 1968.

García Viñó, M., Introducing the spanish novel of today, “Topics”, Washington, Pennsylvania, Spring, 1968.

Burgos, Antonio, García Viñó, Carlos Rojas y Andrés Bosch defienden una nueva actitud narradora tras la primacía del realismo so­cial, ABC, Sevilla, 5 de mayo de 1968.

García Viñó, M., La hora del escritor, “Indice”, nº 236, Madrid, octubre, 1968.

Conte, Rafael y García Viñó, M., Pequeña historia de un movimiento literario, “Infor­maciones de las Artes y las Letras”, Madrid,  3 de octubre de 1968

García Viñó, M., Sobre la “nueva novela”, “Informaciones de las Artes y las Letras”, Madrid, 31 de octubre de 1968.

García Viñó, M., Le roman espagnol depuis 1939, “Nieuwe Stemen”, Bruselas, 1968.

Tomás Cabot, José, Dos posibilidades para la “nueva novela” española,”Indice”, nº 239, Madrid, enero, 1969.

Conte, Rafael, La novela española, hoy, “Revista de la Universidad de México”, nº 5-6, México, enero-febrero, 1969.

Werrie, Paul, Ou en est le roman spagnol, “La Revue des Deux Mondes”, Paris, 1 de junio de 1969.

Conte, Rafael, Los retornos de la novela española, “La Nación”, Buenos Aires”, 7 de junio de 1969.

Cerezales, Manuel, Tres novelas, “La Actualidad Española”, nº 912, Madrid, 26, junio, 1969.

Núñez Ladeveze, Luis, Polémica sobre la novela española, “NuestroTiempo”, nº 200, Pamplona, febrero, 1971.

García Viñó, M., Etapas de la novela española de posguerra, “NuestroTiempo”, nº 222, Pamplona, diciembre, 1972.

Correa, Pedro, Narrativa española actual, “Nuestro Tiempo”, nº 225, Pamplona, marzo, 1973.

Correa, Pedro, Veinte años de narrativa, “Nuestro Tiempo”, nº 246, Pamplona, diciembre, 1974.

Schwartz, Ronald, Spanish new wave novelist (1950-1974), The Seare­crow Press Inc., Metuchem, New Jersey, 1976.

García Viñó, M., Novela realista y novela metafísica, “Nuestro Tiem­po”, nº 275, Pamplona, mayo, 1977.

Peña, Luis de la, Algunas notas sobre “nueva ficción“, “A Distancia”, Revista de la UNED, Madrid, enero, 1988.

Merino Robles, Isidoro, La novela-novela española contemporánea, “Heterodoxia”, nº 2, Madrid, abril-mayo-junio, 1988.

Peña, Luis de la, Las razones de otra narrativa, “A Distancia”, Revista de la UNED, Madrid, junio, 1989.

Peña. Luis de la, Sobre la ficción postmodernista, “Heterodoxia”, nº17, Madrid, enero-febrero-mar­zo, 1992.

García Viñó, M., El eslabón perdido, “Papel Literario”, Málaga, 1996.

Villar, Arturo del, De cómo la novela española se hizo metafísica, “Anthropos”, Barcelona, Extra 4, 1998

Peña, Luis de la, Hacia una novela intelectual, “Anthropos”, id.

Rojas, Carlos, La novela metafísica. Apuntes para un testimonio,”Anthropos”, Id.

Lerena, Juan Francisco, Manuel García Viñó y la novela metafísica, “Anthropos”, id.

Morales Villena, Gregorio, En la búsqueda de un nuevo realismo, “Anthropos” , id.

Enrique, Antonio, La novela metafísica, “Cuadernos del Sur”, Córdoba, 1998.

Villar, Arturo del, Balance de la Novela Metafísica, “Diario Montañés”, Santander, 1999

Villar, Arturo del, La novela metafísica, treinta años después, “Papel Literario”, Málaga, 2000.

Moreno, V actor, La novela metafísica cuarenta años después, “Mugari”, Bilbao, 25 de agosto, 2001

Barrero, Oscar, La oposición al social realismo: testimonios de críticos y escritores, en “Homenaje a José María Martínez  C achero”, Universidad de Oviedo, 2000

Barrero, Oscar, El lastre realista en la novela española de la posguerra y de los año cincuenta, “Letras de  Deusto”, nº 92, Bilbao, julio-septiembre, 2001

Más unos 200 artículos en la prensa diaria o semanal.

PS.- Dejamos al criterio de las personas decentes decidir si un movimiento literario que mereció esta bibliografía (lo reseñado no es más que una selección) es para que lo vengan silenciando sistemáticamente, desde hace más de treinta años, los hijos de puta mal nacidos y lamedores de los  culos poderosos, que quedaron nombrados al principio y sus secuaces.

Cristina Aguilar