Búbal tiene un mensaje de bienvenida a sus visitantes: "Búbal es un pueblo público, es de todos. Disfruta de la visita, respetando las actividades educativas que en él se realizan. Gracias". Una declaración de principios de lo que en esta villa se hace. Todas las zonas son comunes, levantadas con años de esfuerzo tras el abandono. Las casas que no se han reconstruido no se olvidan. Un cartel recuerda a la familia que las habitó. Hoy tienen usos comunitarios como depósitos de leña o herramientas.
El pantano de Búbal comienza a construirse en 1968. Las aguas amenazan anegar las tierras de cultivo del pueblo. Resultado: se expropian los suelos y el casco urbano, y sus gentes son obligadas a emigar de allí. El abandono de hace realidad en 1970.
Hoy la apariencia del pueblo es lo que fue en su mayor parte. Se ha reconstruido todo, dándole usos distintos. Los chavales que participan en el programa de recuperación realizan tareas en su semana de estancia, guiado por monitores y personal fijo en el pueblo. Da gusto dar una vuelta por este entorno, de alta montaña y con exuberante vegetación. Uno de los rincones más bello es el la zona del molino y el puente sobre el barranco del Sorrosal.
La historia de Búbal, como las de otros pueblos abandonados, bien merece ser recordada. Os dejo un enlace a un reportaje emitido recientemente en televisión sobre Búbal (y Lanuza, muy cerquita). Nos leemos en Polidas chamineras.
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