Nos sentimos atraídos por los alimentos a diferentes niveles:
- Sensorial (color, sabor, textura, presentación,ect.).
- Emocional (hábitos familiares, lugar donde come,ect.).
- Supervivencia.
- Intelectual (atendiendo a llevar una alimentación sana y equilibrada).
Pasamos toda la vida dirigiendo con la mente, olvidando y enterrando emociones y no escuchando a nuestro cuerpo físico. En realidad los apegos alimenticios son carencias energéticas.
Es difícil escucharnos en esta sociedad de consumo en la que vivimos y no solo tiene necesidades nuestro cuerpo físico, sino también el emocional y mental. Y ante esto aparece una pregunta clave ¿lo necesito o lo deseo?
Solemos desear chocolate, alcohol, estimulantes, refrescos… no porque lo necesite el cuerpo sino porque hemos tenido un problema o dificultad en la vida y así buscamos una manera de evadirnos momentáneamente, o podemos tapar buscando efectos energéticos contrarios con pan, pizzas, snacks, queso y así evadirnos también.
“Por ello cuando deseemos un alimento, sentémonos un momento y preguntémonos y escuchémonos porque”.
Las emociones son energías en movimiento que pueden ser de deficiencia (debilidad, victimismo, miedo, falta de autoconfianza…) o energía en movimiento en exceso (cólera, ira, agresividad, arrogancia…). Y estas emociones se crean según nuestros pensamientos los cuales proceden de nuestras creencias y según nuestra alimentación que afectará a órganos de nuestro cuerpo.
Puede que se acumulen emociones durante años, bloqueadas que afectan a la salud, son emociones en exceso o defecto de situaciones vividas que todavía controlan nuestra vida y no sabemos como quitárnoslas de nuestra “mochila”.
Nuestro cuerpo emocional también necesita nutrirse, pero no con chocolates, refrescos, snacks, ect. Debemos averiguar qué necesitamos, pues cada uno necesita un alimento emocional único.
Según lo que comemos y bebemos creamos emociones generadas por el estado de salud de nuestros órganos vitales, pero al mismo tiempo también se crean a partir de nuestros pensamientos. Es decir, que es recíproco, según estemos emocionalmente comeremos unos alimentos, pero los alimentos también repercuten en nuestro estado emocional.
Existen muchas connotaciones emocionales alimentarias como angustia, excitación, miedo, premio y castigo, estrés, aburrimiento, ect. de las cuales debemos darnos cuenta y afrontar.
El post La repercusión de las emociones en la alimentación apareció primero en Trucosnaturales.com publicado por Soraya Chico.
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