Canarias ante la crisis de nuestras vidas
Por José Carlos Francisco
Ecopress Comunicaciones. Santa Cruz de Tenerife, 2010
Este es un libro que nos ofrece a los canarios una reflexión muy inteligente sobre el punto en que se encuentra el desarrollo de esta sociedad, desde una perspectiva económica y empresarial. Como suele ocurrir con los enfoques economicistas al uso, tiene un pequeño inconveniente que consiste en la aceptación del crecimiento económico como algo ineluctable para el mantenimiento de las condiciones actuales de progreso. Sin embargo, lo verdaderamente importante de este texto es que es una contribución seria al análisis de la situación actual y la proposición de alternativas para afrontar la gravísima crisis que se afronta en esta región.<---
Para este político y empresario canario, la creciente expansión de los intercambios comerciales globales es un axioma inmutable respecto al que debemos plantear nuestras alternativas de crecimiento y desarrollo. Es el problema que tiene la visión unidimensional de las especializaciones intelectuales contemporáneas, entre las que la economía es una representante paradigmática que se reviste con un cientificismo dudoso. Esa perspectiva se contrapone claramente a la de aquellas otras disciplinas científicas que señalan el proceso de deterioro planetario imparable. Y desde posiciones diversas tratan de evidenciar la insostenibilidad del sistema en la presente situación de esquilmación de los recursos naturales, junto a la extensión de las desigualdades planetarias. Tanto aquella visión economicista preponderante como la que propugna el advenimiento de un holocausto ecológico ofrecen argumentos contrapuestos que pautan en nuestros días el candente debate local sobre las verdaderas posibilidades del desarrollo regional.José Carlos Francisco es un economista canario sui generis, que es aficionado a la prospectiva sobre el futuro de esta región archipielágica. Alguien que cultiva la visión estratégica, pretendiendo indagar hacia donde se va a orientar el futuro de los negocios y con ello determinar cuales son las posibilidades de participación de una sociedad tan diminuta como la que representan las islas Canarias en ese panorama global de inciertos cambios.Frente a la mayoría de los oficiantes de la llamada ciencia lúgubre, aquellos que nos suelen ofrecer explicaciones sobre lo que ya ha ocurrido, Francisco inicia su análisis de la situación económica de Canarias mediante la descripción, primero de su interpretación de la historia reciente de Canarias, para pasar inmediatamente a describir el contexto nacional y las expectativas de intercambio con nuestro entorno geográfico próximo, la ribera occidental africana. Esta referencia al contexto temporal y geográfico próximo, aquellos hechos y espacios que nos afectan, propone una interpretación de las condiciones globales actuales, en las que se desenvuelve este archipiélago y, con ello, entrar a hacer una somera reflexión sobre el futuro. Francisco, aporta con ello una serie de apuntes sobre cuales son las estrategias que son imprescindibles para abordar un giro hacia una nueva orientación económica, señalando cuales son nuestras fortalezas y cuales son nuestras importantes debilidades actuales. Tanto, aquellas ventajas irreproductibles con las que contaríamos como los importantes corsés que nos habríamos autoimpuesto y sobre los que podríamos actuar desde la propia voluntad colectiva.
Establece un punto de inflexión a este problema en 2003, año en que se aprueba la Ley de Directrices de Ordenación General y del Turismo. A la que considera un monumento a la ambigüedad y el exceso, un texto que ha pretendido establecer un marco coherente para el control del territorio, pero que desgraciadamente se ha revelado desproporcionado con sus numerosos preceptos de difícil y obligado cumplimiento. Si consideramos que junto a la Ley de Directrices se han aprobado posteriormente numerosos Reglamentos, Órdenes y nuevas leyes que inciden en aumentar el confusionismo, el panorama es realmente desalentador. Señala como consecuencia un perverso efecto económico que relaciona con este dificultoso marco legal en el manejo del territorio, el continuado deterioro del índice de nuestra convergencia con España y el resto de la Unión Europea en lo que se refiere al PIB per capita.
En otra línea, es muy interesante la reflexión que le merece la legislación autonómica sobre el territorio. Aquella que se ha ido acumulando en esta región a lo largo de la última década. A interpretar las claves legales del devenir del desarrollo último en Canarias dedica un capítulo titulado significativamente La vorágine legislativa. Allí expone una crítica extendida entre la clase empresarial que no por cierta, deje de ser simplista. Señala que, cuando en cualquier lugar de Canarias un emprendedor se plantea iniciar una actividad económica, te das cuenta que el territorio elegido, está regulado por multitud de leyes, decretos, planes vinculantes, etc. Y se han hecho tantas, que en ocasiones son incluso contradictorias, de modo que lo que te permite una regulación te lo impide otra. Refleja con ello claramente uno de los problemas más graves que padece actualmente el archipiélago, el exceso de legislación sobre el territorio con un carácter confuso y ambiguo. También, en muchos casos, incongruente y de difícil interpretación por el ciudadano corriente.Una derivación de ese esfuerzo legal es el que se relaciona con la moratoria turística integrada en la Ley de Directrices y que ha paralizado el deseable proceso transformador y renovador de las iniciativas turísticas, detenidas desde 2003 como consecuencia del traslado del proceso decisor directamente al parlamento autonómico. Esas nuevas autorizaciones solo pueden establecerse en determinadas circunstancias muy precisamente tasadas en las que se prima en exclusiva un determinado segmento de la oferta turística, el que corresponde a los llamados proyectos excepcionales, orientados a la gama alta del negocio y que necesitan para su consideración obligatoriamente el complemento de campos de golf, puertos deportivos u otros servicios complementarios. Pocos se han llegado a tramitar y aprobar en estos siete años y los escasos que han obtenido la autorización parlamentaria preceptiva no han podido desarrollarse al entrar la economía en recesión profunda.Por ello, Francisco señala la urgente necesidad de proceder a la reordenación de la legislación autonómica del territorio Y como dice acertadamente: es, sin duda, una de las reformas más urgentes. Debemos hacerla nosotros, porque aquí no pasa con la reforma laboral, que es competencia del Estado, así que será una tarea para los canarios.
--->