Si la moda es imagen, lujo, estilo, en definitiva, un ejemplo a seguir, deberían tener más en cuenta qué modelos representan la marca. Para una imagen decadente, o siluetas cadavéricas para disfrazarse en Halloween no desentonan. Pero por favor, responsables del marketing y de la imagen, piensen en la repercusión de sus acciones en las niñas, adolescentes y adultas.
El bombardeo continuo de publicidad promocionando una imagen que para nada es natural, a menos que vivas en Somalia o vivas una posguerra, no creo que genere nada bueno en adolescentes o personas con déficit de seguridad en si mismas.
Está claro que las modelos tienen que estar delgadas, tienen que ser esbeltas, con unas proporciones armónicas, ser altas, tienen que saber desenvolverse sobre una pasarela y sobre todo lucir las prendas que llevan encima. Pero, en mi opinión, creo que la barrera de lo que es saludable y lo que atenta contra la naturaleza de la mujer se ha sobrepasado con creces.
No hay más que ver a las modelos, cuántas tienen los dientes hechos polvo, y qué decir de ese cabello ralo, más propio de una persona desnutrida que de un modelo a seguir.
La verdad es que echo de menos ver top-models como Cindy Crawford sobre las pasarelas. Los 90, aquellos maravillosos años.