La resiliencia en el proceso creativo

Por Photosatriani @artimprove

De vez en cuando es bueno ser consciente de que hoy, de que ahora, estamos fabricando las nostalgias que descongelarán algún futuro. (Mario Benedetti)

Ha llegado el final de año, tiempo de reflexiones y de consuntivos; el año pasado no pude mantener la tradición de desear desde este blog un feliz año nuevo a través de una pequeña reflexión. La última la hice en el 2017 sobre la importancia de las imperfecciones en el proceso creativo. Este año es sobre la resiliencia en el proceso creativo.

Las “burbujas” de Anish Kapoor delante de la sinuosidad de Frank Gehry

La distancia entre lo que sentimos y lo que vivimos

Vivimos en un mundo tecnológicamente avanzado y emocionalmente primitivo, en el cual el sentir y el vivir están tan alejados que, en lugar de apoyarse, se obstaculizan. Este aspecto, genera la necesidad de sobre-ocupar el tiempo para no dar espacio a la introspección o a “dañinas” esquizofrenias emocionales.

Una manera para intentar realinear lo que vivimos con lo que sentimos es entrar en contacto con el arte o, todavía mejor, practicando el arte; no importa si bien o si mal, pero si se hace arte en la mejor manera que podamos, habremos creado algo a través de un proceso que necesariamente es introspectivo y que necesariamente nos obliga a bucear en nuestro caos reordenando ideas, pensamientos, sensaciones, recuerdos, miedos, experiencias.

Crear nos ofrece un escape, pero también desarrolla la empatía y nos permite apreciar lo que tenemos y lo que somos. Lo que a menudo olvidamos, es que antes de crear algo significativo o simplemente que sea capaz de trasmitir emociones en quien son los receptores de nuestra arte, hay que equivocarse ciento y cientos de veces y cientos y cientos de veces levantarse y perseverar en el sendero estrecho de la creación.

La resiliencia en el proceso creativo

¿Por qué digo todo esto? porque estoy pasando por uno de los recurrentes periodos de confusión y desmotivación artística, en los cuales me olvido de mi legado, siento que siempre estoy persiguiendo, que llego tarde, que no soy capaz de proponer nada que tenga un eco en los demás. Son muchos los factores que me llevan a este abismo: un concurso fotografico en el cual había repuesto mucha ilusión que ha ninguneado mis obras; la sensación de pertenecer a un pelotón muy grande que muestra un pedaleo y una fuerza que no siento tener; la participación a un taller de un fotógrafo de éxito durante el cual visualizo la distancia entre lo que soy y lo que necesito aprender; el poco tiempo que puedo dedicar plenamente a la fotografía; la sensación de estar en el “borgiano” jardín de los senderos que se bifurcan y tener que optar siempre por el camino más torcido.

La pregunta que está siempre en el aire es: “¿para qué estoy haciendo todo eso?” ya sé que la respuesta más sensata es: “para mí, para mi disfrute”, pero en ella siempre se cuela algo de vanidad o simplemente el deseo de saber que mi mensaje alguien lo recibe y corresponde, creando así una comunicación a través del lenguaje universal de la fotografía. Cuando lo primero no es suficiente y el segundo no proporciona las respuestas deseadas, entonces, nace la disilusión, la insatisfacción, a veces el abandono.

Como dice Cristian Mihai en uno de sus innumerables artículos en el blog Irevuo, “la pasión tiene poco a que ver con la euforia y todo con la paciencia”. No se trata de tener un subidón, se trata más bien de resistencia, resiliencia y perseverancia. Se trata de equivocarse, de ser burlado, de pasar olímpicamente de lo que piensen y digan los demás, de dudas, de miedos, de rechazos, de silencios y de incomprensiones. Pero….,pero al final no hay mejor remedio que volver a intentarlo porque es lo que nos gusta hacer, porque ya sabemos que volveremos a quererlo una vez más. Es nuestra fuerza, nuestra manera de expresarnos, nuestro grito contra la soledad. Senza l’arte non moriremmo, ma ci sentiremmo meno vivi

El sonido del mar siempre habla de volver a empezar
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Mis deseos para este nuevo año que arranca en breve, es para toda persona que no se cansa de luchar para que lo que creamos tenga un reflejo, un eco en los demás. FELIZ 2020!

Un parcial consuelo para mi es saber que lo que siento es algo común en las personas que crean y se expresan a través de alguna forma de arte. Invito todos a leer estos dos artículos que mi amiga Marcela Tinoco ha compartido en su página FB. Ambos escritos son de Carmen Reviriego que llega a mí misma conclusión, aportando un enfoque de quien trabaja en el mercado del arte. El primero es “El arte, una actividad solo para valientes”; el segundo es “Arte, el arma del futuro”