La Seguridad Social te toca las orejas

Por Emilienko

Estuve en un congreso escuchando una comunicación acerca de cómo operarles a los niños las orejas en soplillo.
Las orejas en soplillo (u orejas prominentes) son ésas que están muy separadas de la cabeza y que le dan a la cara un aspecto característico. La técnica que describió el otorrino que impartió la comunicación fue muy interesante; no obstante, una vez que hubo terminado su charla, se despertó ese pequeño gestor sanitario que cada uno de nosotros llevamos dentro. Así que, durante la hora del café, me serví una taza y un bollo, me puse a pasear inocentemente entre los stands del congreso y me hice el encontradizo con el ponente.
-Hola. Perdona, ¿tú eres el que esta mañana has hablado de otoplastias pediátricas?
-Sí...
-Me ha gustado mucho tu comunicación, pero hay algo que te quería preguntar: ¿cómo haces para poner un límite?
-¿Cómo?
-Sí. Hay niños que tienen orejas muy deformadas y esos indudablemente necesitan cirugía. Pero hay otros en los que los pabellones no son demasiado prominentes y, ya sabes, en definitiva, la otoplastia es una intervención de cirugía estética. ¿Dónde está el límite para decidir qué niño se opera y qué niño no?
Hay intervenciones de cirugía estética que cubre la Seguridad Social y esto es algo bueno. Entre ellas están las grandes deformidades faciales; la mamoplastia de reducción, con objeto de disminuir el volumen de las mamas y prevenir problemas de espalda o las ptosis palpebrales que afectan la visión por tener los párpados tan caídos que llegan a tapar la pupila.
Pero en algo como las orejas en soplillo, me resulta difícil establecer una frontera que separe a quién debe operarse y a quién no. Existe una corriente que opina que todos los niños con orejas en soplillo deben ser intervenidos para evitar que se les generen traumas de por vida: ya sabéis, los niños son crueles y en las guarderías se ríen los unos de los otros. Yo me planteo si ésta es una razón suficiente para someter a un niño a una anestesia general.
Un lector: Claro, usted cree que no es necesario porque usted no tiene las orejas en soplillo.
El autor: Sí, es verdad; yo no tengo las orejas en soplillo, pero hay otras partes de mi cara que distan mucho de ser perfectas. Mi nariz está un poco sobreproyectada, por ejemplo. Y estéticamente no me sentaría mal un poco de cirugía ortognática para adelantarme la mandíbula un par de centímetros. Pero tiene usted razón, mis orejas son bonitas.
El mismo lector: ¿Sus orejas son bonitas?
El autor: Sí, eso me han dicho en algunas ocasiones, sí.
Otra vez el mismo lector: ¿En muchas ocasiones?
El autor: Bueno, no sé exactamente en cuántas ocasiones. Aunque ahora que lo dice, quizás me digan lo de las orejas como un piropo por cumplido porque ¡no me encuentran nada que adular en la cara! De cualquier modo, no quiero hablar de mis orejas, señor lector. Esto era una entrada seria, ¿sabe usted? Así que haga el favor de no obsesionarme con mis rasgos faciales no-perfectos; que hasta ahora nunca me habían importado.
El lector: Usted perdone...
El autor: No hay de qué.
¿Por dónde iba? Ya no lo sé... ...pero en definitiva, lo que quería decir era que está muy bien que en determinados casos las intervenciones de cirugía estética entren dentro de las prestaciones de la Seguridad Social, pero que desde luego, con un presupuesto finito, es muy difícil marcar una frontera que decida quién debe operarse y quién no.
Foto: Un zubat: un pokémon famoso por sus grandes orejas. A pesar de ser éste un pokémon bastante impopular, yo entrené una vez a uno y resultó sorprendentemente fuerte.