Todo el mundo se ha encontrado alguna vez con alguna situación que le ha supuesto un gran reto a la hora de afrontarla. La manera o la forma en que cada persona las hace frente, es muy variada, aplicando diferentes estrategias o habilidades para solucionar dichos conflictos. Por este motivo, surgió el concepto de “resiliencia”.
El término “resiliencia” viene del latín “resilio”, que significa rebotar, volver atrás…. Hace referencia a la capacidad de reponerse tras acontecimientos duros y difíciles (donde experimentamos un alto nivel de estrés) no solo de manera exitosa, sino que desarrollando ciertas estrategias y aprendiendo del suceso vivido. De esta manera, ante situaciones similares que podamos experimentar en el futuro, tendremos más habilidades para solucionarlas.
Para que hablemos de resiliencia, tienen que estar presentes estas dos condiciones fundamentales:
- Que el suceso o acontecimiento suponga para la persona una dificultad severa o grave.
- Tiene que haber una buena adaptación a la situación, desarrollando habilidades y estrategias para ocasiones futuras y problemas similares.
Además, es importante contemplar la resiliencia como una capacidad que está implicada en procesos genéticos, biológicos y psicológicos y que tiene tanto un componente innato como un componente aprendido.
- Componente innato. Se considera innata cuando es considerada una característica individual de la persona que lleva y promueve a la adaptación positiva de las situaciones, gracias a factores como el temperamento, motivaciones internas, necesidades primarias, etc.
- Componente aprendido. Se considera aprendida cuando hacemos referencia a la posibilidad de poder desarrollar y fomentar las diferentes estrategias y habilidades que vamos adquiriendo en la solución de los problemas. Pueden influir factores sociales, familiares, personales… que ayuden y faciliten el aprendizaje de dichas estrategias.
Por otra parte, en ocasiones, es importante diferenciar la “resiliencia” de la “competencia” a la hora de enfrentarse a las situaciones.
- La resiliencia hace referencia a la capacidad de afrontar las situaciones graves o difíciles, pero que implican riesgo, pudiendo haber aspectos positivos y negativos en el proceso.
- La competencia, sin embargo, se refiere a la capacidad de enfrentar las situaciones pero que no tienen por qué suponer un riesgo. Además, está más orientada solo a los aspectos positivos y no a los negativos.
* La diferencia entre ambas reside en el riesgo que supone la situación, pues en ambas opciones la situación se caracteriza por un buen manejo de la situación.
Por último, entre los factores que pueden favorecer la resiliencia podemos destacar:
- Buena autoestima.
- Personalidades optimistas.
- Estar rodeado de familia y un buen entorno social del que se reciba apoyo.
- Estados de ánimo positivos.
- Flexibilidad cognitiva.