La relación entre el poema y la imagen que lo ha inspirado

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
La poesía como género, y el poema como obra poética concreta, ha mantenido desde siempre una relación muy cercana con la descripción de las imágenes, sea de obras artísticas o de la naturaleza.

Centrándonos en la relación entre la poesía y la pintura, la referencia más antigua que conservamos es la de Simónides de Ceos , lírico griego (VI-V a.C) que fue el primero que cobró por escribir, lo que le hizo decir a Píndaro "antes de Simónides la musa no era mercenaria". Simónides indicó que: "La pintura es poesía muda y la poesía pintura hablante", o sea un "tanto monta monta tanto" entre ambas artes.

Más tarde Horacio, con su " ut pictura poesis" (como la pintura, así es la poesía), coloca la poesía dependiente de la imagen y, además, advierte a poetas y pintores que no deben abusar de la paciencia del espectador complaciéndose en representar lo imposible, ya para él la poesia sobre todo ha de educar y deleitar.

En el sentido clásico, se define como "Écfrasis": el intento de imitar con palabras un objeto propio de las artes plásticas. Ese es el sentido platónico o aristotélico (la mímesis) en que las palabras tratan de hacerlo lo mejor posible, pero no pueden evitar su inferioridad como instrumento y signo arbitrario. Para los griegos la "Enargeia" era la mayor virtud de las artes del lenguaje, al usar las palabras para hacer una descripción lo más vívida posible de una imagen, que intenta ser tan real como la cosa misma; así, hasta la raíz griega "Graphé / Graphaen" es la misma.

Acerca de la poesía, Platón dijo que los poetas no sabían racionalmente indicar lo que expresaban en sus poemas, porque lo hacían bajo inspiración divina o de las musas. Por tanto, esa falta de racionalidad les impedía ser buenos maestros. Tanto es así que los expulsó de su República y hasta intentó desacreditar a Homero. Sobre esta descalificación de Platón a los poetas, algunas nuevas teorías apuntan a que fue un tema de celos o intereses económicos, ya que poetas y filósofos competían por la enseñanza en la Grecia clásica.

Volviendo a esa dependencia o no de un arte (la poesía) de otro (la pintura o la escultura), otro enfoque es buscar un equivalente en palabras de una imagen visual, así esos meros signos arbitrarios (las palabras) están a la misma altura, o sea en equivalencia, con los signos naturales (imágenes), en una situación de igual a igual, como expresaba Simónides. Pero también se puede ir más allá y utilizar la poesía, o la literatura, para construir un objeto inexistente o hasta para llegar a representar lo irrepresentable plásticamente.

Cito tres posibilidades clásicas evolutivas de confrontación o colaboración entre la imagen y la palabra: Epigrama, Écfrasis y Emblema.

El " Epigrama ", que recordemos era una inscripción verbal sobre una escultura u objeto antes de significar también un poema corto (brevedad y argucia), muestra la relación subsidiaria de la palabra.

La " Écfrasis ", como en la descripción del Escudo de Aquiles de la Ilíada o de la Urna de Keats, permite una descripción detallada del objeto, que puede derivan en ficción, y que en todo caso coloca a la imagen y la palabra en el mismo plano.

Por fin, la " poesía emblemática" del Renacimiento completa la inversión. El emblema como compañero visual del poema, por ejemplo "la melancolía", ya no es mimético sino críptico y precisa explicación al apoyarse en un texto cuya complejidad verbal le permite reclamar primacía propia. El emblema es más que una imagen, es un código, la pintura ya no puede ser muda y necesita del apoyo de la palabra. Para un Neoplatónico las artes verbales gozan de todas las ventajas de las artes visuales y a la vez están libres de sus limitaciones, llegando el lenguaje a desarrollar una écfrasis interna.

Durante la Ilustración, el racionalismo y el empirismo restauran el dominio de la imitación y la autoridad del "ut pictura poesis". Joseph Addison marca una jerarquía de más a menos natural: Escultura, pintura, descripción verbal y música como la más alejada de la descripción mimética. " La palabra debe conducirse como un medio que, en su vana búsqueda de la transparencia del signo natural, aspira a borrar en nosotros cualquier coincidencia con ella misma". Por tanto, cualquier écfrasis ha de someterse al signo natural (la imagen).

Pero también Addison reconoce que en ocasiones "el lenguaje, debido a su función de signo distinto al natural, permite al poeta alcanzar efectos fuera del alcance del pintor, sacando mejor partido a la naturaleza". Opinión que sostuvo Edmund Burke que primó lo literario, por su vaguedad, imprevisibilidad y capacidad de sugerencia para expresar emociones sublimes, frente a lo meramente bello.

Siguiendo este camino histórico, se desplaza el interés de la imagen reproductiva a la secuencia afectiva de palabras. Se va hacia la temporalidad a expensas del arte espacial, y el arte a ser emulado será la música, cuando el reino del sonido reclama su lugar. No obstante, la poesía mantiene su importancia como un arte con dos caras, sus imágenes y su discurso temporal, que constituye un puente entre artes visuales representativas y la temporalidad sonora de la música.

Los siglos XIX y XX muestran ese debate entre dependencias, y entre lo representativo y lo temporal. Para los formalistas, el énfasis en el sonido del lenguaje lleva a apelar al sentido auditivo además, o más, que al visual o representativo, y así la poesía es privilegiada ya que puede apoyarse en ambos, significado y sonido, y convertirse en el arte modelo. Para el "New Criticism" el poema como emblema, busca crearse a sí mismo como su propio objeto intrínseco.

Los postmodernos, queriendo ser antiformalistas, consideran estas pretensiones ecfrásicas como desorientaciones engañosas y acusan a los intentos verbales de capturar el espacio de ser una retórica promovida por la mala fe.

Citando a Steiner en su obra "Analogía entre la pintura y la literatura": Incluso ahora que tal decoro ha perdido su fuerza preceptiva, la cuestión de la correspondencia con la realidad sigue siendo crucial. Dice Jakobson que la poesía puede ser gramatical, no gramatical o antigramatical, pero nunca agramatical. Así el arte puede ser documental, realista, surreal, abstracto... pero nunca estará desvinculado de la realidad empírica.

Bueno, pues en esta lucha, conllevancia o colaboración entre poesía e imagen llevamos más de 2500 años, o sea que el tema no es de fácil resolución y hay partidarios y modas de una u otra prevalencia. Otros, como yo, preferimos ayudarnos mutuamente de unas u otras artes según sea el momento y la necesidad, y sin establecer superioridades o especificaciones previas.

Para pasar de la teoría a la práctica voy a citar algunas experiencias poéticas mías que basan en imágenes o intentan crearlas.

Como primer ejemplo cito mis poemarios de viaje por las islas griegas Grecia. Estos poemas son fundamentalmente miméticos tanto es así que el primer poema de esos Cuadernos empieza con unos versos que dicen:

Desde la terraza me pongo a escribir las cosas que veo las cosas que siento. (...)

La mayoría de los poemas de la trilogía de los "Cuadernos de las islas griegas" se han escrito allí en las islas y no son fruto del recuerdo sino de notas tomadas en un cuaderno, de ahí el nombre, que luego reelaboro con más calma, pero la idea central del poema se basa en esa imagen y en los sentimiento que ha despertado en mí.

Sin embargo, por varios motivos no he colocado fotografías en los poemarios. El primero es la mayor complejidad del texto y el encarecimiento del libro, sobre todo si queremos dar calidad a esa imagen, lo que me parece imprescindible. Por otra parte, no siempre he dispuesto de fotos de calidad de lugares y situaciones que evocan los poemas. Ya he indicado que la imagen fue lo que provocó el poema, pero no quiero hacer dependiente al texto de dicha imagen. Los poemas se inspirados en realidades, pero su realización es la suma de inputs diferentes y hasta de distintos momentos en el tiempo. En definitiva, la palabra sin imagen es más libre y puede volar con menos limitaciones. No obstante, las portadas de estos libros sí que son ilustraciones efectuadas a partir de alguna de las imágenes que más me han inspirado.

En cambio, aunque los poemarios no tengan imágenes, en mis presentaciones públicas de estos poemarios sí que proyectado imágenes y también en mi blog "La palabra es mágica" hay imágenes que acompañan a cada poema publicado de esa serie. En definitiva, cada forma de dar a conocer el poema tiene sus características de relación imagen texto, en función de su formato y del público a que va dirigido. No es lo mismo la lectura reposada de un poemario que su presentación en una sala con pantalla de proyección o que la lectura de un blog a través de un PC o de un teléfono móvil. En estos últimos, casos creo que la imagen ayuda a captar la atención y facilita estas escuchas o lecturas menos reposadas.

Otro ejemplo es mi poemario "Islario de Pasiones" del que también hay información en el enlace anterior, y que pertenece a una serie de la se han publicado 8 poemas en una plaquette bilingüe español griego, que tradujo Maira Furnari. Los poemas tienen un cierto componente visual al describir los viajes del navegante por los rosarios de islas, pero eso no es lo prioritario sino sus experiencias y vivencias que rolan entre el "camino y el destino" y que tan bien trató poéticamente Kavafis. Por ello, no hay imágenes en la plaquette, ni las habrá en el libro completo si llega a editarse, más que un sencillo dibujo en la portada; aquí está claro que el protagonismo lo tienen las palabras y lo que quieren expresar. Sin embargo, a los poemas publicados en el blog sí que les acompaña una imagen que intenta tener relación con el texto, ya que ese medio de expresión a través de una "bitácora poética digital" creo que requiere un apoyo secundario visual.

El tercer y último ejemplo de esa relación entre imagen y poesía es mi poemario "De Museos por Madrid". En este caso creo que el texto sí que precisa siempre de la contemplación de la imagen que lo ha inspirado, tanto cuando es una descripción de dicha imagen, en este caso un cuadro, o como cuando es una reflexión a que parte de la visión de dicho cuadro.

Este poemario es producto de mis visitas a museos de Madrid, y también el origen de los poemas es lo escrito en un cuaderno delante del cuadro, que luego ha sido reelaborado con más calma. Cuando me planteé la edición de este poemario vi la imposibilidad de editarlo en papel, ya que el libro quedaba cojo sin la visión de esas obras de las que no disponía de los derechos para reproducirlas. Por eso lo edité digitalmente en PDF con enlaces, junto a cada poema, a las imágenes de las webs de los museos donde están expuestos los cuadros. De esa forma, pinchando en el enlace puede contemplarse la obra pictórica junto al poema que me ha inspirado. En los poemas de "De museos por Madrid" que hay colgados en mi blog si he reproducido estos cuadros, al tratarse de una publicación no venal. El inconveniente este tipo de publicación, con enlaces a las webs públicas de los museos, es que dichos museos pueden cambiar la dirección del enlace dejando inservible el mismo, lo que requiere una periódica actualización de las direcciones. Actualmente estoy efectuando una actualización de dichos enlaces y volveré a publicar el PDF digital dentro de unos meses.

En resumen, en este artículo he intentado efectuar una somera descripción de la relación histórica entre la imagen y la poesía, cuando la primera ha sido la inspiración de la segunda. Poesía y pintura están íntimamente relacionadas y prevale una u otra en función de épocas, modas, autores o circunstancias. Como ejemplos, y perdonad por la inmodestia, he tomado tres poemarios míos que en su gestación han estado influidos o inspirados por imágenes, describiendo cómo es la conllevancia de sus textos poéticos con dichas imágenes.